Todos contra IPhone
Estamos aquí para dar un mordisco al Universo, sino ¿para qué otra cosa podemos estar aquí? – Steve Jobs
Hay que reconocer que una de las formas más originales que se pueden escuchar para ligar es: ¿eres iPhone o Android? Desde luego muestra más «originalidad» que aquello del estudias o trabajas, o lo de pedir fuego. Está claro que esta es una expresión que se asocia a un tiempo nuevo. A un mundo nuevo. Y, además tras una frase con más o menos chispa, muestra una nueva forma de diferenciar y de segmentar a los consumidores, ya que realmente tras esta simplificación encontramos dos perfiles humanos y de consumo, muy diferentes.
Hoy la manzana mordida forma parte de nuestra vida. Estamos más que acostumbrados a su presencia. Ordenadores personales, aparatos para reproducir música, tabletas, teléfonos… son la gallina de los huevos de oro de una marca muy culpable del cambio que hemos sufrido en cuanto al uso y a la forma de relacionarnos con este tipo de aparatos, que ha supuesto incluso un cambio de hábitos no sólo de consumo, sino que también de comportamiento social.
Pero lo cierto es que el éxito de Apple no ha sido fácil, y mucho menos en Europa, dónde le costó mucho entrar. Todavía recuerdo las sensaciones que me producían los primeros ordenadores Macintosh, porque al principio no se utilizaba el acrónimo «Mac». Eran ordenadores personales, imposibles para aquellos incipientes usuarios de entorno Windows, pese a la facilidad de uso, que añorábamos, trabajar bajo MS DOS. Hablar de los «Mac» era hablar de un sistema operativo muy complicado, incompatible con los programas que la mayoría de usuarios comenzábamos a utilizar. Los Macintosh eran los ordenadores que utilizaban las personas que trabajaban en diseño, en temas de maquetación, de publicidad, pero parecían vetados para el usuario corriente. Tenían un segmento de mercado muy limitado. Recuerdo a aquellos primeros compañeros que compraron uno de estos y que primero, tenían que aprender a utilizarlos prácticamente desde cero. Pero lo peor sin duda alguna era la incompatibilidad con la mayoría de las personas con las que se relacionaban. No se podían intercambiar archivos, ni programas, ni documentos. Quién utilizaba uno de estos ordenadores personales, se convertía en un “paria informático”, aunque eso sí, muy chic. Recordemos aquellos portátiles de colorines, tan “monos”, cuando el mundo de los portátiles era en negro y gris, como la televisión de los sesenta.
Explicamos el tema de la incompatibilidad con los programas al uso, porque este fue el primer gran escollo que la marca tuvo que salvar, para poder realmente introducirse en el mercado europeo, y por supuesto, español. Los Mac eran los ordenadores más llamativos, que más prestaciones podían dar, además de ser los más bonitos, modernos y con mucho diseño, pero… ¿qué hacías con ellos? No podías usarlo con los programas que sabías utilizar, y si aprendías a manejarlos, no te servía de gran cosa por la falta de compatibilidad. Así que en el momento en el que se hizo compatible con el entorno Windows, el gran escollo estuvo resuelto. Mucha gente se compraba un Mac por diferenciarse y ahora sí que podía usarlo. Este fue el gran paso hacia delante que dio la marca, ya que hubiera sido si no, imposible haber conseguido un importante nivel de penetración en el mercado europeo, y además convertirse en un producto “aspiracional” para muchos potenciales usuarios. Esta fue una de las grandes revoluciones. La otra, que tiene al iPhone como icono, vino no de este dispositivo, sino del IPod que es el que se generalizó, sobre todo para un segmento de mercado y fue el adalid del cambio.
Después vino iPhone. El teléfono se convirtió en algo mucho más importante que un aparato que sirve para hablar o enviar SMS. Tengo que reconocer que personalmente mi relación con la marca llegó a través del iPhone, después llegó el portátil, al que le perdí el miedo, porque funcionaba «como el teléfono». Después aparecerían las tablets y el cambio del mundo. De hecho, el resto de marcas fabricantes de este tipo de dispositivos, tuvieron que cambiar, hasta conseguir parecerse lo máximo posible al iPhone. El día que muchos de nosotros cambiamos nuestro Nokia por el iPhone, y nos hicimos de la religión «Apple» el mundo empezó a cambiar y se dio un paso más en la evolución. Al igual que en mi caso, muchos fuimos rezagados, pero una vez que llegamos a tener a nuestra manzana, nos convertimos en fieles seguidores. Ahora la idea de tener que cambiar el iOS por el Android, nos da pánico, porque habría que volver a aprender.
Hoy tener un dispositivo Andoid, también supone en muchos casos una declaración de intenciones, una forma de reivindicarse y de mostrarse contra el «status quo». Aunque también puede ser que alguna compañía telefónica le haya hecho una propuesta irresistible, al fin y al cabo, no olvidemos que estamos viviendo un momento de «todos contra el iPhone», «todos contra Apple».