El poder de la “milno” o el vuelo del ave fénix.
“La vida es un constante proceso, una continua transformación en el tiempo, un nacer, morir y renacer” (Hermann Keyserling)
Si estamos en cualquier sitio del mundo y te hablan de cerveza en botella verde, podrás pensar en Carlsberg, que para eso se gastó una cantidad indecente esta maca danesa, durante años en decirnos a través de sus personajes “Carls” y “Berg”, que era “posiblemente la mejor cerveza del mundo”, o tal vez podrás pensar en una Heineken. Pero dentro de este universo verde cervecero, hay una muy especial que llegó casi de puntillas, que además es española, granadina a más señas. Si estás en Granada y en otras muchas ciudades de España, cuando pides “una verde”, estás pidiendo una Alhambra 1925, o si apuramos “una milno”.
Esta cerveza que ha conseguido hacerse un hueco en el complicadísimo mundo de las cervezas de valor añadido, además de ser hoy en día la punta de lanza y la bandera de la marca granadina de cervezas, en su momento, cuando nació fue su salvación. Alhambra estaba al principio de la década de los 90 en la UVI, en una situación terminal y esta cerveza de alta graduación y de sabor potente, que no sirve para tapear, porque “se sube mucho a la cabeza”, supuso el que resurgiera de sus cenizas, cual Ave Fénix. La “milno”, le dio el empuje, la presencia en el mercado, la notoriedad de marca, y por supuesto las ventas que hicieron que la fábrica pudiera seguir adelante, y que la marca en vez de desaparecer tuviera una notoriedad cada vez mayor en el mercado.
Pensar en esta cerveza de color tostado y de sabor fuerte, que viene en esa elegante botella de cuello largo y esbelto, además de acelerarnos el proceso de salivación, al estilo del “perro de Pavlov”, nos puede hacer reflexionar acerca de lo que supone resurgir de las cenizas, acerca de lo que supone reinventarse, acerca de lo que supone renacer.
Hay muchas situaciones en esta vida que te pueden llevar a ese estado de vegetal, tanto en el terreno personal, como en el profesional. Te conviertes en un encefalograma plano y sencillamente te dejas llevar… no tomas tus decisiones… no haces nada… te conviertes en un mero espectador de tu propia existencia. Tan triste, pero tan duro como suena. Dejas de creer, se te olvida lo que te llevó a los sitios, lo que hizo que tuvieras metas, y simplemente pierdes la pasión. La pasión por la vida, por las cosas, por las personas, por todo. En ese momento, dejas de tener alma, y pasas a ser un espantapájaros que sólo quiere que el tiempo le pase, y que se comporta exactamente igual que hacen estos inventos en los campos. Nada. Estar quietos. Estar parados. Dejar que todo pase por encima, por delante, o por los lados.
Pero esta situación se pude revertir. No tienes porqué quedarte así esperando a que la vida te pase. No. Puedes recuperar la pasión, puedes recuperar las ganas, en definitiva puedes recuperar la vida. Sólo necesitas querer empezar a andar. Así dicho es cierto que puede parecer una arrogancia y que alguien podría decir, sí, claro, tan fácil que es decirlo, pero ¿quién lo hace? Pues a quien piense así le decimos que todos los días millones de personas anónimas en el mundo toman la decisión de hasta aquí hemos llegado, y optan por vivir. Encuentran ese motivo que les lleve a empezar a cambiar. A empezar a hacer cosas. A empezar a moverse. Esa motivación, esa pasión que hace que vuelvas a creer y a querer. Es un proceso, y no es ni fácil, ni cómodo, ni rápido. Pero se puede hacer. El secreto está en comenzar a hacer cosas y a no parar en ningún momento, aunque al principio sean pocas. Es lo mismo que el running que está ahora tan de moda. Lo primero es calzarte las zapatillas y salir a la calle con la intención de moverte. Así el primer paso estará dado. Después empezarás a caminar, y lo irás intercalando con carreritas, y verás como te asfixias, y como no puedes con tu alma, pero el secreto está en no parar en seguir. Al día siguiente volverás y ya la agonía será menor. Así poco a poco, hasta que casi sin que te des cuenta, seas capaz de correr una maratón, más de 40 kilómetros, recordémoslo. Y para ello no necesitas ser deportista profesional. Sólo querer hacer, sólo querer cambiar, sólo querer vivir.
Busca tu “milno” particular, busca tu pasión, busca eso que haga que empieces a cambiar, que empieces a moverte, en definitiva, busca aquello que te haga vivir. Y ahora, a vuestra salud, nos vamos a brindar con una Alhambra Reserva 1925, porque realmente, esta sí que puede ser la mejor cerveza del mundo. Y esto, también es vida.