¡Adiós 2016, hola 2017!

¡Adiós 2016, hola 2017!

Terminamos un año que ha estado lleno de retos, de luchas, de caminos pedregosos, de espinas, de fantasmas que salían de los castillos, de aguas mansas que aprovechaban la cobardía del silencio para volverse bravas y llegar a traición, como ocurre con las riadas… un año en el que el lado oscuro pretendió golpear, y lo hizo. No vamos a decir que las rosas nos han acompañado y que sólo las risas han sido la banda sonora, no, pero sí que con eso nos quedamos, porque así lo decidimos para afrontar el 2017.

Termina un año en el que no hemos dejado de luchar ni un sólo día. Hemos caído una y mil veces, pero fieles a nuestra teoría del «tentetieso» hemos vuelto a levantarnos, como si tuviéramos un resorte que nos impulsara a subir una y otra vez. Nos hemos equivocado, y lo hemos asumido, pidiendo disculpas cuando ha sido necesario, desde la humildad de quién quiere aprender y mejorar. Echando la vista hacia atrás tomamos consciencia de que somos mejores que cuando empezó, más fuertes, y más humanos. Hemos aprendido mucho, aunque algunas veces haya sido a fuerza de bofetadas, pero lo importante es que lo hemos logrado. Hemos sobrevivido, y que se prepare el mundo, porque no vamos a rendirnos y seguiremos dando guerra.

No vamos a dejar de reflexionar con nuestros azucarillos, estandarte de esos lunes positivos que son ya marca de la casa. Mostrando las bondades del geomarketing y la utilidad que para pequeños y grandes puede tener. Poniendo nuestro granito de arena para que podáis crecer, para que la relación con vuestros clientes sea idílica. Investigaremos dónde, cómo y de qué manera hay que estar. Qué pasa con los consumidores y cómo van las audiencias. Ojo y si volviera a haber elecciones, pues nada, a cocinar encuestas, ¡que en las últimas acertamos!.

La Noche nos hará soñar en blanco, desde el centro, y siempre con nuestro comercio.  Seguiremos entonando el alirón del campeón con el rojo y el blanco horizontal. Los micrófonos seguirán siendo importantes para nosotros, y oiremos al loro de Kike cantar Serinco. Mejoraremos nuestro inglés, aprenderemos de cervezas. Seguiremos brindando con el mejor vino de la tierra, que nos lleva al Delirio. No olvidaremos que Luxury es nuestro lugar. Seguiremos estando en esas tavolas que cubren con sus manteles momentos de felicidad en restaurantes. Ayudaremos a los bytes especialistas en la uvi para que sigan ganándole la partida a los virus. El mundo de lo dulce y lo salado, seguir disfrutando de chuches y de innovaciones en el universo frutos secos… dejándonos tostar por ese sol que sale al alba, y yendo y viniendo a Barragán. Disfrutaremos compartiendo con las jóvenes mentes, aprendiendo y tal vez enseñando algo también, en la casa de la Comunicación, que la verdad, ya es también un poquito nuestra casa.

No olvidaremos nuestro trabajo y nuestra lucha, en pos de mejorar la situación de las pequeñas empresas, de los autónomos y las autónomas. Las Mujeres con Iniciativa siempre nos tendrán ahí para lo que haga falta y seguiremos al pie del cañón apoyando  en la casa del empresariado granadino, en esa Cámara que es elemento de unión para hacer que sigamos creciendo. Seguro que Networking seguirá siendo uno de los «palabros» de 2017.

Pero sobre todo prometemos seguir luchando, seguir trabajando, e intentar ser mejores día a día. Por dentro y por fuera. Buscaremos nuevos retos, nuevas aventuras, nuevos compañeros de viaje, porque queremos seguir creciendo y volando. Estos son nuestros propósitos para 2017. Y con respecto a 2016, sólo nos resta quedarnos con lo positivo y dar las gracias a todos los que estuvieron, a los que confiaron y a los que a pesar de las dificultades permanecieron. Gracias por este 2016, que pese a todo y a todas, sí, ha sido un año magnífico, y como tal lo despedimos.

 

Aprendiendo de los errores

Aprendiendo de los errores

El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia – Henry Ford

La pasada semana, planificando el marketing estratégico para el 2017 con uno de nuestros clientes del sector de la moda, hablábamos de los éxitos empresariales de las marcas que se podían utilizar como ejemplo y analizábamos qué era lo que había detrás de estos proyectos que estábamos convirtiendo en ejemplos del buen hacer empresarial, en un sector tan complicado como es el de la moda.

El debate fue muy interesante. En general se coincidió bastante en la elección de aquellas marcas que nos parecían referentes, aunque lo más interesante del debate, para el post de hoy, no fueron estos nombres (otro día hablaremos de este tema), lo más interesante fue la disertación que entablamos en torno al éxito y al fracaso. Las conclusiones a las que llegamos, fueron muy interesantes y por eso hoy queremos compartirlas en este espacio que dedicamos a hablar del mundo de la empresa y del emprendimiento.

Hay culturas, como la anglosajona en las que realmente se entiende el fracaso, y por supuesto el empresarial, como parte del proceso de aprendizaje, y simplemente como un paso lógico más en la consolidación de las personas emprendedoras, como empresarios y empresarias de verdad. De hecho para ser considerado realmente un hombre o mujer de negocios, se debe de contar con al menos algún fiasco a las espaldas. Esto hace que el miedo al fracaso, y sobre todo las consecuencias del mismo, sean mucho menores en países como por ejemplo, Estados Unidos. Esta concepción del mundo de los negocios, por tanto, hace que las personas emprendedoras se arriesguen, con mucho menos miedo, y sobre todo, que si una vez les fuera mal, no serán penalizados socialmente, ni económicamente, ni lo que puede ser más importante, entrarán en las listas negras de las entidades financieras. El no tener ese lastre y ese peso encima, propicia el que la gente se lance a hacer realidad sus proyectos empresariales, lo que lleva a que hayan podido llevarse a la práctica grandes ideas de negocios, que es muy probable que en nuestra órbita, hubieran terminado durmiendo en el sueño de los justos.

En el otro extremo, en el de los países mediterráneos, es dónde lamentablemente nos encontramos españolitos y españolitas. Vivimos en una cultura en la que el estar pendiente de lo que hace el resto, con la intención de criticar y despotricar, se convierte en deporte nacional. Hacer escarnio público de la desgracia ajena, dar charlas magistrales acerca de cómo debería haber actuado o no (lo más gracioso, lo hace gente que nunca ha hecho nada, y que no ha movido un dedo), y proclamarse sustentadores de la razón absoluta, es lo que parece alimentar a muchos y a muchas, que por suerte o por desgracia, nunca hicieron nada.

Con este panorama, poco propicio al aliento y a la comprensión, la idea de que nuestro negocio no funcione, se convierte en una de las principales barreras con las que nos encontramos a la hora de llevar a cabo nuestros proyectos, ya que el error (fracaso, cierre, etc) no se entiende como algo lógico, que forma parte de la vida de las empresas, sino que se convierte en una losa difícil de levantar y superar. La propia sociedad hace que nos produzca vergüenza el reconocer que las cosas no nos han ido todo lo bien que esperábamos. Y en vez de aprender de lo que no hemos hecho bien, o de lo que podemos mejorar, lo que hacemos es cerrarnos en el fracaso, avergonzarnos y rechazar la idea en muchos casos de volver a intentarlo “por no tener que volver a pasar por lo mismo”. Ahí es dónde radica nuestro principal fallo. Decimos nuestro principal fallo, ya que como empresarios y empresarias, o autónomos o emprendedores, el miedo al fracaso, al escarnio público que muchas veces se produce, y a que nos ninguneen por no haber podido salir adelante, se convierte en el principal hándicap para precisamente, llegar a buen puerto.

La herramienta con la que contamos para luchar contra esta realidad no es otra que la convicción, el creer en nuestro proyecto, el convencimiento de que hay que darlo todo para conseguirlo. Nuestra motivación para recorrer el camino, es nuestra mayor arma. Y si no sale a la primera, ya saldrá a la segunda, o a la tercera, o a la que haga falta. Con la fuerza necesaria siempre seremos capaces de levantarnos una vez más de las que caigamos. Y con respecto a los demás “que les den, ande yo caliente, ríase la gente”.

El mundo hubiera sido diferente si grandes empresarios y empresarias, que partieron de fracasos estrepitosos, no hubieran seguido hacia adelante aprendiendo de los errores. Por mencionar sólo algunos nombres: Ford, Walt Disney, Steve Jobs, J.K. Rowling, OprahWinfrey o Mary KayAsh.

 

https://www.youtube.com/watch?v=OBpv7QqN8Mg

 

 

 

Así comenzamos a hacernos grandes

Así comenzamos a hacernos grandes

“Quien quiere hacer algo, encuentra un medio, quién no quiere hacer nada, encuentra una excusa” – Proverbio Árabe

A veces le damos mucha importancia a las grandes obras, las grandes frases, las grandes personas… el término grande, magnifica lo que hay a nuestro alrededor y porqué no decirlo, a veces hace que nos sintamos muy, muy, muy poquita cosa.

Parece que lo grande es lo que importa, y que sea como sea, lo que tenemos que hacer es buscar esa grandeza. Si no llegamos a ella habremos fracasado, pero ¿eso es del todo cierto? ¿es siempre así? Nuestra respuesta es que no. Y vamos a explicar porqué no…

Nada nace grande, nada. Todo aquello que nos parece tremendo, ya sea una persona, un edificio, una maravillosa película o un libro, hubo un momento en el que no fue nada, y poco a poco se fue convirtiendo en algo grande. Con esto lo que queremos decir es que las grandes obras se construyen ladrillo a ladrillo, piedra a piedra, fila a fila… no podemos pretender que por generación espontánea surjan. Esta apreciación que realmente no tiene nada de original, porque es una auténtica perogrullada -disculpad por ella-, a veces, simplemente la obviamos.

Como decía esta gran verdad, parecemos olvidarla muy a menudo. Olvidamos que cuando queremos llegar a un quinto piso, hay que pasar por el primero, por el segundo, tercero…Muchas cosas de las que queremos hacer, ya sea a nivel personal o profesional, son nuestro auténtico quinto piso… y como las vemos tan altas, allí arriba, pensamos que no podemos llegar a asomarnos al balcón que nos está esperando en lo más alto, porque es demasiado para nosotros. Y si lo vemos así, tenemos razón, pero es que no es así como hay que afrontarlo. Imaginad si Miguel Ángel cuando recibió el bloque de mármol de Carrara hubiera pensado que era imposible sacar de ahí a su Piedad… o los constructores de catedrales góticas, que todavía no podemos más que maravillarnos de ver y disfrutar lo que fueron capaces de construir, básicamente con sus manos y con unas herramientas arcaicas… sin luz, sin electrónica, sin ordenadores, sin TIC`s… ¿a que nos resulta cuánto menos impresionante? Pues bien, ¿por qué esa racionalidad que aplicamos a estas cuestiones, no nos la aplicamos a nosotros mismos y mismas?

Un ejemplo muy claro y que de alguna manera muchos y muchas de nosotros hemos vivido. Dejar peso. Dejar peso cuando el reto que tienes por delante, supera los 20 kilogramos. Qué pereza da, verdad… es cierto, nos encantaría tomar la pastillita de la felicidad que hiciera que cuando nos despertáramos, esos kilos hubieran desaparecido. Y no tener que pasar por duro ejercicio, por aprender a comer de nuevo, por olvidarnos de todos esos dulces y bollerías, que además son absolutamente negativos para nuestra salud. Pero si no empezamos… en vez de 20, nos sobrarán 30… Lo mismo pasa con cualquier cosa que queramos. Nada aparece o desaparece por arte de magia, y además es mejor, porque el esfuerzo es un elemento muy importante para reconocer el valor de las cosas que se consiguen. Lo dado o lo regalado, en muchas ocasiones no sabemos valorarlo, pero aquello que logramos con esfuerzo, eso sí que somos capaces de verlo, entenderlo y asumirlo en la realidad de su magnitud.

Así que la cuestión es fácil. ¿Podemos cambiar? Por supuesto. Pero para ello hay que empezar, y no vale hacerlo mañana. Hay que hacerlo ya. Empezando por pequeñas cosas, pequeños detalles, superando pequeños retosy poco a poco, cada vez serán mayores, hasta alcanzar el objetivo. Subiremos nuestro primer piso, llegaremos a la segunda planta, pasaremos la tercera, alcanzaremos la cuarta y finalmente desde la terraza de ese quinto, miraremos hacia abajo para sentir la satisfacción del deber cumplido y del trabajo bien hecho.

Antes de terminar, sólo un apunte. Igual que hay que empezar por las pequeñas cosas, para alcanzar las grandes, lo mismo hemos de hacer con las personas que nos rodean. Es decir, puede que haya quien de pronto nos de algo muy grande… pero a quien hay que agradecerle de verdad, es a quien está ahí, día tras día, poniendo su granito de arena, dedicándonos su tiempo,consolándonos cuando lo necesitamos, tirándonos de las orejas si fuera necesario, o dándonos ese empujón que a veces nos falta cuando el miedo o la falta de fe en nuestras posibilidades nos quiere hacer desistir. Llegar un día y hacer algo estupendo puede ser muy fácil. Lo difícil es permanecer y poco a poco estar ahí.

Así que gracias para quiénes formáis parte del poco a poco de quienes suscribimos este azucarillo que como cada semana, sólo pretende hacer que nos movamos y que vayamos a conseguir aquello que queremos,sin miedo, y sin dilación, y sólo pensando en que lo hacemos por nosotros.

https://www.youtube.com/watch?v=iOVHEigYstw

 

El aquí y el ahora

El aquí y el ahora

«El problema es que pensamos demasiado en lo que pasó y en lo que pasará, cuando lo importante es lo que está pasando» – Anónimo

No es la primera vez que hablamos del aquí y del ahora, de aprender a vivir el momento y ser plenamente conscientes de que no existe nada más y que además, no se va a volver a repetir.

El ser humano juega con la memoria, o mejor dicho jugamos con la memoria y con el increíble poder de la rememoración. Tenemos la capacidad de traer al momento actual las mismas emociones que vivimos en un pasado, ya sean buenas o malas, ya nos hagan sentir felices o tristes, o fuertes o melancólicos, o grandes o insignificantes. Pasamos tanto tiempo rememorando lo que fuimos, lo que tuvimos, lo que quisimos, o lo que sentimos, que olvidamos que lo que de verdad tenemos es el aquí y el ahora. Muchas veces aferrarnos a estas emociones nos lleva a que el miedo se haga fuerte en nosotros. El miedo al fracaso, al dolor, al error… y entonces cuando el miedo es el que asume el control, provoca una huida, y de esta manera no nos centramos en vivir el momento, en disfrutarlo, en saber ser y estar, aquí y ahora. Nos refugiamos en lo que fue o nos esperanzamos en lo que puede ser, todo con tal de no afrontar lo que es.

Algunas veces pensamos que porqué no se incluye una asignatura transversal en la educación obligatoria, en la que se nos enseñe a saber estar en el momento. Aprender a disfrutar de estar en el aquí y en el ahora. Saber ser en el momento justo en el que se vive. Sin perderse en el ayer, o sin ensoñar en el después, en el mañana, en el futuro.

No somos conscientes de lo mucho que nos perdemos. Hay incluso quien sin darse cuenta, pierde la vida entre el ayer y el mañana, sin ser consciente de que su existencia está carente del ahora. Tenemos la  jodida costumbre de estar ausentes de nuestro presente, incluso por cosas pequeñas, pero que nos alejan de nuestro aquí. Cuántas veces estamos con amigos pensando en lo que vamos a hacer después, y cuando estamos en ese después, nos dedicamos a pensar en nuestros amigos y estar con ellos… nos perdemos, perdemos constantemente la posibilidad de tomar conciencia y de dedicar el cien por cien de nuestra energía y de nuestro yo a vivir y disfrutar del aquí y del ahora.

Y lo contamos en primera persona, porque por supuesto que también nos pasa. Estamos demasiado socializados en no saber estar en el momento, tanto que aún siendo conscientes de que hay que hacerlo, lo cierto es que cuesta horrores ser capaz de soltar el lastre del chip instalado en nuestro mismísimo cerebro. Pero en las ocasiones en las que se es capaz de hacerlo, de centrar toda nuestra energía en el momento y además, disfrutarlo y ser consciente de que no quieres estar en otro lugar, ni en otro momento, ni en otra compañía, es una experiencia tan potente que llega a asustarnos. Evidentemente la falta de costumbre no juega a nuestro favor.

Vivamos por tanto, el aquí y el ahora, sintiéndolo en todo su esplendor, en toda su plenitud. ¡Vamos!

https://www.youtube.com/watch?v=bDBVD9KPHHU

Y si no tuvieras miedo, ¿qué harías?

Y si no tuvieras miedo, ¿qué harías?

“No tengas miedo de avanzar y arriesgarte. Ten miedo de no hacer nada y quedarte en el camino” – Anónimo

Esta semana queremos hablar del miedo, esa emoción humana que nos paraliza, nos convierte en conejillos asustados, o en avestruces haciéndonos esconder la cabeza. Es probablemente una de las emociones que menos sabemos controlar, que más nos domina, a veces sin ni siquiera ser conscientes de ello. Esa sensación de angustia que nos provoca, que muchas veces es más imaginaria que real, hace que dejemos de buscar nuestras metas, que dejemos de andar nuestro camino, para quedarnos en nuestro pequeño círculo de comodidad, que bueno o malo, nos es conocido.

El miedo hace que no te atrevas a hacer cosas en las que probablemente podrías tener éxito, pero la angustia ante el fracaso (miedo) hace que no te atrevas y quién sabe, que a lo mejor no seas ese artista, esa bailarina, ese pintor o esa motorista… nunca sabrás si podías o no haber llegado, porque tu miedo a no conseguirlo, impidió que lo intentaras…

Otro miedo es a lo desconocido. El resultado que provoca es el mismo. La inacción por temor a lo que pueda pasar, a lo que me pueda encontrar, a lo que pueda aparecer, a lo que pueda descubrir…

¿Y qué decís del miedo al ridículo? A que se rían de mí. A que no me tomen en serio. A que crean que como profesional no estoy a la altura, a que no sé contar chistes, cantar, o bailar… mejor de verdad, quedarse quitecito o quietecita, a ser posible en un discreto segundo plano y así no habrá que enfrentarse a la posibilidad de que haya quien se burle o quien se ría, o quien bromee con lo que hacemos, o con cómo nos movemos…

Ahhhhh el miedo, ese malvado que nos hace ser grises cuando tal vez podríamos brillar. Que nos hace dejar de reír, de sentir, de gritar, de ser libres, en definitiva de ser nosotros mismos. Claro está, es que el miedo es muy malo. ¿Verdad? Pero una pregunta ¿qué hacemos para luchar contra el miedo? ¿Cómo lo enfrentamos? ¿O es que simplemente muchas veces lo utilizamos como excusa, ya que nos viene muy bien, para así poder justificar ante el mundo ante nosotros mismos, simple y llanamente nuestra cobardía? Sinceramente, muchas veces sí. Aunque claro está, no faltarán las voces que lleguen a explicar que se trata de prudencia, se trata de sensatez, se trata de precaución… jajajaja… vamos a llamar a lo blanco, blanco y a lo negro, negro, es COBARDÍA.

Cierto es que existe o debe existir dentro de nosotros el respeto, es decir la capacidad de analizar y valorar lo que vamos a hacer, lo que vamos a emprender, para de esta manera, intentar hacerlo de la mejor forma posible. Para que lo hagamos intentando que las posibilidades de éxito sean mayores. Pero eso es respeto, y es positivo, no es miedo, porque el miedo, siempre es negativo, básicamente porque te anula como ser humano, te arrincona y lo que es peor, te hace creer que esa es la mejor opción, la de la prudencia… repetimos, como las natillas, jajajajajaja. ¿Prudencia?

Lo cierto es que el no enfrentar nuestros temores, nos lleva a la mediocridad, a no alcanzar nuestra verdadera felicidad, a no ser capaces de llegar a ser todo aquello en lo que nos podemos convertir. Si somos capaces de dar el paso y abandonar lo que nos da confort, lo que no nos asusta, estaremos a un tris de abrir la puerta a infinitas posibilidades. No olvidemos que las personas ganadoras, no tienen miedo de perder, porque fracasar es sólo parte del proceso del éxito, sólo tenemos que ser capaces de seguir adelante.

El ejercicio que os proponemos esta semana es bien fácil y a la vez el más difícil del mundo. Vamos a atrevernos a decir, al menos tres cosas que haríamos si no tuviéramos miedo. Miedo al fracaso, a lo desconocido, a errar, a hacer el ridículo, a caerme…. Al menos tres… ¿Somos valientes al menos para reconocerlas? Está claro que ese será el primer paso en el camino hacia vencerlas. Pasad buena semana y no olvidéis este ejercicio. Sed valientes. La recompensa es nada más y nada menos que LA FELICIDAD.