Empezamos 2016 con esa mágica carta que todos y todas hemos escrito alguna vez, incluso estamos quiénes seguimos haciéndolo, en el que hacemos nuestras peticiones a los magos que vienen siguiendo una estrella, para que nos traigan aquello que deseamos. Desde el grial hemos querido comenzar también así el año, escribiendo nuestra particular carta a los de Oriente, en la que vamos a pedir deseos, mezclándolos con propósitos… Estamos en los primeros días de un nuevo año, y lo que procede es precisamente eso, listas de deseos que se complementan con listas de propósitos.
En primer lugar a sus majestades de Oriente les vamos a pedir valentía. No sé si puede venir acompañada del oro, del incienso, o de la mirra, pero es muy necesaria. Afrontamos un nuevo año, en el que los cambios han de llegar. En el que es importante que sigamos asumiendo retos, para así poder seguir creciendo y para todo ello, la valentía es absolutamente necesaria. Valentía para saber decir sí. Valentía para perseguir nuestros sueños. Valentía para ser capaz de afrontar nuevos retos, de abrir nuevas puertas, de iniciar nuevos caminos.
También le vamos a pedir a esos tres barbudos que viajan en camello que nos traigan pasión e ilusión, porque sin la una y la otra difícilmente se puede avanzar y menos aún hacerlo disfrutando de lo que hay que disfrutar, del camino, del poco a poco, de cada paso que se da, de cada pequeña meta que se consigue, de cada obstáculo que se salta, cada muro que se derriba…
Otro de los regalos que querríamos que nos trajeran es la humildad. Es el condimento necesario para poder hacer frente a esos propósitos que nos planteamos de cara a este año que recién acabamos de estrenar. Engañosamente nos han enseñado a vivir creyendo que la arrogancia y la prepotencia es lo que nos hace fuertes, y nada más lejos de la realidad. Si hay algo que nos hace débiles es sinceramente el mostrarnos superiores a los demás, porque nos hará perder la capacidad de aprender de toda aquella persona que se acerque a nuestra vida, con la que nos crucemos en nuestro camino. La humildad nos permitirá aprender, conocer, valorar más al resto, y por supuesto nos dará el valor para pedir ayuda cuando la necesitemos y sobre todo para reconocer nuestras faltas, nuestros errores o nuestro desconocimiento. Esa humildad que tiene que venir por supuesto acompañada del agradecimiento para todas aquellas personas que siempre están, se las vea o no, y nos ayudan a seguir adelante.
Si sus majestades tienen a bien traernos estos regalos, estaremos más que en disposición de poder afrontar los propósitos que nos planteamos para 2016.
Queremos ser más constantes, lo importante no es empezar algo, lo importante es continuarlo, día a día, nos apetezca más o menos, nos proporciones más rédito o menos, pero seguir en el empeño.
Otro propósito fundamental es dejar a un lado la procrastinación. Las cosas se hacen cuando se tienen que hacer. Ese dicho tan, pero que tan español, que es consustancial a nuestra propia idiosincrasia, el “lo hago mañana, lo hago después” tiene que desaparecer de nuestra forma de ser, de nuestra forma de actuar. No más mañana, y mucho más ahora, en este momento,¡¡¡ ya!!!
Siguiente propósito, ser de verdad, buscar la autenticidad. Dejarnos guiar por lo que queremos ser, por lo que queremos vivir, y alejarnos de esos corsés que nos impiden ser lo que realmente somos y ser cómo realmente queremos ser. Abandonar lo pre-establecido, olvidándose del deber ser, y disfrutando mucho del es. Reivindiquemos el ser, el hacer, el ya, el ahora. Saltemos muros, abramos puertas, y vivamos, elijamos ser de carne y de hueso. Con arrugas, con michelines, con bolsas en los ojos, o por el contrario con cutis divinos, y cuerpos esculturales. Da igual, no importa, lo que realmente es importante, es que seamos de verdad, seamos nosotros mismos, y que elijamos nuestro camino, no el que nos imponen.
Y además, queridos reyes, ya que este año 2015 hemos sido tan buenos y tan buenas y pese a lo duro que ha sido nos hemos portado tan bien, si podéis traernos un poquito de suerte, un algo de dinerillo y un bastante de salud, nos alegraría mucho.
Gracias majestades, por supuesto encontraréis galletas y leche para vosotros y agua para vuestros sedientos camellos, allí donde siempre, para que podáis reponer fuerzas en una noche de trabajo que vale por todo un año.
El nueve de marzo comenzábamos una aventura con la que queríamos compartir toda una serie de vivencias, de experiencias, de pensamientos, de momentos… en definitiva con la que compartir lo que nos sucedía, contando cómo nos sucedía y compartiendo la filosofía con la que afrontábamos retos y asumíamos riesgos. La base con la que partíamos en este viaje, algo tan común como un azucarillo. ¿Quién no se ha parado a leer sus frases, y en muchas ocasiones ha sido precisamente esta lectura la que le ha servido para tener una toma de contacto con la realidad y hasta para solucionarnos el problema del día? Todos y todas los hemos utilizado y hasta nos han aliviado en algún momento, dándonos la clave que andábamos buscando. Pues precisamente los azucarillos fueron el elemento elegido para guiarnos y acompañarnos por un camino, que para qué vamos a engañarnos, en 2015 ha tenido más espinas que rosas, pero que pese a los continuos pinchazos, hemos seguido y seguido y seguido y estado y estado y estado. Nos hemos caído muchísimas veces y nos hemos levantado más.
Esta aventura comenzaba con una llamada a la acción, ya que estamos en el tiempo de los valientes y de las valientas, y os animábamos a que os “apuntarais”. Recordamos “La auténtica valentía eslevantarte por la mañana, salir a la calle y enfrentar la vida haciendo que las cosas ocurran, moviéndote, peleando, yendo y viniendo. Valentía no es decir que voy a moverme, voy a pelear, voy a ir o voy a venir, eso se llama procrastinación, y es justo lo contrario a lo que aquí hemos querido trasladar.
Hasta ahora, ha habido un total de 43 altos en el camino. Cuarenta y tres veces nos hemos parado, hemos respirado y hemos compartido la vorágine que nos ha tocado vivir durante estos meses. Hemos hablado mucho de acción, de hacer, de no esperar a que las cosas ocurran y ser nosotros quién las propiciemos, aprendiendo a adaptarnos al cambio y viendo en este oportunidades y no muros. Muchas veces hemos hablado de lo importante de intentarlo, aunque nos equivoquemos, porque siempre nos quedará el al menos haber luchado por conseguir nuestros objetivos, y por supuesto recurriendo siempre a la pasión, como el motor de nuestras existencias, reivindicando la equivocación y el error, como método de aprendizaje, ya que cuando asumimos riesgos y actuamos, por supuesto cabe la posibilidad de que nos equivoquemos y esto no significa nada más que aprender y seguir hacia adelante.
Hemos recordado que el éxito en gran medida depende de nosotros y de nuestra tenacidad, de no cansarnos, de no tirar la toalla y sí de seguir en el empeño. Hemos hablando de que las elecciones que hagamos deben de ser nuestras, y que así hemos de asumir también las consecuencias de las mismas, no dejando que sean los demás quiénes decidan por nosotros. Por supuesto hemos querido hablar sobre la importancia de reconocer nuestros errores, y de la importancia de tomarse un tiempo para reflexionar.
Caímos y nos levantamos con vosotros y vosotras y analizamos cómo un final puede traer un comienzo y porqué no hay que tirar la toalla, siendo conscientes en todo momento de lo importante que es vivir el presente y no perderse en lo que pudo haber sido y no fue, o en lo que pasará, porque no lo sabemos, no lo podemos conocer. Os invitamos a la revolución, a no soñar y a atreverse a hacer, a no dar excusas, a perder el miedo al silencio… Por supuesto tuvimos un momento para recordar a esas personas que nos ayudan y que están a nuestro lado, unas veces con más visibilidad y otras con menos.
En definitiva ha sido un año, que hemos compartido, con sus luces y con sus sombras, son sus alegrías y con sus tristezas. Un año en el que sobre todo hemos querido ser valientes, mirar hacia adelante, viviendo el presente y no dejando de hacer, de intentar, de inventar. Muchas gracias por haber estado a nuestro lado, por haber compartido nuestras reflexiones. Muchas gracias por esos azucarillos que nos habéis hecho llegar.
En definitiva, muchas gracias por haber estado, en las duras y en las maduras. A quiénes se fueron, simplemente les deseamos lo mejor, y a quiénes han llegado y sobre todo a quiénes se han quedado, decirles que nuestro agradecimiento se sincero y que la mejor manera de demostrarlo es seguir haciendo, seguir creciendo, y nunca parar.
Aquí estamos, todo preparado para compartir con todos vosotros y vosotras 2016, y para que igual que habéis estado en horas bajas, sigáis cuando lleguen las altas. ¿Empezamos a hacer nuestra lista de propósitos para este próximo año?
Es tiempo de hacer un pequeño alto en el camino. Tomarnos un momento para respirar, tomar aire, ser conscientes de dónde venimos y fijar nuestra mirada hacia dónde queremos seguir. Vivamos el presente siendo conscientes de que somos los y las auténticas protagonistas de nuestras vidas. No nos limitemos a ver cómo suceden las cosas, si no que hagamos que sucedan y participemos de ellas.
Hacer un alto no es parar, y tiene que servirnos para agradecer hoy más que nunca a los que nos dan, a quiénes nos ayudan, a todas esas personas que nos regalan su tiempo. Gracias a quiénes confían en nosotros y nos alientan con esa confianza para seguir adelante.
No olvidemos que para recibir hay que dar, hoy mañana y siempre. Así que demos amor, obediencia, cariño, tiempo… demos mucho. No sólo en estas fechas, sino que todo el año.
Por lo pronto este alto, hoy nos lleva a desear lo mejor para todas aquellas personas que habéis tenido a bien compartir con nosotros vuestro tiempo.
Recuerda, vive solo el presente, porque el pasado ya se fue, el futuro no sabemos lo que traerá. Lo único real es el aquí y el ahora. Disfrútalo. Vívelo.
“El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad” – Ana María Matute
Penúltimo azucarillo del año. Parece mentira pero ya estamos despidiendo a 2015. Se va siendo un gran año, aunque empezó siendo lo peor de lo peor. Pero ¿por qué ese cambio? Muy fácil, PORQUE HEMOS QUERIDO.
Este año pasará a la historia por ser el del cambio, el de la evolución, el de crecer, el de querer y el de creer. Durante todas estas semanas, hemos ido hablando de que cuando realmente existe la voluntad, existe el convencimiento y la motivación necesarias, nada es imposible, porque nos crecemos ante las dificultades, nos hacemos fuertes, nos caemos y nos levantamos.
No hay excusa porque lo que tiene que haber es el valor necesario y la ganas para salir del círculo de comodidad, para dejar de autocomplacernos, de darnos pena de nosotros mismos, de esperar a que vengan a salvarnos, porque nadie va a hacerlo por nosotros. Hay que querer, hay que creer y sobre todo hay que hacer.Es muy duro, porque no vale que sea un único día, no vale que sea un rato, tiene que ser siempre, y eso cuesta, cuesta mucho, pero se puede si se quiere y no hay que ser ni superman, ni superwoman para hacerlo. La gente corriente, como tú y como yo, como el tendero de la esquina, o como la señora de la peluquería, tienen dentro de sí la fuerza suficiente para ser capaces de levantarse, después de haberse caído.
No te de miedo el fracaso, porque un fracaso siempre entraña el éxito de haberlo intentado y porque siempre supondrá que estuviste allí. Lo que tendría que darnos pavor es el asustarnos antes de comprobar si podemos o no, por el miedo al qué dirán, al fracaso, a hacer el ridículo, a que se rían de nosotros… No seamos seres inocuos, no seamos personas grises que pasan por el mundo de puntillas para no hacer daño y para que no te lo hagan. No, no, y no. Busca brillar, buscar hacer lo que quieras, lo que te guste. Que nadie te diga que no vales para esto o para lo otro, si es lo que quieres inténtalo, disfrútalo, y si no llegas, pues no pasa nada, porque lo has intentado, lo has vivido y lo has disfrutado. Las cicatrices que nos quedan de los intentos fallidos, de los fracasos cosechados, son nuestras joyas más preciadas. En vez de avergonzarnos e intentar maquillarlas con excusas, aprendamos a lucirlas y a mostrarlas con orgullo. Sí, yo lo intenté, no me salió, fue un desastre y no lo conseguí. Pero disfruté mientras lo perseguía, mientras lo luchaba, y tuve el valor y el coraje de ir a por lo que quería.
Este año hemos aprendido a creer en nuestras auténticas posibilidades, a aprender a saltar los límites que nos marcan propios y extraños, y a buscar cuáles son realmente esas líneas que no podemos atravesar. Pero las nuestras, no las de nadie, las que nosotros comprobamos que no podemos sobrepasar, pero pese a eso lo intentamos, y lo intentamos y nos sorprendemos porque a veces, hasta esas barreras caen y los límites se alejan y se vuelven mayores desafíos.
Sí 2015 ha sido el año del fénix, el año de resurgir de las cenizas, el año de bajar la mirada con humildad, apretar los dientes y dar ese paso adelante para enfrentarnos al mundo. El miedo existe, la preocupación está, pero ante eso ahora ponemos acción, buscamos soluciones, recurrimos a la creatividad, a lo diferente, incluso a lo socialmente incorrecto. En 2015 hemos aprendido a vivir, a vivir soportándonos, a vivir perdonándonos, a gritar al mundo nuestras imperfecciones, porque no somos dioses, sino que muy humanos, y porque somos lo que somos y trabajamos para mejorar en lo que no nos gusta.
2015 ha sido el año de perder el miedo al cambio. El año en el que hemos decidido girar y girar la noria, porque estando parados no se va a ningún sitio.
2015 ha sido el año de “trabajar como si no necesitáramos dinero, amar como si nunca nos hubieran herido, y sobre todo y ante todo, 2015 ha sido el año de bailar como si nadie nos estuviera viendo, porque hemos buscando ser de verdad, hemos querido quitarnos las caretas y hemos decidido que sólo se vive una vez y que los momentos son únicos e irrepetibles, estén llenos de dolor o de alegría, pero todos hay que vivirlos, sentirlos y saber disfrutarlos.
2015 ha sido un gran año, porque nos ha dado la gana, simplemente.
“Sólo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer, y principalmente vivir.” – Dalai Lama
Hay algo que parece tan fácil, pero que los seres humanos complicamos en sobremanera y es sencillamente el ser capaces de vivir en el aquí y en el ahora. Nos pasamos la vida moviéndonos en la línea del tiempo, al menos de forma emocional, a través de nuestro consciente e incluso con la inestimable ayuda de nuestro subconsciente. Capacidad única del ser humano para tener el cuerpo en un sitio, y viajar hacia cualquier otro con su cabeza.
Con respecto al pasado tendemos a machacarnos con lo que pudo haber sido y no fue. Volvemos constantemente con la idea errónea de que este viaje nos permitiría cambiar algo, para así poder tener un presente futuro. Está claro que esto es imposible, pero lo que sí es cierto que esa culpa por aquello que hicimos o no hicimos, nos la traemos constantemente al presente, revivimos ese dolor, esa angustia, y lo cierto es que nos sirve sólo como coartada perfecta para anclarnos en el tiempo pasado y no hacer nada en el presente. Lamernos las heridas, llorar por lo que perdimos, o por lo que nunca tuvimos.
El ser humano, en un momento dado, necesita experimentar esas emociones, por supuesto, pero lo que no puede hacer es quedarse a vivir en ellas. Si nos equivocamos, si hicimos algo mal, porque estemos toda la vida flagelándonos, no vamos a cambiar lo que hicimos o lo que no. Por tanto, ¿qué es lo que hay que hacer? ¿olvidar sin más? No, eso tampoco funciona.
La hoja de ruta es clara. Lo que hay que hacer lo primero es reconocer que se actuó mal. Lo segundo asumirlo. Lo tercero intentar saber porqué se hizo, y cuarto, a partir de ahí, aprender lo que sea posible, y dejarlo atrás, quedándonos sólo con la enseñanza y desechando el dolor.
Este ejercicio la primera vez que nos ponemos a hacerlo, por experiencia, no resulta nada sencillo. En el fondo nos es más cómodo, quedarnos regodeándonos en nuestra miseria, en nuestra pena y en nuestra desgracia, ya que como decíamos más arriba, son sin lugar a dudas, los aliados perfectos para no hacer nada en el presente. Pero esto no nos lleva a ningún lado. Sólo a ser cada vez más desgraciados y desgraciadas, a hundirnos más por nosotros mismos, sin necesitar ni siquiera una ayuda externa. La autodestrucción se convierte en nuestro leitmotiv, y somos incapaces de actuar en el presente. Por desidia, por resentimiento, por culpa… en definitiva, por todo y por nada.
Y si malo es estar anclado en el pasado, viajar al futuro, sin pasar por el presente, tampoco es algo que nos ayuda a tener una vida más plena. Casi este caso es peor que el anterior. Podemos vivir en una angustia vital continua, pensando en todo aquello que nos puede suceder. En la enfermedad, en que nos abandonen, en la pérdida, en el desastre… es insoportable estar constantemente con esos miedos. Nos generan una ansiedad y un agobio que nos lleva a no ser nada, a no hacer nada, e incluso a paralizarnos. El “y si…” se convierte irremediablemente en el mayor lastre en nuestro presente.
Dejamos de hacer, de sentir, querer, en definitiva de vivir, porque “y si me duele”, “y si me dejan”, “y si no le gusto”, “y si no me quiere”… No nos damos cuenta de que todos esos “ysis” lo que hacen es impedir que vivamos, impedir que probemos, impedir que aprendamos, impedir en definitiva que podamos tener una vida.
Aquí lo tenemos claro. Hemos optado por el aquí y el ahora, no con la promesa de la felicidad, no, ni mucho menos, pero sí con la promesa de vivir, de sentir, de sufrir, de reír, porque al final y al cabo, todo eso forma parte de esa misma historia que es sí, la vida, y sólo tenemos una, así que no la desaprovechemos.
Vive en el aquí y en el ahora, aprende lo que puedas del pasado, sin torturarte por él, y no te dejes arrollar por el miedo de lo que pasará. El único momento de tu vida en el que puedes hacer algo para cambiar las cosas es justo ESTE, ES AQUÍ Y AHORA, es lo único real.