¿Renunciar? ¡Nunca!

¿Renunciar? ¡Nunca!

“Así como la vida te dio la posibilidad de soñar, también te dio la posibilidad de convertir tus sueños en realidad” – Anónimo

Es cierto que hay momentos en los que tirar para adelante cuesta más. Hay días, sería mentira decir lo contrario en los que parece que es imposible y que los molinos siempre se convierten en gigantes, a los que no podrás vencer. Creer y querer, y hacer y hacer para llegar, hay días en los que se torna difícil. Hoy aquí en el chute de positividad real más grande que podéis encontrar en la red, nos vamos a permitir tener tan sólo 30 segundos de angustia, de miedo, de inseguridad, de sensación de impotencia, porque esto también forma parte del camino. Sería mentira, y además no hablaríamos de personas, sino que de máquinas, si dijéramos que nunca titubeamos, que nunca las lágrimas inundan nuestros ojos, o que nuestra nariz no se llena de mocos… claro que eso nos ocurre, y muchas veces, porque el camino es muy complicado y porque alcanzar aquello que se busca y que se quiere no es nada fácil. Lo de pelear duro todos los días, no es un dicho, es un hecho, y todos los días, hay momentos en los que la sensación es que son muchos días, por eso tantas veces hemos hablado de la constancia, el arma definitoria para alcanzar nuestros sueños, a los que para hacerlos más realizables, recordad que decidimos llamarlos metas.

El otro día en una conversación referíamos el daño tan grande que ha podido hacer la pequeña y la gran pantalla, cuando nos muestra los cambios, los logros, las superaciones, de toda una vida, en tan sólo unos segundos. Es muy fácil decir “dos años después, 10 años después, 20 años después”, lo difícil es pasarlos, lo difícil es superarlos, lo difícil es vencerlos.

Pero está claro que hay que seguir, está claro que hay que pelear y está claro, que pase lo que pase, nosotros mismos no vamos a tirar la toalla, ni nos vamos a dar por vencidos. Hay metas que parece que conforme avanzas se alejan, es cierto, o que se esconde como cuando éramos niños y jugábamos a aquello de 1,2,3… el escondite inglés… pero nosotros no debemos de dejar de visibilizarlas.

El dolor del pecho, el asfixio en la garganta, ese nudo en el estómago, o ese martillo cincelando nuestro cerebro, es también parte del camino. Es una mochila que llevamos y que tenemos que aprender a usarla y sobre todo a sobrellevarla. Es imposible vaciarla del todo, pero lo que sí podemos es aprender a saber llevar mejor su carga. El deporte es una de los mejores remedios que podemos utilizar. Ya sabéis que muchas veces hablamos de correr, porque ese momento en el que creemos que somos incapaces de dar una zancada más, pero sin embargo la damos, nos genera una energía, una positividad, una carga que se convierte en el mejor arma contra el desasosiego o el dolor de alma.

Hay muchas cosas que nosotros o nosotras no podemos controlar. Hay cosas que se escapan totalmente, pero eso no nos debe de hacer pequeños, eso debemos de aprender a verlo como un obstáculo que hay que saltar, y si es demasiado alto para saltarlo, tendremos que aprender a rodearlo, y si no podemos rodearlo, a hacer un túnel subterráneo que nos haga dejarlo atrás. No es fácil, ya lo sabemos, lo vivimos, lo sufrimos y lo sentimos. Pero pese a todo, debemos de seguir, y debemos de hacerlo por nosotros, porque como dice el eslogan de esa conocida marca “yo lo valgo”. Ahí debemos aferrarnos. Sigamos adelante porque nosotros podemos, porque nosotros queremos, porque nosotros lo merecemos, porque sobre todo, si hay alguien en el mundo a quién no podemos engañar es, precisamente a nosotros mismos.

Hoy nos presentamos aquí, una vez más haciendo gala de nuestra inmensa humanidad, porque nos equivocamos como nadie, nos venimos abajo como cualquiera, nos duele todo como a quién más, pero hemos decidido que pese a todo… ya sabéis: secarse las lágrimas, limpiarse los mocos y tirar para adelante. El trabajo tiene que tener su recompensa, el hacer y no dejar de hacer, tiene que tener su recompensa, el caer y levantarse tiene que tener su recompensa… ese es nuestro mantra, y hasta ahora nos sirve… Nunca renuncies a lo que realmente quieres, nunca, nunca… por muy difícil o muy duro que sea lo que haya que hacer para conseguirlo, porque, sin lugar a dudas, renunciar dolerá mucho más…

Si te caes, te levantas… te sacudes, estiras el cuello, sacas pecho, sacudes tu melena al viento, y sigues… siempre sigues… siempre sigues… porque aunque creas que no puedes más, un secreto, siempre se puede un poquito más…