Hacia la felicidad

Hacia la felicidad

“Un día la vida pasará delante de tus ojos, asegúrate de que merecerá la pena verla” – Gerard Way

Hoy hemos elegido a Hipócrates para ilustrar nuestro azucarillo, ya que en una sola frase recoge muchos de los temas que son de interés para esta casa. Empecemos hablando de la brevedad de la vida. Parece mentira que no seamos conscientes de que el recurso más escaso que tenemos, y sobre el que no tenemos absolutamente ningún control es el tiempo. Por mucho dinero que tengamos o por muy inteligentes que seamos, el tiempo que tenemos es el que es y no podemos ni comprar más, ni alargarlo, por ello ¿no deberíamos aprovecharlo al máximo, más aún cuando realmente no sabemos dónde va a estar el final?

El tiempo es el bien más preciado que tenemos, por eso hemos de acostumbrarnos a sacarle el máximo partido posible, y también a ser muy agradecidos y agradecidas con aquellas personas que nos lo dedican, ya que es el mayor regalo que se nos puede hacer y que podemos hacer. El tiempo que pasas con alguien, ni tú, ni esa persona lo podrá recuperar, por eso seamos muy selectivos a la hora de decidir cómo, cuánto y con quién.

Pero esto no se debe de quedar en un planteamiento teórico, o en conversación junto a plañideras, cuando desaparece alguien en nuestra vida y por unos momentos, tomamos conciencia de la brevedad de nuestra existencia. No queremos dar consejos, en esta casa somos más de provocar la reflexión para que cada cual llegue a sus propias conclusiones. Pero recordad, estas líneas, porque seguro que seréis más felices.

Esta idea nos sirve para enganchar con otra de las cuestiones que hoy nos plantea Hipócrates, y es la fugacidad de las ocasiones. A veces un momento nos puede cambiar la vida. Tomar una determinada decisión en un instante u otra, puede hacer que nuestro camino sea uno u otro. A veces responder un mensaje, quedarse un día en casa, u optar por no tener miedo y por hacer, puede cambiarnos la vida, casi sin darnos cuenta. Si decíamos que había que saber aprovechar el tiempo, imaginad lo que podemos decir de vivir al cien por cien las diferentes ocasiones. No estés pensando en lo que hiciste o en lo que vas a hacer. No pienses en con quién estuviste o en con quién estarás. Vive el momento. Recuerda que sólo existe el aquí y el ahora. Sólo existe esa persona con la que estás viviendo ese instante. Disfrútalo. No te pierdas algo que no podrás recuperar. Por ello, si no estás seguro o segura, es muy fácil. No dediques tu tiempo, no consumas tus instantes, con personas que realmente no te aportan. Aprende a elegir, pensando siempre en lo que suma, y alejándote de lo que resta. Las relaciones tóxicas son súper peligrosas, así que huye de ellas.

El Arte es largo. Todo necesita su tiempo, y hemos de aprender a imponer la filosofía del poco a poco, del paso a paso en nuestras vidas. No pretendamos engañar al tiempo, queriendo correr más de la cuenta, yendo más rápido de lo debido, porque aunque nos creamos en la arrogancia de estar haciéndolo, simplemente estamos viviendo en una falacia. Nuca nadie llegó al quinto piso, sin pasar antes por los restantes… no lo olvidemos. Todo lo que hacemos requiere de un trabajo, de un tiempo, de un ritmo, de unas acciones… no queramos engañar a la vida, saltando pasos, y haciendo extraños “de oca a oca” porque finalmente nos pasará la correspondiente factura.

El experimento es peligroso. El refranero castellano nos recuerda lo peligroso que es jugar con fuego. Esto no significa que seamos conformistas y que no busquemos cosas nuevas, que no nos arriesguemos a luchar por nuestros sueños. Ni mucho menos, más bien es un toque de atención, para que no olvidemos la delgada línea que separa la valentía de la temerariedad. Ser valiente o valienta, siempre, ser temerario o temeraria, nunca.

Vayamos a por lo que queramos, experimentemos lo que sea necesario, pero nunca perdiendo el “norte” de la realidad de las cosas. Pero la valentía que siempre sea fiel compañera en nuestras vidas.

El último aspecto a destacar es la dificultad del juicio. Recordemos unas bíblicas palabras, “es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio”. Es muy fácil juzgar a los demás, es muy fácil señalar con el dedo, pero acostumbrémonos a no hacerlo a la ligera. Para acusar a alguien, siempre habrá que escuchar a todas las partes, para hablar de alguien, siempre tendremos que intentar conocer su realidad. Tal vez nuestra mejor aliada en estos casos será la empatía. Empatía que recordemos que significa ser capaz de ponerse en lugar de la otra persona, pero sin identificarse, porque sino perderíamos nuestra capacidad de análisis real de la situación.

En definitiva todo esto nos llevará a algo tan fácil, y tan difícil a la vez, como es ¡¡ser más felices!!

Buena semana

Fracaso y éxito, miedos y sueños… apuesta siempre por intentarlo

Fracaso y éxito, miedos y sueños… apuesta siempre por intentarlo

“El éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso, sin perder el entusiasmo” – Winston Churchill

Está claro que los fracasos forman parte de los éxitos y que como tales los hemos de asumir. Tenemos que reconocer que a lo largo de estos años hemos tenido muchos fracasos, muchos. Han sido de todo color y de todo tipo. Fracasos relacionados con las personas. Fracasos relacionados con el equipo de trabajo. Fracasos relacionados con las finanzas. Fracasos, fracasos, fracasos…

Normalmente a la gente le da pudor reconocerlos. Nos da miedo reconocer que hemos metido la pata, o que hemos hecho las cosas mal, porque pensamos que este reconocimiento hará que se nos cierren puertas. Y tal vez en el mundo de las mentes estrechas esto sea así. Que no te acepten porque te equivocaste, que no te quieran porque erraste. Pero la cuestión es ¿quién es más fuerte y está más preparado o preparada para asumir retos, quién nunca ha fracasado, o quién lo ha hecho, y a pesar de ello, se ha levantado y ha vuelto a intentarlo?

La respuesta es clarísima, si hay que iniciar retos o ir a la batalla que supone la jungla profesional y empresarial, preferimos hacerlo con quien se ha caído, se ha levantado y ha seguido hacia delante. Y si esto le ha ocurrido más de una vez, pues mejor que mejor, porque así tendrá más dura la piel, más grandes los espolones y su experiencia y su nivel de resistencia será mayor.

La soberbia de no haber comido polvo, desde mi humilde punto de vista es un hándicap, no es para nada una ventaja. Quiénes hemos bajado al infierno, sabemos lo que pasa allí, sabemos lo que cuesta subir de nuevo, y por supuesto, demostramos cada día y en cada momento que somos capaces. Puede que no lo logremos, y que finalmente terminemos muriendo en el intento, pero nadie nos podrá decir que no lo hicimos, que nos achantamos o que nos conformamos.

Hoy queremos desde nuestro grial reivindicar a los fracasados, porque a través de nuestros fracasos nos hemos forjado con madera de súper héroes, alimentándonos de la mayor de las pócimas mágicas, los sueños. Los sueños son los que nos han hecho convertirnos en seres fuertes, capaces de seguir adelante, aún cuando la lógica y la sociedad te aconsejan tirar la toalla. Los sueños son el elixir que nos ha permitido superar las barreras, los obstáculos, levantarnos mil y una vez, porque nos habíamos caído mil.

Seremos fracasados, seremos fracasadas, pero nuestros sueños han vencido a nuestros miedos, y por ello, porque no hemos dejado de ser fieles a nosotros mismos, podemos ir con nuestra cabeza bien alta. Hemos aprendido la más grande de las lecciones que puede recibir el ser humano, y esta no es otra que la humildad. Sabemos pedir perdón por los errores, somos capaces de pedir ayuda cuando lo necesitamos, no nos creemos mejores que nadie (tampoco peores), somos conscientes del valor de las cosas, y de las dificultades que entrañan las piedras del camino, algunas, auténticos monolitos gigantescos.

Por eso aquí y ahora nos confesamos en el lado del fracaso, sí. Pero gracias a ese fracaso hemos crecido, hemos aprendido, hemos emprendido. Pedimos perdón, pedimos ayuda, y sobre todo damos las gracias, y damos las gracias más que a nadie, a esas personas que pese a vernos en el barro, han creído y nos han creído. Nos han ofrecido su mano, y nos han dado su consuelo, aunque a veces haya supuesto un gran tirón de orejas para hacernos reflexionar y para ser conscientes de la verdad. Por enseñarnos que la realidad es lo que es, y no lo que queremos que sea.

De los fracasos, nacen los éxitos, y cuanto más grande ha sido el fracaso, mayor es el éxito que puede estar esperándolo. Así que para terminar, sólo decir que no importa que las cosas salgan mal, porque muchas veces no depende sólo de nosotros el que sea diferente, lo que sí depende es que aprendamos y que sigamos, venciendo a nuestros miedos, adelante con nuestros sueños. No hay mayor fracaso que no intentarlo, eso no lo olvidemos nunca. No pienses nunca en que eres un gafe, o en que tienes mala suerte, sólo supera lo que te ocurra, porque si te sucede, puedes con ello.

Yo sueño, y sueño con hacer cosas que quiero, que me gustan, y eso me hace ser feliz y sentirme en paz con mi propia persona. Y no me quedo en soñarlas, sino que las estoy haciendo, poco a poco, pero sin parar ni un momento. He fracasado muchas veces, me he caído y por supuesto que me he lastimado, pero aquí sigo, firme, intentándolo una vez tras otra… fracasaré, pero el miedo a intentarlo no me venceráGracias por enseñarme a ser así, el tener un faro, siempre ayuda.

https://www.youtube.com/watch?v=ACMjcFx5xlc

Poco a poco

Poco a poco

“Quien quiere hacer algo, encuentra un medio, quién no quiere hacer nada, encuentra una excusa” – Proverbio Árabe

A veces le damos mucha importancia a las grandes obras, las grandes frases, las grandes personas… el término grande, magnifica lo que hay a nuestro alrededor y porqué no decirlo, a veces hace que nos sintamos muy, muy, muy poquita cosa.

Parece que lo grande es lo que importa, y que sea como sea, lo que tenemos que hacer es buscar esa grandeza. Si no llegamos a ella habremos fracasado, pero ¿eso es del todo cierto? ¿es siempre así? Nuestra respuesta es que no. Y vamos a explicar porqué no…

Nada nace grande, nada. Todo aquello que nos parece tremendo, ya sea una persona, un edificio, una maravillosa película o un libro, hubo un momento en el que no fue nada, y poco a poco se fue convirtiendo en algo grande. Con esto lo que queremos decir es que las grandes obras se construyen ladrillo a ladrillo, piedra a piedra, fila a fila… no podemos pretender que por generación espontánea surjan. Esta apreciación que realmente no tiene nada de original, porque es una auténtica perogrullada -disculpad por ella-, a veces, simplemente la obviamos.

Como decía esta gran verdad, parecemos olvidarla muy a menudo. Olvidamos que cuando queremos llegar a un quinto piso, hay que pasar por el primero, por el segundo, tercero… Muchas cosas de las que queremos hacer, ya sea a nivel personal o profesional, son nuestro auténtico quinto piso… y como las vemos tan altas, allí arriba, pensamos que no podemos llegar a asomarnos al balcón que nos está esperando en lo más alto, porque es demasiado para nosotros. Y si lo vemos así, tenemos razón, pero es que no es así como hay que afrontarlo. Imaginad si Miguel Ángel cuando recibió el bloque de mármol de Carrara hubiera pensado que era imposible sacar de ahí a su Piedad… o los constructores de catedrales góticas, que todavía no podemos más que maravillarnos de ver y disfrutar lo que fueron capaces de construir, básicamente con sus manos y con unas herramientas arcaicas… sin luz, sin electrónica, sin ordenadores, sin TIC`s… ¿a que nos resulta cuánto menos impresionante? Pues bien, ¿por qué esa racionalidad que aplicamos a estas cuestiones, no nos la aplicamos a nosotros mismos y mismas?

Un ejemplo muy claro y que de alguna manera muchos y muchas de nosotros hemos vivido. Dejar peso. Dejar peso cuando el reto que tienes por delante, supera los 20 kilogramos. Qué pereza da, verdad… es cierto, nos encantaría tomar la pastillita de la felicidad que hiciera que cuando nos despertáramos, esos kilos hubieran desaparecido. Y no tener que pasar por duro ejercicio, por aprender a comer de nuevo, por olvidarnos de todos esos dulces y bollerías, que además son absolutamente negativos para nuestra salud. Pero si no empezamos… en vez de 20, nos sobrarán 30… Lo mismo pasa con cualquier cosa que queramos. Nada aparece o desaparece por arte de magia, y además es mejor, porque el esfuerzo es un elemento muy importante para reconocer el valor de las cosas que se consiguen. Lo dado o lo regalado, en muchas ocasiones no sabemos valorarlo, pero aquello que logramos con esfuerzo, eso sí que somos capaces de verlo, entenderlo y asumirlo en la realidad de su magnitud.

Así que la cuestión es fácil. ¿Podemos cambiar? Por supuesto. Pero para ello hay que empezar, y no vale hacerlo mañana. Hay que hacerlo ya. Empezando por pequeñas cosas, pequeños detalles, superando pequeños retosy poco a poco, cada vez serán mayores, hasta alcanzar el objetivo. Subiremos nuestro primer piso, llegaremos a la segunda planta, pasaremos la tercera, alcanzaremos la cuarta y finalmente desde la terraza de ese quinto, miraremos hacia abajo para sentir la satisfacción del deber cumplido y del trabajo bien hecho.

Antes de terminar, sólo un apunte. Igual que hay que empezar por las pequeñas cosas, para alcanzar las grandes, lo mismo hemos de hacer con las personas que nos rodean. Es decir, puede que haya quien de pronto nos de algo muy grande… pero a quien hay que agradecerle de verdad, es a quien está ahí, día tras día, poniendo su granito de arena, dedicándonos su tiempo, consolándonos cuando lo necesitamos, tirándonos de las orejas si fuera necesario, o dándonos ese empujón que a veces nos falta cuando el miedo o la falta de fe en nuestras posibilidades nos quiere hacer desistir. Llegar un día y hacer algo estupendo puede ser muy fácil. Lo difícil es permanecer y poco a poco estar ahí.

Así que gracias para quiénes formáis parte del poco a poco de quien suscribe este azucarillo que como cada semana, sólo pretende hacer que nos movamos y que vayamos a conseguir aquello que queremos, sin miedo, y sin dilación, y sólo pensando en que lo hacemos por nosotros.

https://www.youtube.com/watch?v=iOVHEigYstw

Porque los sueños, no son sueños, ¡¡son metas alcanzables!!

Porque los sueños, no son sueños, ¡¡son metas alcanzables!!

“Las metas son sueños con fecha de caducidad, y así como la vida te dio la posibilidad de soñar, también te dio la posibilidad de convertir tus sueños en realidad” – Anónimo

Calderón de la Barca decía que los sueños, sueños son, y que la vida es sueño… hay mucho tras esas palabras, es cierto, pero nosotros lo vemos de otra manera. La vida es sueño, ¿o tu vida puede ser tu sueño?

No estamos para trabalenguas, ni queremos jugar a “desembotijar un botijo”. No, pero sí estamos aquí para hablar de nuestros sueños. En estos días por diferentes motivos, hemos tenido ocasión de comentar con amigos, amigas, compañeros y compañeras, mucho acerca de los sueños. De lo que queremos conseguir, de a dónde queremos llegar, y de cómo y porqué de estos.

Cuando hablamos de sueños, parece que nos referimos a inalcanzables. Es como si buscáramos el vellocino de oro, que sería el que nos daría nuestro tan merecido reino. O que anduviéramos tras ese y “fueron felices y comieron perdices”… pero no es así. Si queremos algo, simplemente hemos de intentar alcanzarlo, por ello quizás no estaría de más, que empezáramos por cambiarle el nombre. Si a un sueño, lo llamamos meta, parece que lo estamos haciendo más accesible. A ese deseo de algo que queremos hacer o conseguir, lo despojamos de ese halo de idealidad y de esa manera, además de hacerlo más terrenal, también hace que perdamos excusas a la hora de lanzarnos a por ello.

Un sueño es una meta, y como tal se puede alcanzar. ¿Qué es lo primero que hay que hacer? Está claro, hay que empezar por hacerlo lo más accesible posible. Para ello lo primero es ponerle fecha, e intentar además sumarle todas las variables de “posibilidad” necesarias, tales como recursos a emplear, objetivos previos que conseguir. Si una meta es demasiado grande, lo que debemos de hacer no es para nada renunciar a ella… no seamos como la zorra con las uvas, y tras algunos intentos lo abandonemos, autoengañándonos y convirtiendo unas jugosas y deliciosas uvas, en algo que no merecía la pena, porque no iban a estar buenas…

Hemos de utilizar la técnica de la disección. Esta consiste sencillamente en convertir el uno grande, en varios (pocos o muchos) pequeños. Por tanto, lo que hemos de hacer es dividir esa meta superior que queremos alcanzar, en metas más pequeñas que se vayan convirtiendo en escalones en nuestro camino, que nos vayan acercando a cumplir ese sueño…

Las guerras se ganan cuando se consiguen ganar batallas. De esta manera, cada triunfo por pequeño que sea, nos acerca a nuestra meta. Ahí es dónde hay que trabajar y dónde nos hemos de concentrar. Por ello no debemos de asustarnos. Si no que lo que tenemos que hacer es luchar de verdad por llegar a dónde queremos. No nos tenemos que venir abajo. Todo lo contrario. Por ello es tan importante que hagamos partes lo grande, para que así le perdamos el miedo y sobre todo, para que los pequeños logros, se vayan convirtiendo en la fuente retroalimentadora de nuestras ilusiones. El ver que vamos cumpliendo expectativas, que vamos consiguiendo avanzar paso a paso, es la dopamina que ayuda a que nuestro nivel de motivación no descienda.

Cuando te esfuerzas por conseguir algo, y parece que cada vez estás más lejos, es muy difícil seguir y seguir, y sacar las fuerzas necesarias para no abandonar. Nadie somos ni superman, ni superwoman, y es fácil que sintamos que no podemos, que no somos capaces… por ello recordad siempre, que la magia está en nuestro interior, y que en esta vida tenemos que asumir riesgos…

No te arrepientas nunca de lo que haces, arrepiéntete sólo de lo que dejas de hacer. De lo que no te atreves a intentar, de lo que no te atreves a buscar, de lo que no eres capaz de abrir o cerrar.

La recompensa puede ser que tu sueño se haga realidad, así que simplemente haz gala de tu osadía, saca ese genio que llevas dentro, no desprecies tu poder, y por supuesto vive tu magia… Y si no llegas, siempre te quedará el haberlo intentado por encima de cualquier cosa

Aquí estamos ya en ello… ¿a qué esperas? Mañana es tarde, así que…

¡¡¡Empieza ya!!!

 

https://www.youtube.com/watch?v=DD0PCVQL1OU

Pasó el tiempo de los propósitos, ahora llega el de cumplirlos

Pasó el tiempo de los propósitos, ahora llega el de cumplirlos

Pasó el tiempo de los propósitos, ahora llega el de cumplirlos

“El éxito está conectado a la acción. Las personas exitosas se mantienen en movimiento. Comenten errores, pero nunca abandonan” – Conrand Hilton

Han pasado ya diez días desde que comenzara el año, así que ya no es tiempo de hablar de propósitos, ahora ya ha llegado el tiempo de ponerse a hacer. Y aquí es donde empiezan los problemas, ya que somos un país y una cultura de procrastinadores y procrastinadoras que no podemos evitar pensar en hacer las cosas mañana, en vez de ponernos a hacerlas ahora. Bien, como lo sabemos y somos conscientes de que este es uno de nuestro mayores hándicap para conseguir aquello que pretendemos, lo primeo que debemos hacer, obviamente es hacer el esfuerzo necesario para no dejar las cosas para mañana.

Quien esté leyendo puede pensar, “claro pero es imposible ponerme a hacerlo todo”. Está claro que a la vez no, por eso ¿cómo empezar? ¿qué hacer? Lo primero que tenemos que tener claro es que las fórmulas magistrales no existen, y cada cual debemos de encontrar nuestra particular forma de luchar contra la procrastinación. Pero lo que sí es cierto es que hay una realidad importante. Antes de nada, tenemos que ser capaces de encontrar nuestra motivación real, aquello que de verdad nos lleve a ser capaces de levantarnos cuando no nos apetece, de seguir cuando estamos cansados, y por supuesto de levantarnos cada vez que nos caigamos, porque ojo, serán muchas las veces que eso ocurra, y no pasa nada, porque aprenderemos y seguiremos hacia delante.

Existen muchos tipos de motivaciones que nos pueden servir. Cada persona tenemos un botón diferente que es el que es capaz de hacer que saltemos, que nos movamos, que no paremos. Para algunas personas es la necesidad del dinero, para otras es el reconocimiento, para otras es la superación personal. No hay motivaciones buenas, mi malas. La buena motivación es la que nos sirve individualmente a cada uno de nosotros y nosotras.

No valen los consejos, pero por si a alguien le sirve, la mejor motivación es la que nace de nuestro interior, la que no viene de fuera, si no la que sale a flote, producto del convencimiento real que tengamos de querer algo, de conseguir lo que sea, de alcanzar un objetivo. Si procede de nuestro más puro interior, siempre estará, no fallará, y será la que realmente nos guíe, sobre todo en esos momentos de “vacas flacas” y de “todo sale mal” que solemos tener. Por el contrario si la motivación no es fruto de nuestro puro convencimiento, y es una motivación que buscamos en el exterior, esta no nos servirá. Se quedará escasa, en aquellas situaciones en las que se “pintan negras”. No tendrá la fuerza suficiente como para levantarnos, cuando la caída sea realmente estrepitosa, o cuando nos fallen las fuerzas, y veamos que pese a no dejar de intentarlo, no acabamos de conseguirlo, no llegamos a alcanzarlo.

Una vez que hemos conseguido esa motivación que sea la que nos haga seguir hacia adelante, contra viento y marea, tenemos el elemento más importante y más difícil. Después se trata sólo de desarrollar hábitos que faciliten la consecución de objetivos y te alejen de la procrastinación.

Lo más fácil para asegurarnos de que hacemos y no sólo pensamos hacer, es comenzar por hacer listas de tareas. Pero no listas generales con cosas atemporales. Cada día debemos de fijar a primera hora de la mañana cuáles serán las actividades que vamos al desarrollar ese día. Al finalizar la jornada, revisaremos lo que hemos hecho y lo que no, incluso lo tacharemos para generar en nuestra cabeza la imagen concreta de acciones realizadas.  Aquellas cosas que no hayamos conseguido terminar o incluso, ni empezar, tendremos que ver por qué motivo ha sido, y analizar si es que hemos sido excesivamente ambiciosos o ambiciosas a la hora de establecer unos objetivos reales de trabajo, o por contra, si el motivo reside en que no lo hemos dado todo, no hemos cumplido con nosotros mismos. En este caso, deberíamos reflexionar sobre porqué y a lo mejor lo que sucede es simplemente que no nos importa alcanzar nuestro objetivo tanto como queríamos, porque cuando lo tienes realmente claro, no hay quien te impida llegar, o al menos, hacer todo lo humanamente posible para llegar.

Al final, todo está en nuestras manos. Las cosas se consiguen o no, pero desde luego, si no se intenta, es imposible alcanzarlo. Así que ánimo. A pensar hacia dónde quiero ir, y sobre todo a empezar a caminar hacia ese lugar, por supuesto buscando la motivación (gasolina) que me lo permita.

Oro de valentía, Incienso de pasión e ilusión y Mirra de humildad.

Oro de valentía, Incienso de pasión e ilusión y Mirra de humildad.

Queridos Reyes Magos de Oriente…

Empezamos 2016 con esa mágica carta que todos y todas hemos escrito alguna vez, incluso estamos quiénes seguimos haciéndolo, en el que hacemos nuestras peticiones a los magos que vienen siguiendo una estrella, para que nos traigan aquello que deseamos. Desde el grial hemos querido comenzar también así el año, escribiendo nuestra particular carta a los de Oriente, en la que vamos a pedir deseos, mezclándolos con propósitos… Estamos en los primeros días de un nuevo año, y lo que procede es precisamente eso, listas de deseos que se complementan con listas de propósitos.

En primer lugar a sus majestades de Oriente les vamos a pedir valentía. No sé si puede venir acompañada del oro, del incienso, o de la mirra, pero es muy necesaria. Afrontamos un nuevo año, en el que los cambios han de llegar. En el que es importante que sigamos asumiendo retos, para así poder seguir creciendo y para todo ello, la valentía es absolutamente necesaria. Valentía para saber decir sí. Valentía para perseguir nuestros sueños. Valentía para ser capaz de afrontar nuevos retos, de abrir nuevas puertas, de iniciar nuevos caminos.

También le vamos a pedir a esos tres barbudos que viajan en camello que nos traigan pasión e ilusión, porque sin la una y la otra difícilmente se puede avanzar y menos aún hacerlo disfrutando de lo que hay que disfrutar, del camino, del poco a poco, de cada paso que se da, de cada pequeña meta que se consigue, de cada obstáculo que se salta, cada muro que se derriba…

Otro de los regalos que querríamos que nos trajeran es la humildad. Es el condimento necesario para poder hacer frente a esos propósitos que nos planteamos de cara a este año que recién acabamos de estrenar. Engañosamente nos han enseñado a vivir creyendo que la arrogancia y la prepotencia es lo que nos hace fuertes, y nada más lejos de la realidad. Si hay algo que nos hace débiles es sinceramente el mostrarnos superiores a los demás, porque nos hará perder la capacidad de aprender de toda aquella persona que se acerque a nuestra vida, con la que nos crucemos en nuestro camino. La humildad nos permitirá aprender, conocer, valorar más al resto, y por supuesto nos dará el valor para pedir ayuda cuando la necesitemos y sobre todo para reconocer nuestras faltas, nuestros errores o nuestro desconocimiento. Esa humildad que tiene que venir por supuesto acompañada del agradecimiento para todas aquellas personas que siempre están, se las vea o no, y nos ayudan a seguir adelante.

Si sus majestades tienen a bien traernos estos regalos, estaremos más que en disposición de poder afrontar los propósitos que nos planteamos para 2016.

Queremos ser más constantes, lo importante no es empezar algo, lo importante es continuarlo, día a día, nos apetezca más o menos, nos proporciones más rédito o menos, pero seguir en el empeño.

Otro propósito fundamental es dejar a un lado la procrastinación. Las cosas se hacen cuando se tienen que hacer. Ese dicho tan, pero que tan español, que es consustancial a nuestra propia idiosincrasia, el “lo hago mañana, lo hago después” tiene que desaparecer de nuestra forma de ser, de nuestra forma de actuar. No más mañana, y mucho más ahora, en este momento,¡¡¡ ya!!!

Siguiente propósito, ser de verdad, buscar la autenticidad. Dejarnos guiar por lo que queremos ser, por lo que queremos vivir, y alejarnos de esos corsés que nos impiden ser lo que realmente somos y ser cómo realmente queremos ser. Abandonar lo pre-establecido, olvidándose del deber ser, y disfrutando mucho del es. Reivindiquemos el ser, el hacer, el ya, el ahora. Saltemos muros, abramos puertas, y vivamos, elijamos ser de carne y de hueso. Con arrugas, con michelines, con bolsas en los ojos, o por el contrario con cutis divinos, y cuerpos esculturales. Da igual, no importa, lo que realmente es importante, es que seamos de verdad, seamos nosotros mismos, y que elijamos nuestro camino, no el que nos imponen.

Y además, queridos reyes, ya que este año 2015 hemos sido tan buenos y tan buenas y pese a lo duro que ha sido nos hemos portado tan bien, si podéis traernos un poquito de suerte, un algo de dinerillo y un bastante de salud, nos alegraría mucho.

Gracias majestades, por supuesto encontraréis galletas y leche para vosotros y agua para vuestros sedientos camellos, allí donde siempre, para que podáis reponer fuerzas en una noche de trabajo que vale por todo un año.

Termina 2015 y llega 2016… sigamos siendo valientes y valientas.

Termina 2015 y llega 2016… sigamos siendo valientes y valientas.

El nueve de marzo comenzábamos una aventura con la que queríamos compartir toda una serie de vivencias, de experiencias, de pensamientos, de momentos… en definitiva con la que compartir lo que nos sucedía, contando cómo nos sucedía y compartiendo la filosofía con la que afrontábamos retos y asumíamos riesgos. La base con la que partíamos en este viaje, algo tan común como un azucarillo. ¿Quién no se ha parado a leer sus frases, y en muchas ocasiones ha sido precisamente esta lectura la que le ha servido para tener una toma de contacto con la realidad y hasta para solucionarnos el problema del día? Todos y todas los hemos utilizado y hasta nos han aliviado en algún momento, dándonos la clave que andábamos buscando. Pues precisamente los azucarillos fueron el elemento elegido para guiarnos y acompañarnos por un camino, que para qué vamos a engañarnos, en 2015 ha tenido más espinas que rosas, pero que pese a los continuos pinchazos, hemos seguido y seguido y seguido y estado y estado y estado. Nos hemos caído muchísimas veces y nos hemos levantado más.

Esta aventura comenzaba con una llamada a la acción, ya que estamos en el tiempo de los valientes y de las valientas, y os animábamos a que os “apuntarais”.  Recordamos “La auténtica valentía es levantarte por la mañana, salir a la calle y enfrentar la vida haciendo que las cosas ocurran, moviéndote, peleando, yendo y viniendo. Valentía no es decir que voy a moverme, voy a pelear, voy a ir o voy a venir, eso se llama procrastinación, y es justo lo contrario a lo que aquí hemos querido trasladar.

Hasta ahora, ha habido un total de 43 altos en el camino. Cuarenta y tres veces nos hemos parado, hemos respirado y hemos compartido la vorágine que nos ha tocado vivir durante estos meses. Hemos hablado mucho de acción, de hacer, de no esperar a que las cosas ocurran y ser nosotros quién las propiciemos, aprendiendo a adaptarnos al cambio y viendo en este oportunidades y no muros. Muchas veces hemos hablado de lo importante de intentarlo, aunque nos equivoquemos, porque siempre nos quedará el al menos haber luchado por conseguir nuestros objetivos, y por supuesto recurriendo siempre a la pasión, como el motor de nuestras existencias, reivindicando la equivocación y el error, como método de aprendizaje, ya que cuando asumimos riesgos y actuamos, por supuesto cabe la posibilidad de que nos equivoquemos y esto no significa nada más que aprender y seguir hacia adelante.

Hemos recordado que el éxito en gran medida depende de nosotros y de nuestra tenacidad, de no cansarnos, de no tirar la toalla y sí de seguir en el empeño. Hemos hablando de que las elecciones que hagamos deben de ser nuestras, y que así hemos de asumir también las consecuencias de las mismas, no dejando que sean los demás quiénes decidan por nosotros. Por supuesto hemos querido hablar sobre la importancia de reconocer nuestros errores, y de la importancia de tomarse un tiempo para reflexionar.

Caímos y nos levantamos con vosotros y vosotras y analizamos cómo un final puede traer un comienzo y porqué no hay que tirar la toalla, siendo conscientes en todo momento de lo importante que es vivir el presente y no perderse en lo que pudo haber sido y no fue, o en lo que pasará, porque no lo sabemos, no lo podemos conocer. Os invitamos a la revolución, a no soñar y a atreverse a hacer, a no dar excusas, a perder el miedo al silencio… Por supuesto tuvimos un momento para recordar a esas personas que nos ayudan y que están a nuestro lado, unas veces con más visibilidad y otras con menos.

En definitiva ha sido un año, que hemos compartido, con sus luces y con sus sombras, son sus alegrías y con sus tristezas. Un año en el que sobre todo hemos querido ser valientes, mirar hacia adelante, viviendo el presente y no dejando de hacer, de intentar, de inventar. Muchas gracias por haber estado a nuestro lado, por haber compartido nuestras reflexiones. Muchas gracias por esos azucarillos que nos habéis hecho llegar.

En definitiva, muchas gracias por haber estado, en las duras y en las maduras. A quiénes se fueron, simplemente les deseamos lo mejor, y a quiénes han llegado y sobre todo a quiénes se han quedado, decirles que nuestro agradecimiento se sincero y que la mejor manera de demostrarlo es seguir haciendo, seguir creciendo, y nunca parar.

Aquí estamos, todo preparado para compartir con todos vosotros y vosotras 2016, y para que igual que habéis estado en horas bajas, sigáis cuando lleguen las altas. ¿Empezamos a hacer nuestra lista de propósitos para este próximo año?

Feliz año nuevo para todo el mundo.

Vive sólo el presente. Feliz Navidad.

Vive sólo el presente. Feliz Navidad.

Es tiempo de hacer un pequeño alto en el camino. Tomarnos un momento para respirar, tomar aire, ser conscientes de dónde venimos y fijar nuestra mirada hacia dónde queremos seguir. Vivamos el presente siendo conscientes de que somos los y las auténticas protagonistas de nuestras vidas. No nos limitemos a ver cómo suceden las cosas, si no que hagamos que sucedan y participemos de ellas.

Hacer un alto no es parar, y tiene que servirnos para agradecer hoy más que nunca a los que nos dan, a quiénes nos ayudan, a todas esas personas que nos regalan su tiempo. Gracias a quiénes confían en nosotros y nos alientan con esa confianza para seguir adelante.

No olvidemos que para recibir hay que dar, hoy mañana y siempre. Así que demos amor, obediencia, cariño, tiempo… demos mucho. No sólo en estas fechas, sino que todo el año.

Por lo pronto este alto, hoy nos lleva a desear lo mejor para todas aquellas personas que habéis tenido a bien compartir con nosotros vuestro tiempo.

Recuerda, vive solo el presente, porque el pasado ya se fue, el futuro no sabemos lo que traerá. Lo único real es el aquí y el ahora. Disfrútalo. Vívelo.

Feliz Navidad!

2015, el año que decidimos que iba a ser bueno

2015, el año que decidimos que iba a ser bueno

“El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad” – Ana María Matute

Penúltimo azucarillo del año. Parece mentira pero ya estamos despidiendo a 2015. Se va siendo un gran año, aunque empezó siendo lo peor de lo peor. Pero ¿por qué ese cambio? Muy fácil, PORQUE HEMOS QUERIDO.

Este año pasará a la historia por ser el del cambio, el de la evolución, el de crecer, el de querer y el de creer. Durante todas estas semanas, hemos ido hablando de que cuando realmente existe la voluntad, existe el convencimiento y la motivación necesarias, nada es imposible, porque nos crecemos ante las dificultades, nos hacemos fuertes, nos caemos y nos levantamos.

No hay excusa porque lo que tiene que haber es el valor necesario y la ganas para salir del círculo de comodidad, para dejar de autocomplacernos, de darnos pena de nosotros mismos, de esperar a que vengan a salvarnos, porque nadie va a hacerlo por nosotros. Hay que querer, hay que creer y sobre todo hay que hacer. Es muy duro, porque no vale que sea un único día, no vale que sea un rato, tiene que ser siempre, y eso cuesta, cuesta mucho, pero se puede si se quiere y no hay que ser ni superman, ni superwoman para hacerlo. La gente corriente, como tú y como yo, como el tendero de la esquina, o como la señora de la peluquería, tienen dentro de sí la fuerza suficiente para ser capaces de levantarse, después de haberse caído.

No te de miedo el fracaso, porque un fracaso siempre entraña el éxito de haberlo intentado y porque siempre supondrá que estuviste allí. Lo que tendría que darnos pavor es el asustarnos antes de comprobar si podemos o no, por el miedo al qué dirán, al fracaso, a hacer el ridículo, a que se rían de nosotros… No seamos seres inocuos, no seamos personas grises que pasan por el mundo de puntillas para no hacer daño y para que no te lo hagan. No, no, y no. Busca brillar, buscar hacer lo que quieras, lo que te guste. Que nadie te diga que no vales para esto o para lo otro, si es lo que quieres inténtalo, disfrútalo, y si no llegas, pues no pasa nada, porque lo has intentado, lo has vivido y lo has disfrutado. Las cicatrices que nos quedan de los intentos fallidos, de los fracasos cosechados, son nuestras joyas más preciadas. En vez de avergonzarnos e intentar maquillarlas con excusas, aprendamos a lucirlas y a mostrarlas con orgullo. Sí, yo lo intenté, no me salió, fue un desastre y no lo conseguí. Pero disfruté mientras lo perseguía, mientras lo luchaba, y tuve el valor y el coraje de ir a por lo que quería.

Este año hemos aprendido a creer en nuestras auténticas posibilidades, a aprender a saltar los límites que nos marcan propios y extraños, y a buscar cuáles son realmente esas líneas que no podemos atravesar. Pero las nuestras, no las de nadie, las que nosotros comprobamos que no podemos sobrepasar, pero pese a eso lo intentamos, y lo intentamos y nos sorprendemos porque a veces, hasta esas barreras caen y los límites se alejan y se vuelven mayores desafíos.

2015 ha sido el año del fénix, el año de resurgir de las cenizas, el año de bajar la mirada con humildad, apretar los dientes y dar ese paso adelante para enfrentarnos al mundo. El miedo existe, la preocupación está, pero ante eso ahora ponemos acción, buscamos soluciones, recurrimos a la creatividad, a lo diferente, incluso a lo socialmente incorrecto. En 2015 hemos aprendido a vivir, a vivir soportándonos, a vivir perdonándonos, a gritar al mundo nuestras imperfecciones, porque no somos dioses, sino que muy humanos, y porque somos lo que somos y trabajamos para mejorar en lo que no nos gusta.

2015 ha sido el año de perder el miedo al cambio. El año en el que hemos decidido girar y girar la noria, porque estando parados no se va a ningún sitio.

2015 ha sido el año de “trabajar como si no necesitáramos dinero, amar como si nunca nos hubieran herido, y sobre todo y ante todo, 2015 ha sido el año de bailar como si nadie nos estuviera viendo, porque hemos buscando ser de verdad, hemos querido quitarnos las caretas y hemos decidido que sólo se vive una vez y que los momentos son únicos e irrepetibles, estén llenos de dolor o de alegría, pero todos hay que vivirlos, sentirlos y saber disfrutarlos.

2015 ha sido un gran año, porque nos ha dado la gana, simplemente.

https://www.youtube.com/watch?v=Qsn3mI2G884

Aquí y ahora, no hay más.

Aquí y ahora, no hay más.

“Sólo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer, y principalmente vivir.” – Dalai Lama

Hay algo que parece tan fácil, pero que los seres humanos complicamos en sobremanera y es sencillamente el ser capaces de vivir en el aquí y en el ahora. Nos pasamos la vida moviéndonos en la línea del tiempo, al menos de forma emocional, a través de nuestro consciente e incluso con la inestimable ayuda de nuestro subconsciente. Capacidad única del ser humano para tener el cuerpo en un sitio, y viajar hacia cualquier otro con su cabeza.

Con respecto al pasado tendemos a machacarnos con lo que pudo haber sido y no fue. Volvemos constantemente con la idea errónea de que este viaje nos permitiría cambiar algo, para así poder tener un presente futuro. Está claro que esto es imposible, pero lo que sí es cierto que esa culpa por aquello que hicimos o no hicimos, nos la traemos constantemente al presente, revivimos ese dolor, esa angustia, y lo cierto es que nos sirve sólo como coartada perfecta para anclarnos en el tiempo pasado y no hacer nada en el presente. Lamernos las heridas, llorar por lo que perdimos, o por lo que nunca tuvimos.

El ser humano, en un momento dado, necesita experimentar esas emociones, por supuesto, pero lo que no puede hacer es quedarse a vivir en ellas. Si nos equivocamos, si hicimos algo mal, porque estemos toda la vida flagelándonos, no vamos a cambiar lo que hicimos o lo que no. Por tanto, ¿qué es lo que hay que hacer? ¿olvidar sin más? No, eso tampoco funciona.

La hoja de ruta es clara. Lo que hay que hacer lo primero es reconocer que se actuó mal. Lo segundo asumirlo. Lo tercero intentar saber porqué se hizo, y cuarto, a partir de ahí, aprender lo que sea posible, y dejarlo atrás, quedándonos sólo con la enseñanza y desechando el dolor.

Este ejercicio la primera vez que nos ponemos a hacerlo, por experiencia, no resulta nada sencillo. En el fondo nos es más cómodo, quedarnos regodeándonos en nuestra miseria, en nuestra pena y en nuestra desgracia, ya que como decíamos más arriba, son sin lugar a dudas, los aliados perfectos para no hacer nada en el presente. Pero esto no nos lleva a ningún lado. Sólo a ser cada vez más desgraciados y desgraciadas, a hundirnos más por nosotros mismos, sin necesitar ni siquiera una ayuda externa. La autodestrucción se convierte en nuestro leitmotiv, y somos incapaces de actuar en el presente. Por desidia, por resentimiento, por culpa… en definitiva, por todo y por nada.

Y si malo es estar anclado en el pasado, viajar al futuro, sin pasar por el presente, tampoco es algo que nos ayuda a tener una vida más plena. Casi este caso es peor que el anterior. Podemos vivir en una angustia vital continua, pensando en todo aquello que nos puede suceder. En la enfermedad, en que nos abandonen, en la pérdida, en el desastre… es insoportable estar constantemente con esos miedos. Nos generan una ansiedad y un agobio que nos lleva a no ser nada, a no hacer nada, e incluso a paralizarnos. El “y si…” se convierte irremediablemente en el mayor lastre en nuestro presente.

Dejamos de hacer, de sentir, querer, en definitiva de vivir, porque “y si me duele”, “y si me dejan”, “y si no le gusto”, “y si no me quiere”… No nos damos cuenta de que todos esos “ysis” lo que hacen es impedir que vivamos, impedir que probemos, impedir que aprendamos, impedir en definitiva que podamos tener una vida.

Aquí lo tenemos claro. Hemos optado por el aquí y el ahora, no con la promesa de la felicidad, no, ni mucho menos, pero sí con la promesa de vivir, de sentir, de sufrir, de reír, porque al final y al cabo, todo eso forma parte de esa misma historia que es sí, la vida, y sólo tenemos una, así que no la desaprovechemos.

Vive en el aquí y en el ahora, aprende lo que puedas del pasado, sin torturarte por él, y no te dejes arrollar por el miedo de lo que pasará. El único momento de tu vida en el que puedes hacer algo para cambiar las cosas es justo ESTE, ES AQUÍ Y AHORA, es lo único real.