La culpa: esa pesada ancla que nos impide avanzar
«El hombre es víctima de una soberana demencia que le hace sufrir siempre, con la esperanza de no sufrir más. Y así la vida se le escapa sin gozar de lo ya adquirido» – Leonardo Da Vinci.
La culpa es sin lugar a dudas uno de los lastres más pesados y dolorosos con los que los humanos tenemos que intentar movernos en este mundo. Es un sentimiento autodestructivo que nos limita, que mina nuestros deseos de avanzar, de mejorar, de crecer. Aún siendo muy negativo todo esto, la culpa es capaz de hacernos algo mucho peor, y es convertirnos en seres vulnerables a la manipulación de aquellas personas que utilizarán nuestro sentimiento de culpa, nuestro dolor, para hacer de nosotros peleles incapaces de aspirar a lo que debe de ser el «leitmotiv» de todo ser humano, que no es otro que buscar la felicidad, y conseguir la autorrealización.
La culpa nos hace vivir en una constante insatisfacción, tanto con lo que conseguimos, porque nos lleva a plantearnos si realmente lo merecemos, si somos dignos para disfrutarlo; como por supuesto cuando no somos capaces de llegar. En este momento la potencia destructiva de la culpa, herramienta del ego, despliega toda su capacidad dañina. Nos machaca convenciéndonos de que no hemos trabajado lo suficiente, no lo hemos hecho bien, no lo hemos deseado lo necesario, rematando con la puntilla de hacernos creer que sencillamente, no era para nosotros, porque no teníamos derecho a ello. La culpa, la culpa, la culpa… nos convence de lo poco que somos, de los fallos que tenemos, de que debemos conformarnos con no ser felices, porque lo que nos merecemos es vivir en una sempiterna infelicidad.
Parece que buscar la felicidad, intentar alcanzar la autorrealización, son objetivos mezquinos, ya que la culpa nos lleva a creer que ser infelices y personas desdichadas es más honorable. Forma parte de nuestra tradición cultural, el entender que se viene a este mundo a padecer, a sufrir y no, a ser feliz. La culpa constantemente nos recuerda que es malo buscar la propia felicidad, el placer, la satisfacción, la autorrealización… Nos convence que esto es propio de seres egoístas, y nos hace olvidar que sólo siendo felices, sintiéndonos de completamente realizados, podremos dar lo mejor de nosotros mismos a los demás, a todas aquellas personas que nos interesan de verdad.
Al final, si no somos capaces en un momento determinado de romper con ese lastre, la culpa nos llevará a pasar sin pena ni gloria por este mundo, no nos dejará brillar, y nos impedirá sacar la mejor versión de nosotros mismos. Nos llevará a machacarnos constantemente por lo que no hemos conseguido, pero olvidándose de recordarnos los obstáculos que hayamos podido superar. Estos serán relevados por la culpa al ostracismo, ya que podrían servir como punto de agarre para impulsarnos en busca de nuestra felicidad, y esto por supuesto, nuestro ego no lo quiere.
Pero es importante ser conscientes de una realidad, y sobre todo creerlo y ponerlo en práctica mediante la acción. Nos referimos a que por supuesto se puede romper con este sentimiento, porque podemos vencer a nuestro ego, y también relegar a su valido, la culpa. Es muy importante que lo creamos, y sobre todo que lo hagamos. Está en nuestras manos revelarnos y actuar en consecuencia para luchar por lo que realmente nos hace felices, sea lo que sea. Nadie puede decirnos para qué servimos o para qué no. Nadie puede marcarnos nuestros límites, porque sólo a nosotros nos compete descubrirlos, pero para eso, tendremos que hacer para comprobar realmente dónde están y si somos capaces o no de superarlos. No dejemos que nadie jamás nos diga, «tú no puedes, tú no vales, tú no sirves». Cada uno de nosotros, con sus acciones y con sus deseos tiene q ser el responsable de su éxito, de su fracaso, de su felicidad o de su desgracia. Hazlo. Empieza desde ya. No dejes que mañana cuando mires hacia atrás y busques un hacia delante, la culpa te ciegue y te convenza de que no mereces ser feliz. Todos y todas la merecemos, pese a lo que nuestra cultura y nuestra propia religión nos han hecho creer lo contrario.
Empieza desde hoy a buscar tu felicidad, sin sentirte culpable por ello, mañana puede ser tarde. Así que sólo queda una cosa que hacer.
¡¡¡¡¡Vive!!!!!