“Un día la vida pasará delante de tus ojos, asegúrate de que merecerá la pena verla” – Gerard Way
Hoy hemos elegido a Hipócrates para ilustrar nuestro azucarillo, ya que en una sola frase recoge muchos de los temas que son de interés para esta casa. Empecemos hablando de la brevedad de la vida. Parece mentira que no seamos conscientes de que el recurso más escaso que tenemos, y sobre el que no tenemos absolutamente ningún control es el tiempo. Por mucho dinero que tengamos o por muy inteligentes que seamos, el tiempo que tenemos es el que es y no podemos ni comprar más, ni alargarlo, por ello ¿no deberíamos aprovecharlo al máximo, más aún cuando realmente no sabemos dónde va a estar el final?
El tiempo es el bien más preciado que tenemos, por eso hemos de acostumbrarnos a sacarle el máximo partido posible, y también a ser muy agradecidos y agradecidas con aquellas personas que nos lo dedican, ya que es el mayor regalo que se nos puede hacer y que podemos hacer. El tiempo que pasas con alguien, ni tú, ni esa persona lo podrá recuperar, por eso seamos muy selectivos a la hora de decidir cómo, cuánto y con quién.
Pero esto no se debe de quedar en un planteamiento teórico, o en conversación junto a plañideras, cuando desaparece alguien en nuestra vida y por unos momentos, tomamos conciencia de la brevedad de nuestra existencia. No queremos dar consejos, en esta casa somos más de provocar la reflexión para que cada cual llegue a sus propias conclusiones. Pero recordad, estas líneas, porque seguro que seréis más felices.
Esta idea nos sirve para enganchar con otra de las cuestiones que hoy nos plantea Hipócrates, y es la fugacidad de las ocasiones. A veces un momento nos puede cambiar la vida. Tomar una determinada decisión en un instante u otra, puede hacer que nuestro camino sea uno u otro. A veces responder un mensaje, quedarse un día en casa, u optar por no tener miedo y por hacer, puede cambiarnos la vida, casi sin darnos cuenta. Si decíamos que había que saber aprovechar el tiempo, imaginad lo que podemos decir de vivir al cien por cien las diferentes ocasiones. No estés pensando en lo que hiciste o en lo que vas a hacer. No pienses en con quién estuviste o en con quién estarás. Vive el momento. Recuerda que sólo existe el aquí y el ahora. Sólo existe esa persona con la que estás viviendo ese instante. Disfrútalo. No te pierdas algo que no podrás recuperar. Por ello, si no estás seguro o segura, es muy fácil. No dediques tu tiempo, no consumas tus instantes, con personas que realmente no te aportan. Aprende a elegir, pensando siempre en lo que suma, y alejándote de lo que resta. Las relaciones tóxicas son súper peligrosas, así que huye de ellas.
El Arte es largo. Todo necesita su tiempo, y hemos de aprender a imponer la filosofía del poco a poco, del paso a paso en nuestras vidas. No pretendamos engañar al tiempo, queriendo correr más de la cuenta, yendo más rápido de lo debido, porque aunque nos creamos en la arrogancia de estar haciéndolo, simplemente estamos viviendo en una falacia. Nuca nadie llegó al quinto piso, sin pasar antes por los restantes… no lo olvidemos. Todo lo que hacemos requiere de un trabajo, de un tiempo, de un ritmo, de unas acciones… no queramos engañar a la vida, saltando pasos, y haciendo extraños “de oca a oca” porque finalmente nos pasará la correspondiente factura.
El experimento es peligroso. El refranero castellano nos recuerda lo peligroso que es jugar con fuego. Esto no significa que seamos conformistas y que no busquemos cosas nuevas, que no nos arriesguemos a luchar por nuestros sueños. Ni mucho menos, más bien es un toque de atención, para que no olvidemos la delgada línea que separa la valentía de la temerariedad. Ser valiente o valienta, siempre, ser temerario o temeraria, nunca.
Vayamos a por lo que queramos, experimentemos lo que sea necesario, pero nunca perdiendo el “norte” de la realidad de las cosas. Pero la valentía que siempre sea fiel compañera en nuestras vidas.
El último aspecto a destacar es la dificultad del juicio. Recordemos unas bíblicas palabras, “es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio”. Es muy fácil juzgar a los demás, es muy fácil señalar con el dedo, pero acostumbrémonos a no hacerlo a la ligera. Para acusar a alguien, siempre habrá que escuchar a todas las partes, para hablar de alguien, siempre tendremos que intentar conocer su realidad. Tal vez nuestra mejor aliada en estos casos será la empatía. Empatía que recordemos que significa ser capaz de ponerse en lugar de la otra persona, pero sin identificarse, porque sino perderíamos nuestra capacidad de análisis real de la situación.
En definitiva todo esto nos llevará a algo tan fácil, y tan difícil a la vez, como es ¡¡ser más felices!!
Buena semana