Cuando toca lo bueno, gracias

Cuando toca lo bueno, gracias

“Falta mucho por aprender, me tocó volar sin alas, decir adiós sin morirme, y renunciar a mi destino para escribir otro” – Anónimo

Hoy toca reflexionar sobre aquellas personas que nos acompañan o por el contrario nos abandonan a lo largo de nuestro camino. Siempre se ha dicho, y realmente creemos que todos y todas lo hemos comprobado en algún momento de nuestra vida que es mucho más fácil mirar a los lados y que estemos acompañados, cuando las cosas van bien, y sin embargo cuando se tornan duras, es también muy posible que cuando miremos a los lados, no veamos nada, ni a nadie más allá de a nuestra propia sombra.

Cuando toca lo feo, lo duro, la lucha, la batalla, la lágrima, el esfuerzo, es realmente cuando necesitaríamos tener a aquellas personas que se supone que nos aprecian, o que nos quieren, o en definitiva, aquellas personas que dicen que somos importantes para ellas, pero muchas veces, este es el momento en el que saltan del barco, porque para qué engañarnos, las maduras son muy bonitas, las duras no tanto. Por eso, hay que reconocer que todos tendríamos que pasar momentos realmente duros en nuestra vida, porque así podríamos más fácilmente discernir sobre las personas a las que les importamos y sobre aquellas que simplemente se importan así mismas. Hay una imagen que siempre ha representado muy bien este momento, y es el de un perro cuando sale del agua, un perro de lanas que empieza a moverse convulsivamente para sacarse de encima todo el agua sobrante. Pues bien, eso es lo que nosotros, los seres humanos, también tendríamos que hacer en ocasiones, pero no con respecto al agua, sino que a otros seres, más o menos humanos, pero que en muchos casos tienen realmente un comportamiento más de parásitos que de otra cosa.

Ahora bien, ya que hemos visualizado qué es lo que hay que hacer con aquellos que no merecen estar a nuestro lado, simplemente por deslealtad, por interés, o por lo que sea. Vamos a centrarnos en aquellas personas que sí se quedan. O mejor aún en las que aparecen en estos momentos. Estas son las auténticas. En la época del ocaso, de la tristeza, del miedo, de la oscuridad, cuando los brillos desaparecen y la mayoría de las luces se apagan, hay que ser muy valiente para llegar a la vida de alguien, y para no sólo no salir corriendo, sino que para decir:

“ vamos, yo te guío, si quieres mi luz, aquí la tienes, déjate llevar, déjate acompañar, déjate ayudar. No tienes porqué ser superman/superwoman, y no tienes porqué salvar el mundo en solitario. Sólo haz lo que tienes que hacer. No va a ser fácil. Te vas a caer mil veces. Vas a tener zancadillas que van a llegar por todos los frentes. Pero si cada vez que te caes, te levantas, si cada vez que te zancadillean aprendes, no te preocupes, porque tú vas a ser quién sea capaz de salir, de seguir, de resurgir. Yo estoy aquí para ayudarte, yo estoy aquí para guiarte, para orientarte, y cuando te desvíes, por supuesto para recriminarte, y para demostrarte tus errores. Tú sólo tienes que hacer y hacer. No dejarte vencer, ni por los de fuera, ni por supuesto por el peor enemigo, el que habita dentro de ti. El que en muchas ocasiones te va a decir. “¿Para qué te levantas ya?; Vámonos a dormir, si da igual; no te preocupes, mañana lo harás. Si no puedes, déjalo, qué le vamos a hacer”. A ese es al que no debes de escuchar. Contra ese es contra el que más alerta debes estar, porque yo podré estar a tu lado, pero será una guerra que deberás batir solo, en la que habrá miles de batallas. No te engañes, por mucho que parezca que vas ganando, es un enemigo muy sibilino, y puede ocurrir que sin darte cuenta esté aprovechando tu momento de vanidad, para volver a entrar como caballo de Troya y minar el trabajo que has hecho”.

Si tienes la suerte de encontrar un faro así, que te guíe, préstale mucha atención. No dejes que se apague. Te dirá cosas feas. En muchas ocasiones te pondrá contra la espada y la pared, pero sólo así podrás tener una oportunidad para ganar la guerra.

Huye de quiénes te regalen el oído, de quiénes resalten tus virtudes aunque sean ciertas, porque así escuchando lo que ya sabes, no podrás crecer, no podrás ser mejor, no podrás vencer.

Y por supuesto, cuando la tempestad amaine, y las aguas parezcan plácidas, no olvides a quién estuvo a tu lado en la batalla. No seas desagradecido. No peques de arrogante, porque además recuerda, que en cualquier momento, la tempestad puede volver a traer un tsunami a tu vida.

 

 

Así comenzamos a hacernos grandes

Así comenzamos a hacernos grandes

“Quien quiere hacer algo, encuentra un medio, quién no quiere hacer nada, encuentra una excusa” – Proverbio Árabe

A veces le damos mucha importancia a las grandes obras, las grandes frases, las grandes personas… el término grande, magnifica lo que hay a nuestro alrededor y porqué no decirlo, a veces hace que nos sintamos muy, muy, muy poquita cosa.

Parece que lo grande es lo que importa, y que sea como sea, lo que tenemos que hacer es buscar esa grandeza. Si no llegamos a ella habremos fracasado, pero ¿eso es del todo cierto? ¿es siempre así? Nuestra respuesta es que no. Y vamos a explicar porqué no…

Nada nace grande, nada. Todo aquello que nos parece tremendo, ya sea una persona, un edificio, una maravillosa película o un libro, hubo un momento en el que no fue nada, y poco a poco se fue convirtiendo en algo grande. Con esto lo que queremos decir es que las grandes obras se construyen ladrillo a ladrillo, piedra a piedra, fila a fila… no podemos pretender que por generación espontánea surjan. Esta apreciación que realmente no tiene nada de original, porque es una auténtica perogrullada -disculpad por ella-, a veces, simplemente la obviamos.

Como decía esta gran verdad, parecemos olvidarla muy a menudo. Olvidamos que cuando queremos llegar a un quinto piso, hay que pasar por el primero, por el segundo, tercero…Muchas cosas de las que queremos hacer, ya sea a nivel personal o profesional, son nuestro auténtico quinto piso… y como las vemos tan altas, allí arriba, pensamos que no podemos llegar a asomarnos al balcón que nos está esperando en lo más alto, porque es demasiado para nosotros. Y si lo vemos así, tenemos razón, pero es que no es así como hay que afrontarlo. Imaginad si Miguel Ángel cuando recibió el bloque de mármol de Carrara hubiera pensado que era imposible sacar de ahí a su Piedad… o los constructores de catedrales góticas, que todavía no podemos más que maravillarnos de ver y disfrutar lo que fueron capaces de construir, básicamente con sus manos y con unas herramientas arcaicas… sin luz, sin electrónica, sin ordenadores, sin TIC`s… ¿a que nos resulta cuánto menos impresionante? Pues bien, ¿por qué esa racionalidad que aplicamos a estas cuestiones, no nos la aplicamos a nosotros mismos y mismas?

Un ejemplo muy claro y que de alguna manera muchos y muchas de nosotros hemos vivido. Dejar peso. Dejar peso cuando el reto que tienes por delante, supera los 20 kilogramos. Qué pereza da, verdad… es cierto, nos encantaría tomar la pastillita de la felicidad que hiciera que cuando nos despertáramos, esos kilos hubieran desaparecido. Y no tener que pasar por duro ejercicio, por aprender a comer de nuevo, por olvidarnos de todos esos dulces y bollerías, que además son absolutamente negativos para nuestra salud. Pero si no empezamos… en vez de 20, nos sobrarán 30… Lo mismo pasa con cualquier cosa que queramos. Nada aparece o desaparece por arte de magia, y además es mejor, porque el esfuerzo es un elemento muy importante para reconocer el valor de las cosas que se consiguen. Lo dado o lo regalado, en muchas ocasiones no sabemos valorarlo, pero aquello que logramos con esfuerzo, eso sí que somos capaces de verlo, entenderlo y asumirlo en la realidad de su magnitud.

Así que la cuestión es fácil. ¿Podemos cambiar? Por supuesto. Pero para ello hay que empezar, y no vale hacerlo mañana. Hay que hacerlo ya. Empezando por pequeñas cosas, pequeños detalles, superando pequeños retosy poco a poco, cada vez serán mayores, hasta alcanzar el objetivo. Subiremos nuestro primer piso, llegaremos a la segunda planta, pasaremos la tercera, alcanzaremos la cuarta y finalmente desde la terraza de ese quinto, miraremos hacia abajo para sentir la satisfacción del deber cumplido y del trabajo bien hecho.

Antes de terminar, sólo un apunte. Igual que hay que empezar por las pequeñas cosas, para alcanzar las grandes, lo mismo hemos de hacer con las personas que nos rodean. Es decir, puede que haya quien de pronto nos de algo muy grande… pero a quien hay que agradecerle de verdad, es a quien está ahí, día tras día, poniendo su granito de arena, dedicándonos su tiempo,consolándonos cuando lo necesitamos, tirándonos de las orejas si fuera necesario, o dándonos ese empujón que a veces nos falta cuando el miedo o la falta de fe en nuestras posibilidades nos quiere hacer desistir. Llegar un día y hacer algo estupendo puede ser muy fácil. Lo difícil es permanecer y poco a poco estar ahí.

Así que gracias para quiénes formáis parte del poco a poco de quienes suscribimos este azucarillo que como cada semana, sólo pretende hacer que nos movamos y que vayamos a conseguir aquello que queremos,sin miedo, y sin dilación, y sólo pensando en que lo hacemos por nosotros.

https://www.youtube.com/watch?v=iOVHEigYstw

 

Escucha a tu corazón

Escucha a tu corazón

“Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes” – Marlene Dietrich

¿Por qué nos empeñamos en ponerle puertas al campo? ¿Por qué tenemos el no podemos, el no lo conseguiremos, el no llegaremos, el no somos suficiente… imbuido en nuestro ideario? Si el hombre no hubiera creído en que los imposibles se podían convertir en posible, probablemente todavía andaríamos con taparrabos.

En esta sección, hemos hablado muchas veces de la importancia de creer en nuestras posibilidades, de lo increíble que puede ser la constancia, el coraje, la confianza, y por supuesto el creer en que somos capaces. Desde aquí, una vez más hablamos con la voz de la experiencia, siendo conscientes de haber hecho cosas que creímos imposibles y no lo decimos por ponernos una medalla, ni mucho menos. Lo decimos desde ser voz de la normalidad, y de haber conseguido cosas que parecían estar fuera de nuestras posibilidades, siendo personas totalmente normales, simplemente creyendo y queriendo, luchando, siendo constantes y superándonos día tras día.

Particularmente quien escribe, no soporta el derrotismo. El tirar la toalla antes de tiempo, el decir ya no se puede hacer nada, no lo vamos a conseguir. El dedicarse a parlotear sobre lo mal que se ha hecho algo, o sobre los errores que se han cometido, o sobre lo difícil o imposible que pueda resultar algo, pero no parándose a remangarse y a decir, ¡aquí estoy yo, vamos!

Esos agoreros que esperan que el barco se hunda, hablando sobre los problemas que han llevado a que empiece a desaparecer en el mar, pero sin hacer nada para sacarlo a flote, debería de estar en el fondo de algún oscuro lugar, en el que su voz no influenciara a aquellas personas que pierden su luz, porque sólo escuchan  la oscuridad de aquellos que hablan desde su incapacidad y que sólo piensan en la consumación del naufragio para salir dándose golpes de pecho y decir: ya te lo dije, ya te lo dije, esto no tenía solución… y lo dicen sin haber ayudado ni a capitán, ni a grumetes, ni tan siquiera a polizones a poder salvar la situación. No merecen vivir en la luz, deberían tener un lugar reservado dentro de una caverna que es el lugar que en el fondo prefieren, para sentirse bien dentro de esa oscuridad, que todo lo equipara, lo iguala y dónde su mediocridad puede pasar desapercibida.

De verdad, no permitamos que nadie nos ponga límites, no nos dejemos llevar por aquellos que no creen en que el mundo pueda cambiarse, en que se pueda llegar más llejos, en que se pueda llegar más rápido, en que se pueda hacer más… Que nadie te ponga límites, ni siquiera tú mismo o misma.

Haz que tu mundo sea más grande, sal de tu círculo de confort y haz caso a tu corazón… muchas veces es el único que de verdad es capaz de hacernos creer en cuáles son nuestras auténticas posibilidades. No ignoremos sus argumentos, simplemente porque la todopoderosa razón no los comparta… La razón es un timón, cierto, pero el corazón puede ser quien capitanee nuestro barco.

Escucha más a tu corazón, al menos, escúchalo y luego actúa, sintiendo lo que haces, viviendo lo que haces, y no simplemente haciendo lo que se espera o lo que se debe. Atrévete a volar, atrévete a ser, atrévete a estar.

 

El aquí y el ahora

El aquí y el ahora

«El problema es que pensamos demasiado en lo que pasó y en lo que pasará, cuando lo importante es lo que está pasando» – Anónimo

No es la primera vez que hablamos del aquí y del ahora, de aprender a vivir el momento y ser plenamente conscientes de que no existe nada más y que además, no se va a volver a repetir.

El ser humano juega con la memoria, o mejor dicho jugamos con la memoria y con el increíble poder de la rememoración. Tenemos la capacidad de traer al momento actual las mismas emociones que vivimos en un pasado, ya sean buenas o malas, ya nos hagan sentir felices o tristes, o fuertes o melancólicos, o grandes o insignificantes. Pasamos tanto tiempo rememorando lo que fuimos, lo que tuvimos, lo que quisimos, o lo que sentimos, que olvidamos que lo que de verdad tenemos es el aquí y el ahora. Muchas veces aferrarnos a estas emociones nos lleva a que el miedo se haga fuerte en nosotros. El miedo al fracaso, al dolor, al error… y entonces cuando el miedo es el que asume el control, provoca una huida, y de esta manera no nos centramos en vivir el momento, en disfrutarlo, en saber ser y estar, aquí y ahora. Nos refugiamos en lo que fue o nos esperanzamos en lo que puede ser, todo con tal de no afrontar lo que es.

Algunas veces pensamos que porqué no se incluye una asignatura transversal en la educación obligatoria, en la que se nos enseñe a saber estar en el momento. Aprender a disfrutar de estar en el aquí y en el ahora. Saber ser en el momento justo en el que se vive. Sin perderse en el ayer, o sin ensoñar en el después, en el mañana, en el futuro.

No somos conscientes de lo mucho que nos perdemos. Hay incluso quien sin darse cuenta, pierde la vida entre el ayer y el mañana, sin ser consciente de que su existencia está carente del ahora. Tenemos la  jodida costumbre de estar ausentes de nuestro presente, incluso por cosas pequeñas, pero que nos alejan de nuestro aquí. Cuántas veces estamos con amigos pensando en lo que vamos a hacer después, y cuando estamos en ese después, nos dedicamos a pensar en nuestros amigos y estar con ellos… nos perdemos, perdemos constantemente la posibilidad de tomar conciencia y de dedicar el cien por cien de nuestra energía y de nuestro yo a vivir y disfrutar del aquí y del ahora.

Y lo contamos en primera persona, porque por supuesto que también nos pasa. Estamos demasiado socializados en no saber estar en el momento, tanto que aún siendo conscientes de que hay que hacerlo, lo cierto es que cuesta horrores ser capaz de soltar el lastre del chip instalado en nuestro mismísimo cerebro. Pero en las ocasiones en las que se es capaz de hacerlo, de centrar toda nuestra energía en el momento y además, disfrutarlo y ser consciente de que no quieres estar en otro lugar, ni en otro momento, ni en otra compañía, es una experiencia tan potente que llega a asustarnos. Evidentemente la falta de costumbre no juega a nuestro favor.

Vivamos por tanto, el aquí y el ahora, sintiéndolo en todo su esplendor, en toda su plenitud. ¡Vamos!

https://www.youtube.com/watch?v=bDBVD9KPHHU

El pistoletazo de salida

El pistoletazo de salida

«La motivación es lo que te ayuda a empezar. El hábito te mantiene firme en tu camino«. Jim Rohn

A todos nos gustaría seguro ser personas absolutamente excepcionales, capaces de inventar algo, capaces de crear algo nuevo, capaces de descubrir alguna de esas cosas que aún están por encontrar, pero por suerte o por desgracia, la mayoría no somos genios.

Esta que es una verdad universal, por más que nos duela cuando en la niñez lo descubrimos, no debe de hacer que nos amilanemos, que nos acobardemos, que nos asustemos o lo que es peor que nos sirva de excusa para dejar de hacer cosas, para dejar de intentarlo. En definitiva el asumir nuestra “normalidad” no nos puede hacer caer en los brazos de la procrastinación, entendiendo que mañana siempre será mejor día que hoy para intentarlo.

El concepto de éxito tiene muchas aristas, y probablemente tantas definiciones como seres humanos. En otro momento nos dedicaremos a hablar largo y tendido por lo que consideramos o no éxito, pero hoy no es el tema de este post. Hoy vamos a asumir de forma genérica que el éxito es lograr “aquello que buscamos” y si lo orientamos al tema profesional, estaremos de acuerdo en considerar que éxito es conseguir cierto grado de reconocimiento y de bienestar a través de nuestro trabajo. En general asociamos éxito a personas que de alguna manera destacan en su ámbito profesional. Y sobre este tema es sobre el que queremos hoy reflexionar.

Jim Rohn, de quién cogemos hoy prestada la frase sobre la que trabajar, fue un empresario estadounidense, que aplicó conceptos propios del coaching empresarial, antes de que el mismísimo concepto, incluso, naciera. Este empresario y conferenciante, filósofo de los negocios, como a él mismo le gustaba autodenominarse,  que llegó de forma directa a más de 300 millones de personas, con sus seminarios y conferencias, nos quiso dejar claro que ante la realidad de que sólo existen muy pocas personas excepcionales, no podemos creer que esta sea la base única e intransferible del éxito. De hecho, su recomendación es que si queremos alcanzarlo, lo que tenemos que centrarnos es en hacer nuestro trabajo de la mejor forma posible. Lo extraordinario no tiene que ser lo que hacemos, sino que extraordinaria debe ser la forma de hacerlo.

Esto nos lleva a la convicción de que cualquier personas que se lo proponga puede alcanzar el éxito, porque aunque el componente suerte siempre será bienvenido, sólo a través del trabajo, sólo a través de no estar parados, sólo a través de esforzarnos, de intentarlo todas las veces que sea necesario lo podremos conseguir. Si queremos ser los mejores en algo, no basta con pensarlo, o desearlo, simplemente hay que ponerse manos a la obra, ponerse a trabajar. No hay excusas, sólo hay que mejorar si no somos aún lo suficientemente buenos. Hemos de mejorar nuestra formación, hemos de trabajar nuestras habilidades y hemos de actualizar nuestras herramientas de trabajo. El éxito está al alcance de cualquiera, pero hay que saber que no va a suceder porque sí, sino que hay que no dejar de intentarlo, trabajando, trabajando y trabajando.

Ojo, esto es un proceso, que en unos casos podrá ser más rápido y en otros necesitará de mucho tiempo. Durante este camino tendremos que hacer un ejercicio de autorreflexión importante, siendo absolutamente objetivos con nosotros mismos, para evaluar realmente nuestras posibilidades y ver qué es lo que necesitamos para conseguirlo y así trabajarlo. Si quiero trabajar en el extranjero, no basta con ser un gran profesional, tendré que dominar el idioma, y si no lo hago, está claro que en mi camino para conseguir el éxito que busco, estará el aprender o el perfeccionar este idioma para así realmente tener las herramientas que me permitan luchar por lo que busco y por lo que quiero.

No tenemos excusa, sólo tenemos que hacerlo, ponernos manos a la obra, y si realmente queremos el éxito en algún campo, trabajar para conseguir hacer esas cosas ordinarias, hacerlas de una forma extraordinaria. Si quieres el éxito, sólo existe un secreto, ponte a trabajar en ello. Busquemos en nuestro interior la motivación necesaria para conseguir el pistoletazo de salida y a partir de ahí, desarrollemos las rutinas que nos permitan lograrlo. No hay más secreto que ese.

Lo fácil, primero fue difícil

Lo fácil, primero fue difícil

«Si dejas salir todos tus miedos, tendrás más espacio para vivir todos tus sueños» – Anónimo

 

Qué difíciles son las cosas, y qué imposibles nos parecen, sobre todo, si no empezamos a hacerlas. Está claro que la dificultad al final es una apreciación, porque lo que para unos es imposible prácticamente, para otros es lo más fácil del mundo, y así es como debe de ser, porque si todos fuéramos iguales, y con las mismas capacidades, qué aburrido sería todo, sería plano, un mundo gris, clónico. Y el mundo, y la vida, es cualquier cosa menos eso, o al menos, aquí lo vemos así.

Pero hoy queremos hablar no de forma general, sino que intentar hacer un ejercicio individual, al respecto de cómo afrontamos las cosas, los retos, la vida en definitiva. Es cierto que hay cosas que a primera vista nos parecen imposibles. Particularmente, cuando algo me parece imposible, me gusta recordar mi primera clase práctica de conducir. Recuerdo subirme al coche, y escuchar a Paco, el Profe de la autoescuela, explicando los pedales, las marchas, el espejo, el volante… aún cuando lo pienso, siento esa angustia interior y esa vocecita que me decía, “no vas a ser capaz, esto es imposible”. Sin embargo, todos conducimos y además lo hacemos de forma absolutamente mecánica. Las marchas, los pedales, el volante, las luces… qué hacer con cada elemento y cómo fluye de forma espontánea desde nuestro interior...

Como este ejemplo podríamos poner miles, de cosas que nos parecían muy difíciles cuando lo intentamos por primera vez, y que ahora forman parte de nuestra vida cotidiana y a las que no le damos importancia alguna. Montar en bici, esquiar, bordar, patinar, cocinar, andar con tacones, dibujar… millones de cosas… y la pregunta que hoy planteamos desde aquí es:

¿Y por qué cuando se trata de hacer lo que queremos, de conseguir nuestras metas, de buscar nuestra felicidad, nos quedamos tantas veces sólo en lo difícil que es? 

A veces parece que preferimos no arriesgar antes que asumir que no hemos conseguido algo, o que no hemos podido, simplemente. En nuestra cabeza buscamos la excusa de lo difícil que es, por no enfrentarnos ante la posibilidad de no hacerlo, de no alcanzarlo, de no conseguirlo. Y cuando hacemos esto, no somos conscientes de que nos estamos autocastrando, de que somos nosotros y nosotras mismas quienes nos imponemos muros, y olvidamos que el límitemás grande que tiene el ser humano es el que se autoimpone.

Por ello en esta casa, somos de la filosofía de «él no ya lo tenemos» y esto ¿qué significa? Fácil. Antes de empezar algo o de intentarlo, no tienes nada, por lo que cualquier cosa que consigas, ya será más de lo que tenías. La verdad es que se trata de una cuestión de actitud.

Tirar la toalla antes de tiempo nos llevará a la derrota y al fracaso seguro, y por muchos culpables que busquemos, por muchas excusas que nos auto-demos, en lo más profundo de nosotros sabremos que simplemente no lo hemos intentado, que la cobardía nos ha ganado y que finalmente hemos dejado que nos derrote el peor de nuestros enemigos, nosotros mismos.

Puede que al leer estas reflexiones, haya quien piense que hablar es muy fácil. Cierto es, pero no lo es menos, que una vez más esta ventana dulce y positiva viene avalada por la experiencia propia. Todos tenemos monstruos con los que luchar, cadáveres en los armarios, y sobre todo batallas que librar. Y nada es fácil. De hecho suele ser duro, y hasta nos lastima. Pero no por ello se deja de hacer o de intentar. ¿Que a veces nos fallan las fuerzas? ¡Sí!¿Que en ocasiones los golpetazos duelen en demasía? ¡Sí! Pero no es menos cierto que cada herida que cicatriza nos hace más fuertes, nos hace más sabios, nos hace más humildes…

La verdadera lucha, la verdadera felicidad y la verdadera grandeza de las cosas no está en conseguirlas,está en hacerlo, en recorrer el camino, en vivir los momentos, los buenos y los malos y aprender de todos. Disfrutarlos todos. Por ello, ahora que de verdad estamos en el comienzo del año, en el comienzo de la temporada, sólo cabe decir una cosa, ¡vamos! Sí, vamos a intentarlo, con todas nuestras ganas, con todas nuestras fuerzas y aliándonos con la constancia. Ojalá lleguemos a nuestro destino, pero por si acaso no nos guardemos nada en la mochila, vamos a darlo todo en el camino. Como si no hubiera un mañana, como si sólo existiera el aquí y el ahora.

Feliz año nuevo, hoy empezó el curso escolar, hoy empezó el año. Es justo el momento de tomar nuevos impulsos y propiciar nuevos comienzos.

 

https://www.youtube.com/watch?v=y1HBmFXaNc0

¿Quieres la felicidad? Búscala

¿Quieres la felicidad? Búscala

“Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón” – Gabriele D´Annunzio

De mayor quiero ser médico, futbolista, bailarina, capitán, enfermera, bombero, policía… hasta princesa o súper héroe… pero ¿cuándo fue la última vez que de verdad quisimos ser felices? Desde que somos pequeños se nos enseña a que debemos de buscar un futuro en el que consigamos ser cosas, en el que busquemos la riqueza, el reconocimiento social, la fama, en el que lleguemos a ser lo que de nosotros y nosotras se espera. Es mejor que seamos médicos que pintores, o profesores antes que conductores… Nuestros padres en su afán de que tengamos una “buena vida” de alguna manera nos ayudan y nos animan para que busquemos el ser socialmente aceptados, para que consigamos un estatus que nos haga estar dentro de los círculos de lo recomendable…

Esto ¿está mal? Bueno, pues probablemente no. Pero habría que dar un paso más, deshaciéndonos de los prototipos sociales, optando no por lo políticamente correcto, y sí por lo que de verdad nos gusta. ¿Por qué no enseñamos a nuestros hijos e hijas que de verdad lo más importante es buscar la felicidad? ¿Por qué no los enseñamos a que tienen que luchar realmente por ser felices?

Nuestra batalla principal debería ser la de ayudar a los demás, o a nosotros mismos a descubrir qué es lo que realmente nos hace felices. ¿Por qué no nos han enseñado a buscar aquello que realmente nos llena? ¿Por qué nosotros tampoco lo hacemos con las personas que tenemos cerca, ni tan siquiera con nosotros mismos?

Hoy queremos reivindicar que como dice el refrán nunca es tarde si la dicha es buena. Con esto lo que queremos decir es que da igual la edad que se tenga, da igual el momento de la vida en el que nos encontremos. No podemos renunciar a buscar nuestra felicidad, y a luchar por ella. A hacer aquello que realmente nos apasiona. La vida es tan corta, y nos empeñamos en hacerla tan gris a veces. Nosotros mismos nos apagamos las luces, nos cortamos las alas, porque nos creemos que ya no podemos. Que somos mayores. Que no se puede cambiar. Que no tiene ya sentido luchar por hacer otras cosas. En ese momento nos auto convencemos como la zorra con las uvas, de que seguro que no estaban tan buenas, y para ello nada mejor que buscar mil excusas del tipo, ya no puedo, ahora pasó mi momento, soy mayor… todo sencillamente por no salir de nuestro círculo de confort, ya que aunque no nos guste, y nos asfixie y nos haga sentirnos pobres personas, nos es conocido, y aunque nos sintamos hasta miserables estando dentro, sabemos lo que podemos esperar, sabemos a lo que podemos atenernos. Pero esto no es otra cosa que vivir una vida a medias, llena de cobardía, llena de “seguridades” que nos empequeñecen.

Hoy queremos proponer de nuevo una revolución. Una revolución vital. Hoy queremos gritar al mundo que hay que tener pasión por lo que se hace y que por ello hay que ser valiente y valienta para buscar aquello que realmente nos proporcione esa sensación de ante todo estar vivos y vivas, pese al vértigo, pese a las cosquillas en la barriga por lo desconocido. Salir del círculo de confort, atreverse a intentarlo. Atreverse a estrellarse, aún a sabiendas de que puede doler mucho. Eso es la vida. Eso es estar vivo. ¿Por qué no queremos probarlo?¿Por qué queremos seguir viviendo como vegetales? ¿De verdad que la opción debe ser la seguridad?

Aun a riesgo de resultar de manicomio, queremos decir basta, queremos decir que no, a vivir a medias. Se acabó el tiempo de las medias tintas, de los titubeos, de los miedos. Se puede, si se quiere, y aquí y ahora nos comprometemos con la vida, con la lucha, y con la pasión. Nadie puede asegurarnos el llegar, nadie puede decirnos que sí que lo conseguiremos, pero nadie tampoco puede decirnos lo contrario. Así que nuestra opción es clara, luchar por nuestro sueño, luchar por nuestra pasión, y si morimos en el intento, al menos habremos dado todo a cambio de lo que de verdad queremos. Se acabó ser un vegetal. Se acabó ser de goma. Se acabó ser “lo que esperan que sea”. Vamos en busca de la felicidad, quien se apunte bien, y quien no, pues también, pero que luego no se queje… el círculo de comodidad, es el lugar más triste del mundo, es el sitio dónde el gris es el único color permitido ¿vas a seguir dentro, o te animas a buscar lo otro?

Si quieres algo, ve a por ello… es el único secreto.

https://www.youtube.com/watch?v=oCj32hjByxc

 

¡Haz tu propia revolución!

¡Haz tu propia revolución!

 “De nada servirán las revoluciones sociales y culturales, si primero no hay una revolución interior”–Krishnamurti

El  verano ha dejado para la historia dos de los mayores hitos en lo que a revoluciones se refiere. En 1776, el 4 de julio, en el Congreso de Filadelfia, las por entonces 13 colonias que existían en el norte de América, firmaron su declaración de independencia de Inglaterra, asumiendo el nombre de lo que realmente eran, los Estados Unidos de América, reconociendo en dicho documento, el principio de igualdad (aunque en ese momento cuando hablaban de que todos los hombres habían sido creados iguales, literalmente se referían sólo a hombres y además blancos, pero lo cierto es que supuso el primer paso en el tránsito hacia el mundo contemporáneo.

Otra de las grandes revoluciones que trajo el mes de julio, fue la más conocida de todas, sí la Revolución Francesa, aquella que puso de moda la guillotina, que quiso romper con el orden estamental establecido, y ofrecer una salida que implicara dignidad para los desarrapados (sanscullotes). Fue el día 14, del mes dedicado a Julio César, del año 1789.

Pues bien, estamos terminando el periodo vacacional, registrando temperaturas de récord, y con constantes alertas debido al calor, y además seguro que muchos y muchas ya habéis terminado vuestras vacaciones, o estáis a punto de hacerlo, por eso, hoy queremos proponeros que comencéis una revolución. Pero no una revolución cualquiera. No una revolución que signifique asaltar bastillas, o declarar zonas de independencia. Os proponemos una revolución que cambien el mundo. Sí, así es. No estamos locos, que sabemos lo que queremos.

“La primera condición para cambiar el mundo, es que cambiemos nosotros, y como decía, uno de los escritores más importantes de la historia, -y padre de la “no violencia” que luego tendría tanto peso en otro de los grandes revolucionarios de la historia, Ghandi-, León Tolstoi, “la única revolución válida es la que uno hace en su interior”.

Si queremos que las cosas sean diferentes. Si queremos que al finalizar el verano el mundo en el que habitamos sea otro. Si pretendemos que nuestra vida personal, profesional, familiar cambien, no podemos esperar sentados a que se produzca un milagro. Lo hemos dicho muchas veces, sólo cabe una cosa, y es que pasemos a la acción. En alguna ocasión lo hemos mencionado en esta sección, y es que Honoré Balzac, nos lo dejó bastante claro, estableciendo una verdad que tiene tintes de universal “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.

En nosotros está hacer que las cosas sean diferentes. No vale decir mañana. No vale pensar en que después lo haré. No, nada de eso sirve. Cambiemos nosotros y hagamos que el mundo se parezca más a lo que nos gustaría que fuera. Todo empieza por hacer, y por hacerlo aquí y ahora. El ayer no nos sirve, y el mañana no existe. Aprovecha el final del verano. Estos días en los que poco a poco, todo empieza a coger ritmo, en los que el cambio de rutina nos hace ver las cosas con una claridad diferente y decide qué es lo que quieres. Y simplemente, haz tu propia revolución. Dejémonos de excusas. Si queremos mejorar nuestro trabajo, tenemos que empezar por ver en qué fallo y prepararnos mejor. Si nuestra relación de pareja no funciona, tenemos dos soluciones, o de verdad lo arreglamos, o terminamos con ella, pero ni perdemos nuestro tiempo, ni se lo hacemos perder a nadie. Si queremos estar físicamente mejor, es fácil, empezar a tener una vida más sana, deporte (el que sea en función de nuestros gustos y posibilidades) y una dieta saludable.

Dejemos las excusas de lado. Olvidémonos del resto, hagamos nuestra propia revolución, que sólo puede comenzar por nuestro propio interior. Cambiaremos nosotros y cambiará nuestro mundo. No esperemos nada de nadie. No echemos la culpa a nadie. Empecemos por hacer y por dar, llegado el momento ya recibiremos, de una manera u otra. Y de verdad, se puede hacer.

Todo es posible, si realmente queremos y creemos en ello. Mira en tu interior, y decide cómo quieres vivir, y empieza desde ahora mismo a hacer lo necesario para que ocurra. No es fácil, pero tampoco es imposible. No seamos de ese tipo de personas que no empieza a andar un camino, porque cree que será incapaz de llegar hasta el final. Si no lo conseguimos que desde luego no sea por no habernos dejado la piel en el intento. Pensad que la recompensa no tiene precio, y que justifica todo el trabajo y todo el sacrificio. La recompensa final de esta revolución no es ni más ni menos que conseguir ser nosotros mismos de verdad. ¿Puede haber algo más bonito?

https://www.youtube.com/watch?v=bDBVD9KPHHU

Y si no tuvieras miedo, ¿qué harías?

Y si no tuvieras miedo, ¿qué harías?

“No tengas miedo de avanzar y arriesgarte. Ten miedo de no hacer nada y quedarte en el camino” – Anónimo

Esta semana queremos hablar del miedo, esa emoción humana que nos paraliza, nos convierte en conejillos asustados, o en avestruces haciéndonos esconder la cabeza. Es probablemente una de las emociones que menos sabemos controlar, que más nos domina, a veces sin ni siquiera ser conscientes de ello. Esa sensación de angustia que nos provoca, que muchas veces es más imaginaria que real, hace que dejemos de buscar nuestras metas, que dejemos de andar nuestro camino, para quedarnos en nuestro pequeño círculo de comodidad, que bueno o malo, nos es conocido.

El miedo hace que no te atrevas a hacer cosas en las que probablemente podrías tener éxito, pero la angustia ante el fracaso (miedo) hace que no te atrevas y quién sabe, que a lo mejor no seas ese artista, esa bailarina, ese pintor o esa motorista… nunca sabrás si podías o no haber llegado, porque tu miedo a no conseguirlo, impidió que lo intentaras…

Otro miedo es a lo desconocido. El resultado que provoca es el mismo. La inacción por temor a lo que pueda pasar, a lo que me pueda encontrar, a lo que pueda aparecer, a lo que pueda descubrir…

¿Y qué decís del miedo al ridículo? A que se rían de mí. A que no me tomen en serio. A que crean que como profesional no estoy a la altura, a que no sé contar chistes, cantar, o bailar… mejor de verdad, quedarse quitecito o quietecita, a ser posible en un discreto segundo plano y así no habrá que enfrentarse a la posibilidad de que haya quien se burle o quien se ría, o quien bromee con lo que hacemos, o con cómo nos movemos…

Ahhhhh el miedo, ese malvado que nos hace ser grises cuando tal vez podríamos brillar. Que nos hace dejar de reír, de sentir, de gritar, de ser libres, en definitiva de ser nosotros mismos. Claro está, es que el miedo es muy malo. ¿Verdad? Pero una pregunta ¿qué hacemos para luchar contra el miedo? ¿Cómo lo enfrentamos? ¿O es que simplemente muchas veces lo utilizamos como excusa, ya que nos viene muy bien, para así poder justificar ante el mundo ante nosotros mismos, simple y llanamente nuestra cobardía? Sinceramente, muchas veces sí. Aunque claro está, no faltarán las voces que lleguen a explicar que se trata de prudencia, se trata de sensatez, se trata de precaución… jajajaja… vamos a llamar a lo blanco, blanco y a lo negro, negro, es COBARDÍA.

Cierto es que existe o debe existir dentro de nosotros el respeto, es decir la capacidad de analizar y valorar lo que vamos a hacer, lo que vamos a emprender, para de esta manera, intentar hacerlo de la mejor forma posible. Para que lo hagamos intentando que las posibilidades de éxito sean mayores. Pero eso es respeto, y es positivo, no es miedo, porque el miedo, siempre es negativo, básicamente porque te anula como ser humano, te arrincona y lo que es peor, te hace creer que esa es la mejor opción, la de la prudencia… repetimos, como las natillas, jajajajajaja. ¿Prudencia?

Lo cierto es que el no enfrentar nuestros temores, nos lleva a la mediocridad, a no alcanzar nuestra verdadera felicidad, a no ser capaces de llegar a ser todo aquello en lo que nos podemos convertir. Si somos capaces de dar el paso y abandonar lo que nos da confort, lo que no nos asusta, estaremos a un tris de abrir la puerta a infinitas posibilidades. No olvidemos que las personas ganadoras, no tienen miedo de perder, porque fracasar es sólo parte del proceso del éxito, sólo tenemos que ser capaces de seguir adelante.

El ejercicio que os proponemos esta semana es bien fácil y a la vez el más difícil del mundo. Vamos a atrevernos a decir, al menos tres cosas que haríamos si no tuviéramos miedo. Miedo al fracaso, a lo desconocido, a errar, a hacer el ridículo, a caerme…. Al menos tres… ¿Somos valientes al menos para reconocerlas? Está claro que ese será el primer paso en el camino hacia vencerlas. Pasad buena semana y no olvidéis este ejercicio. Sed valientes. La recompensa es nada más y nada menos que LA FELICIDAD.

En busca de la amistad real

En busca de la amistad real

“Para que pueda trabarse una auténtica amistad, es preciso prescindir de la superioridad que puedan otorgar la edad, los honores, las riquezas o el poder. El único motivo que nos debe incitar a la amistad, es la búsqueda de las virtudes y el mutuo perfeccionamiento” – Confucio

En verano, sobre todo gracias a poder disfrutar de las vacaciones (por supuesto quien las tenga), se viaja, se sale más, se cambia de aires, y en definitiva, se conoce a más gente, y esto lleva a reflexionar esta semana, probablemente la de menos actividad económica de todo el año en nuestro país, acerca precisamente de las personas que entran y que salen de nuestra vida.

Una de las cosas que con la edad vamos aprendiendo, es que cualquiera no puede ser nuestro amigo o amiga, y que por supuesto, que no le caemos bien a todo el mundo, y lo que es más, que tampoco tiene porqué. Cuando somos niños y niñas, a cualquiera le damos ese apelativo, “amigo”, por decirlo de alguna manera, vendemos muy barata la amistad. Conforme cumples años, lo normal es volverse una persona mucho más selectiva al respecto. Precisamente uno de los síntomas de la madurez, es asumir que conocidos y amigos no son lo mismo, y que por supuesto en esta última categoría son muy pocas las personas que pueden, e incluso nos atreveríamos a decir deben estar. Ahora bien, esta realidad tampoco nos debe de llevar a cerrarnos y a mantenernos en un auto ostracismo que nos prive de la posibilidad de dejar entrar en nuestra vida a personas que sumen, aunque no lleguen a ser amigos o amigas, pero hay muchas maneras de ser afortunado gracias a lo que otros u otras te puedan aportar.

Nuestro azucarillo de hoy, casi podría parecer hasta cruel, aunque particularmente pensamos que lo que aporta es una enseñanza muy clara. El refranero español nos dice que más vale estar solo que mal acompañado, aunque muchas veces preferimos rodearnos de personas que no nos aportan, o incluso que resultan hasta tóxicas para nosotros, porque nos da miedo la soledad. Y nos da miedo porque significa que tenemos que enfrentarnos a nosotros mismos, y muchas veces no nos gusta lo que vemos, o incluso nos asusta, por lo que preferimos rodearnos de gente, simplemente como decíamos, por no quedarnos con el mayor de nuestros críticos, con nosotros mismos.

Aunque por lo que debemos trabajar y a lo que tenemos que aspirar, es a rodearnos de personas que nos aporten, nos ayuden a ser mejores, y sobre todo nos hagan crecer, tanto en lo personal, como en lo profesional.

Para conseguirlo, por supuesto hemos de dejar que la gente pueda llegar hasta nosotros, pueda entrar en nuestra vida, aunque la verdad es que esto no es lo más importante. Para recibir, hay que dar, y eso es lo primero que tenemos que tener claro. Empecemos por ser nosotros quienes ayudemos, quienes acompañemos, quienes estemos ahí para cuando se nos necesite, quienes tengamos la paciencia necesaria cuando llegue el momento, en definitiva, empecemos por ofrecernos, por demostrar, por dar, y a partir de ahí, llegará nuestro momento de recibir. No seamos egoístas en nuestras relaciones con los demás. Aprendamos a disfrutar dando, porque realmente hay pocas sensaciones mejores en el mundo. Démonos a los demás. Ofrezcamos lo que tenemos y lo que somos, sin esperar nada a cambio, simplemente disfrutando de estas acciones. Seamos generosos y la vida será generosa con nosotros.

Realmente como dice el refrán “quien tiene un amigo, tiene un tesoro”. Así que vamos a aprovechar este espacio y este momento para dar las gracias a todas aquellas personas que nos aportan, que nos ayudan, y que por supuesto, en ocasiones, también nos aguantan. Gracias a quienes llevan mucho tiempo, y gracias también a quiénes acaban de llegar. Todos sois bien recibidos, y a todos se os agradece.

No olvidemos que a veces, una única persona, queriendo o sin quererlo, puede cambiar toda nuestra existencia. Y puede convertirse en ese revulsivo que nos convierta en la mejor versión de nosotros mismos, así que porque esto puede suceder, ¿qué tal si nos auto damos una oportunidad?