“Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón” – Gabriele D´Annunzio
De mayor quiero ser médico, futbolista, bailarina, capitán, enfermera, bombero, policía… hasta princesa o súper héroe… pero ¿cuándo fue la última vez que de verdad quisimos ser felices? Desde que somos pequeños se nos enseña a que debemos de buscar un futuro en el que consigamos ser cosas, en el que busquemos la riqueza, el reconocimiento social, la fama, en el que lleguemos a ser lo que de nosotros y nosotras se espera. Es mejor que seamos médicos que pintores, o profesores antes que conductores… Nuestros padres en su afán de que tengamos una “buena vida” de alguna manera nos ayudan y nos animan para que busquemos el ser socialmente aceptados, para que consigamos un estatus que nos haga estar dentro de los círculos de lo recomendable…
Esto ¿está mal? Bueno, pues probablemente no. Pero habría que dar un paso más, deshaciéndonos de los prototipos sociales, optando no por lo políticamente correcto, y sí por lo que de verdad nos gusta. ¿Por qué no enseñamos a nuestros hijos e hijas que de verdad lo más importante es buscar la felicidad? ¿Por qué no los enseñamos a que tienen que luchar realmente por ser felices?
Nuestra batalla principal debería ser la de ayudar a los demás, o a nosotros mismos a descubrir qué es lo que realmente nos hace felices. ¿Por qué no nos han enseñado a buscar aquello que realmente nos llena? ¿Por qué nosotros tampoco lo hacemos con las personas que tenemos cerca, ni tan siquiera con nosotros mismos?
Hoy queremos reivindicar que como dice el refrán nunca es tarde si la dicha es buena. Con esto lo que queremos decir es que da igual la edad que se tenga, da igual el momento de la vida en el que nos encontremos. No podemos renunciar a buscar nuestra felicidad, y a luchar por ella. A hacer aquello que realmente nos apasiona. La vida es tan corta, y nos empeñamos en hacerla tan gris a veces. Nosotros mismos nos apagamos las luces, nos cortamos las alas, porque nos creemos que ya no podemos. Que somos mayores. Que no se puede cambiar. Que no tiene ya sentido luchar por hacer otras cosas. En ese momento nos auto convencemos como la zorra con las uvas, de que seguro que no estaban tan buenas, y para ello nada mejor que buscar mil excusas del tipo, ya no puedo, ahora pasó mi momento, soy mayor… todo sencillamente por no salir de nuestro círculo de confort, ya que aunque no nos guste, y nos asfixie y nos haga sentirnos pobres personas, nos es conocido, y aunque nos sintamos hasta miserables estando dentro, sabemos lo que podemos esperar, sabemos a lo que podemos atenernos. Pero esto no es otra cosa que vivir una vida a medias, llena de cobardía, llena de “seguridades” que nos empequeñecen.
Hoy queremos proponer de nuevo una revolución. Una revolución vital. Hoy queremos gritar al mundo que hay que tener pasión por lo que se hace y que por ello hay que ser valiente y valienta para buscar aquello que realmente nos proporcione esa sensación de ante todo estar vivos y vivas, pese al vértigo, pese a las cosquillas en la barriga por lo desconocido. Salir del círculo de confort, atreverse a intentarlo. Atreverse a estrellarse, aún a sabiendas de que puede doler mucho. Eso es la vida. Eso es estar vivo. ¿Por qué no queremos probarlo?¿Por qué queremos seguir viviendo como vegetales? ¿De verdad que la opción debe ser la seguridad?
Aun a riesgo de resultar de manicomio, queremos decir basta, queremos decir que no, a vivir a medias. Se acabó el tiempo de las medias tintas, de los titubeos, de los miedos. Se puede, si se quiere, y aquí y ahora nos comprometemos con la vida, con la lucha, y con la pasión. Nadie puede asegurarnos el llegar, nadie puede decirnos que sí que lo conseguiremos, pero nadie tampoco puede decirnos lo contrario. Así que nuestra opción es clara, luchar por nuestro sueño, luchar por nuestra pasión, y si morimos en el intento, al menos habremos dado todo a cambio de lo que de verdad queremos. Se acabó ser un vegetal. Se acabó ser de goma. Se acabó ser “lo que esperan que sea”. Vamos en busca de la felicidad, quien se apunte bien, y quien no, pues también, pero que luego no se queje… el círculo de comodidad, es el lugar más triste del mundo, es el sitio dónde el gris es el único color permitido ¿vas a seguir dentro, o te animas a buscar lo otro?
Si quieres algo, ve a por ello… es el único secreto.
El nueve de marzo comenzábamos una aventura con la que queríamos compartir toda una serie de vivencias, de experiencias, de pensamientos, de momentos… en definitiva con la que compartir lo que nos sucedía, contando cómo nos sucedía y compartiendo la filosofía con la que afrontábamos retos y asumíamos riesgos. La base con la que partíamos en este viaje, algo tan común como un azucarillo. ¿Quién no se ha parado a leer sus frases, y en muchas ocasiones ha sido precisamente esta lectura la que le ha servido para tener una toma de contacto con la realidad y hasta para solucionarnos el problema del día? Todos y todas los hemos utilizado y hasta nos han aliviado en algún momento, dándonos la clave que andábamos buscando. Pues precisamente los azucarillos fueron el elemento elegido para guiarnos y acompañarnos por un camino, que para qué vamos a engañarnos, en 2015 ha tenido más espinas que rosas, pero que pese a los continuos pinchazos, hemos seguido y seguido y seguido y estado y estado y estado. Nos hemos caído muchísimas veces y nos hemos levantado más.
Esta aventura comenzaba con una llamada a la acción, ya que estamos en el tiempo de los valientes y de las valientas, y os animábamos a que os “apuntarais”. Recordamos “La auténtica valentía eslevantarte por la mañana, salir a la calle y enfrentar la vida haciendo que las cosas ocurran, moviéndote, peleando, yendo y viniendo. Valentía no es decir que voy a moverme, voy a pelear, voy a ir o voy a venir, eso se llama procrastinación, y es justo lo contrario a lo que aquí hemos querido trasladar.
Hasta ahora, ha habido un total de 43 altos en el camino. Cuarenta y tres veces nos hemos parado, hemos respirado y hemos compartido la vorágine que nos ha tocado vivir durante estos meses. Hemos hablado mucho de acción, de hacer, de no esperar a que las cosas ocurran y ser nosotros quién las propiciemos, aprendiendo a adaptarnos al cambio y viendo en este oportunidades y no muros. Muchas veces hemos hablado de lo importante de intentarlo, aunque nos equivoquemos, porque siempre nos quedará el al menos haber luchado por conseguir nuestros objetivos, y por supuesto recurriendo siempre a la pasión, como el motor de nuestras existencias, reivindicando la equivocación y el error, como método de aprendizaje, ya que cuando asumimos riesgos y actuamos, por supuesto cabe la posibilidad de que nos equivoquemos y esto no significa nada más que aprender y seguir hacia adelante.
Hemos recordado que el éxito en gran medida depende de nosotros y de nuestra tenacidad, de no cansarnos, de no tirar la toalla y sí de seguir en el empeño. Hemos hablando de que las elecciones que hagamos deben de ser nuestras, y que así hemos de asumir también las consecuencias de las mismas, no dejando que sean los demás quiénes decidan por nosotros. Por supuesto hemos querido hablar sobre la importancia de reconocer nuestros errores, y de la importancia de tomarse un tiempo para reflexionar.
Caímos y nos levantamos con vosotros y vosotras y analizamos cómo un final puede traer un comienzo y porqué no hay que tirar la toalla, siendo conscientes en todo momento de lo importante que es vivir el presente y no perderse en lo que pudo haber sido y no fue, o en lo que pasará, porque no lo sabemos, no lo podemos conocer. Os invitamos a la revolución, a no soñar y a atreverse a hacer, a no dar excusas, a perder el miedo al silencio… Por supuesto tuvimos un momento para recordar a esas personas que nos ayudan y que están a nuestro lado, unas veces con más visibilidad y otras con menos.
En definitiva ha sido un año, que hemos compartido, con sus luces y con sus sombras, son sus alegrías y con sus tristezas. Un año en el que sobre todo hemos querido ser valientes, mirar hacia adelante, viviendo el presente y no dejando de hacer, de intentar, de inventar. Muchas gracias por haber estado a nuestro lado, por haber compartido nuestras reflexiones. Muchas gracias por esos azucarillos que nos habéis hecho llegar.
En definitiva, muchas gracias por haber estado, en las duras y en las maduras. A quiénes se fueron, simplemente les deseamos lo mejor, y a quiénes han llegado y sobre todo a quiénes se han quedado, decirles que nuestro agradecimiento se sincero y que la mejor manera de demostrarlo es seguir haciendo, seguir creciendo, y nunca parar.
Aquí estamos, todo preparado para compartir con todos vosotros y vosotras 2016, y para que igual que habéis estado en horas bajas, sigáis cuando lleguen las altas. ¿Empezamos a hacer nuestra lista de propósitos para este próximo año?
“De nada servirán las revoluciones sociales y culturales, si primero no hay una revolución interior” – Krishnamurti
El mes de julio ha dejado para la historia dos de los mayores hitos en lo que a revoluciones se refiere. En 1776, el 4 de julio, en el Congreso de Filadelfia, las por entonces 13 colonias que existían en el norte de América, firmaron su declaración de independencia de Inglaterra, asumiendo el nombre de lo que realmente eran, los Estados Unidos de América, reconociendo en dicho documento, el principio de igualdad (aunque en ese momento cuando hablaban de que todos los hombres habían sido creados iguales, literalmente se referían sólo a hombres y además blancos, pero lo cierto es que supuso el primer paso en el tránsito hacia el mundo contemporáneo.
Otra de las grandes revoluciones que trajo el mes de julio, fue la más conocida de todas, sí la Revolución Francesa, aquella que puso de moda la guillotina, que quiso romper con el orden estamental establecido, y ofrecer una salida que implicara dignidad para los desarrapados (sans cullotes). Fue el día 14, del mes dedicado a Julio César, del año 1789.
Pues bien, estamos en ese séptimo mes del año. Registrando temperaturas de récord, y con constantes alertas debido al calor, y además seguro que muchos y muchas estáis de vacaciones, pero hoy queremos proponeros de comencéis una revolución. Pero no una revolución cualquiera. No una revolución que signifique asaltar bastillas, o declarar zonas de independencia. Os proponemos una revolución que cambien el mundo. Sí, así es. No estamos locos, que sabemos lo que queremos.
La primera condición para cambiar el mundo, es que cambiemos nosotros, y como decía, uno de los escritores más importantes de la historia, -y padre de la “no violencia” que luego tendría tanto peso en otro de los grandes revolucionarios de la historia, Ghandi-, León Tolstoi, “la única revolución válida es la que uno hace en su interior.
Si queremos que las cosas sean diferentes. Si queremos que al finalizar el verano el mundo en el que habitamos sea otro. Si pretendemos que nuestra vida personal, profesional, familiar cambien, no podemos esperar sentados a que se produzca un milagro. Lo hemos dicho muchas veces, sólo cabe una cosa, y es que pasemos a la acción. En alguna ocasión lo hemos mencionado en esta sección, y es que Honoré Balzac, nos lo dejó bastante claro, con una estableciendo una verdad que tiene tintes de universal “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.
En nosotros está hacer que las cosas sean diferentes. No vale decir mañana. No vale pensar en que después lo haré. No, nada de eso sirve. Cambiemos nosotros y hagamos que el mundo se parezca más a lo que nos gustaría que fuera. Todo empieza por hacer, y por hacerlo aquí y ahora. El ayer no nos sirve, y el mañana no existe. Aprovecha estos días de calor. Estos días en los que parece que el tiempo se mueve a un ritmo diferente, en los que la luz nos hace ver las cosas con una claridad diferente y decide qué es lo que quieres. Y simplemente, haz tu propia revolución. Dejémosnos de excusas. Si quiero mejorar mi trabajo, tengo que empezar por ver en qué fallo y prepararme mejor. Si mi relación de pareja no funciona, tengo dos soluciones, o de verdad lo arreglo, o termino con ella, pero ni pierdo mi tiempo, ni se lo hago perder a nadie. Si quiero estar físicamente mejor, es fácil, empezar a tener una vida más sana, deporte (el que sea en función de mis gustos y posibilidades) y una dieta saludable.
Dejemos las excusas de lado. Olvidémonos del resto, hagamos nuestra propia revolución, que sólo puede comenzar por nuestro propio interior. Cambiaremos nosotros y cambiará nuestro mundo. No esperemos nada de nadie. No echemos la culpa a nadie. Empecemos por hacer y por dar, llegado el momento ya recibiremos, de una manera u otra. Y de verdad, se puede hacer.
Todo es posible, si realmente queremos y creemos en ello. Mira en tu interior, y decide cómo quieres vivir, y empieza desde ahora mismo a hacer lo necesario para que ocurra. No es fácil, pero tampoco es imposible. No seamos de ese tipo de personas que no empieza a andar un camino, porque cree que será incapaz de llegar hasta el final. Si no lo conseguimos que desde luego no sea por no habernos dejado la piel en el intento. Pensad que la recompensa no tiene precio, y que justifica todo el trabajo y todo el sacrificio. La recompensa final de esta revolución no es ni más ni menos que conseguir ser nosotros mismos de verdad. ¿Puede haber algo más bonito?