Terminamos un año que ha estado lleno de retos, de luchas, de caminos pedregosos, de espinas, de fantasmas que salían de los castillos, de aguas mansas que aprovechaban la cobardía del silencio para volverse bravas y llegar a traición, como ocurre con las riadas… un año en el que el lado oscuro pretendió golpear, y lo hizo. No vamos a decir que las rosas nos han acompañado y que sólo las risas han sido la banda sonora, no, pero sí que con eso nos quedamos, porque así lo decidimos para afrontar el 2017.
Termina un año en el que no hemos dejado de luchar ni un sólo día. Hemos caído una y mil veces, pero fieles a nuestra teoría del «tentetieso» hemos vuelto a levantarnos, como si tuviéramos un resorte que nos impulsara a subir una y otra vez. Nos hemos equivocado, y lo hemos asumido, pidiendo disculpas cuando ha sido necesario, desde la humildad de quién quiere aprender y mejorar. Echando la vista hacia atrás tomamos consciencia de que somos mejores que cuando empezó, más fuertes, y más humanos. Hemos aprendido mucho, aunque algunas veces haya sido a fuerza de bofetadas, pero lo importante es que lo hemos logrado. Hemos sobrevivido, y que se prepare el mundo, porque no vamos a rendirnos y seguiremos dando guerra.
No vamos a dejar de reflexionar con nuestros azucarillos, estandarte de esos lunes positivos que son ya marca de la casa. Mostrando las bondades del geomarketing y la utilidad que para pequeños y grandes puede tener. Poniendo nuestro granito de arena para que podáis crecer, para que la relación con vuestros clientes sea idílica. Investigaremos dónde, cómo y de qué manera hay que estar. Qué pasa con los consumidores y cómo van las audiencias. Ojo y si volviera a haber elecciones, pues nada, a cocinar encuestas, ¡que en las últimas acertamos!.
La Noche nos hará soñar en blanco, desde el centro, y siempre con nuestro comercio. Seguiremos entonando el alirón del campeón con el rojo y el blanco horizontal. Los micrófonos seguirán siendo importantes para nosotros, y oiremos al loro de Kike cantar Serinco. Mejoraremos nuestro inglés, aprenderemos de cervezas. Seguiremos brindando con el mejor vino de la tierra, que nos lleva al Delirio. No olvidaremos que Luxury es nuestro lugar. Seguiremos estando en esas tavolas que cubren con sus manteles momentos de felicidad en restaurantes. Ayudaremos a los bytes especialistas en la uvi para que sigan ganándole la partida a los virus. El mundo de lo dulce y lo salado, seguir disfrutando de chuches y de innovaciones en el universo frutos secos… dejándonos tostar por ese sol que sale al alba, y yendo y viniendo a Barragán. Disfrutaremos compartiendo con las jóvenes mentes, aprendiendo y tal vez enseñando algo también, en la casa de la Comunicación, que la verdad, ya es también un poquito nuestra casa.
No olvidaremos nuestro trabajo y nuestra lucha, en pos de mejorar la situación de las pequeñas empresas, de los autónomos y las autónomas. Las Mujeres con Iniciativa siempre nos tendrán ahí para lo que haga falta y seguiremos al pie del cañón apoyando en la casa del empresariado granadino, en esa Cámara que es elemento de unión para hacer que sigamos creciendo. Seguro que Networking seguirá siendo uno de los «palabros» de 2017.
Pero sobre todo prometemos seguir luchando, seguir trabajando, e intentar ser mejores día a día. Por dentro y por fuera. Buscaremos nuevos retos, nuevas aventuras, nuevos compañeros de viaje, porque queremos seguir creciendo y volando. Estos son nuestros propósitos para 2017. Y con respecto a 2016, sólo nos resta quedarnos con lo positivo y dar las gracias a todos los que estuvieron, a los que confiaron y a los que a pesar de las dificultades permanecieron. Gracias por este 2016, que pese a todo y a todas, sí, ha sido un año magnífico, y como tal lo despedimos.
“Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón” – Gabriele D´Annunzio
De mayor quiero ser médico, futbolista, bailarina, capitán, enfermera, bombero, policía… hasta princesa o súper héroe… pero ¿cuándo fue la última vez que de verdad quisimos ser felices? Desde que somos pequeños se nos enseña a que debemos de buscar un futuro en el que consigamos ser cosas, en el que busquemos la riqueza, el reconocimiento social, la fama, en el que lleguemos a ser lo que de nosotros y nosotras se espera. Es mejor que seamos médicos que pintores, o profesores antes que conductores… Nuestros padres en su afán de que tengamos una “buena vida” de alguna manera nos ayudan y nos animan para que busquemos el ser socialmente aceptados, para que consigamos un estatus que nos haga estar dentro de los círculos de lo recomendable…
Esto ¿está mal? Bueno, pues probablemente no. Pero habría que dar un paso más, deshaciéndonos de los prototipos sociales, optando no por lo políticamente correcto, y sí por lo que de verdad nos gusta. ¿Por qué no enseñamos a nuestros hijos e hijas que de verdad lo más importante es buscar la felicidad? ¿Por qué no los enseñamos a que tienen que luchar realmente por ser felices?
Nuestra batalla principal debería ser la de ayudar a los demás, o a nosotros mismos a descubrir qué es lo que realmente nos hace felices. ¿Por qué no nos han enseñado a buscar aquello que realmente nos llena? ¿Por qué nosotros tampoco lo hacemos con las personas que tenemos cerca, ni tan siquiera con nosotros mismos?
Hoy queremos reivindicar que como dice el refrán nunca es tarde si la dicha es buena. Con esto lo que queremos decir es que da igual la edad que se tenga, da igual el momento de la vida en el que nos encontremos. No podemos renunciar a buscar nuestra felicidad, y a luchar por ella. A hacer aquello que realmente nos apasiona. La vida es tan corta, y nos empeñamos en hacerla tan gris a veces. Nosotros mismos nos apagamos las luces, nos cortamos las alas, porque nos creemos que ya no podemos. Que somos mayores. Que no se puede cambiar. Que no tiene ya sentido luchar por hacer otras cosas. En ese momento nos auto convencemos como la zorra con las uvas, de que seguro que no estaban tan buenas, y para ello nada mejor que buscar mil excusas del tipo, ya no puedo, ahora pasó mi momento, soy mayor… todo sencillamente por no salir de nuestro círculo de confort, ya que aunque no nos guste, y nos asfixie y nos haga sentirnos pobres personas, nos es conocido, y aunque nos sintamos hasta miserables estando dentro, sabemos lo que podemos esperar, sabemos a lo que podemos atenernos. Pero esto no es otra cosa que vivir una vida a medias, llena de cobardía, llena de “seguridades” que nos empequeñecen.
Hoy queremos proponer de nuevo una revolución. Una revolución vital. Hoy queremos gritar al mundo que hay que tener pasión por lo que se hace y que por ello hay que ser valiente y valienta para buscar aquello que realmente nos proporcione esa sensación de ante todo estar vivos y vivas, pese al vértigo, pese a las cosquillas en la barriga por lo desconocido. Salir del círculo de confort, atreverse a intentarlo. Atreverse a estrellarse, aún a sabiendas de que puede doler mucho. Eso es la vida. Eso es estar vivo. ¿Por qué no queremos probarlo?¿Por qué queremos seguir viviendo como vegetales? ¿De verdad que la opción debe ser la seguridad?
Aun a riesgo de resultar de manicomio, queremos decir basta, queremos decir que no, a vivir a medias. Se acabó el tiempo de las medias tintas, de los titubeos, de los miedos. Se puede, si se quiere, y aquí y ahora nos comprometemos con la vida, con la lucha, y con la pasión. Nadie puede asegurarnos el llegar, nadie puede decirnos que sí que lo conseguiremos, pero nadie tampoco puede decirnos lo contrario. Así que nuestra opción es clara, luchar por nuestro sueño, luchar por nuestra pasión, y si morimos en el intento, al menos habremos dado todo a cambio de lo que de verdad queremos. Se acabó ser un vegetal. Se acabó ser de goma. Se acabó ser “lo que esperan que sea”. Vamos en busca de la felicidad, quien se apunte bien, y quien no, pues también, pero que luego no se queje… el círculo de comodidad, es el lugar más triste del mundo, es el sitio dónde el gris es el único color permitido ¿vas a seguir dentro, o te animas a buscar lo otro?
Si quieres algo, ve a por ello… es el único secreto.
El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia – Henry Ford
La pasada semana, planificando el marketing estratégico para el 2017 con uno de nuestros clientes del sector de la moda, hablábamos de los éxitos empresariales de las marcas que se podían utilizar como ejemplo y analizábamos qué era lo que había detrás de estos proyectos que estábamos convirtiendo en ejemplos del buen hacer empresarial, en un sector tan complicado como es el de la moda.
El debate fue muy interesante. En general se coincidió bastante en la elección de aquellas marcas que nos parecían referentes, aunque lo más interesante del debate, para el post de hoy, no fueron estos nombres (otro día hablaremos de este tema), lo más interesante fue la disertación que entablamos en torno al éxito y al fracaso. Las conclusiones a las que llegamos, fueron muy interesantes y por eso hoy queremos compartirlas en este espacio que dedicamos a hablar del mundo de la empresa y del emprendimiento.
Hay culturas, como la anglosajona en las que realmente se entiende el fracaso, y por supuesto el empresarial, como parte del proceso de aprendizaje, y simplemente como un paso lógico más en la consolidación de las personas emprendedoras, como empresarios y empresarias de verdad. De hecho para ser considerado realmente un hombre o mujer de negocios, se debe de contar con al menos algún fiasco a las espaldas. Esto hace que el miedo al fracaso, y sobre todo las consecuencias del mismo, sean mucho menores en países como por ejemplo, Estados Unidos. Esta concepción del mundo de los negocios, por tanto, hace que las personas emprendedoras se arriesguen, con mucho menos miedo, y sobre todo, que si una vez les fuera mal, no serán penalizados socialmente, ni económicamente, ni lo que puede ser más importante, entrarán en las listas negras de las entidades financieras. El no tener ese lastre y ese peso encima, propicia el que la gente se lance a hacer realidad sus proyectos empresariales, lo que lleva a que hayan podido llevarse a la práctica grandes ideas de negocios, que es muy probable que en nuestra órbita, hubieran terminado durmiendo en el sueño de los justos.
En el otro extremo, en el de los países mediterráneos, es dónde lamentablemente nos encontramos españolitos y españolitas. Vivimos en una cultura en la que el estar pendiente de lo que hace el resto, con la intención de criticar y despotricar, se convierte en deporte nacional. Hacer escarnio público de la desgracia ajena, dar charlas magistrales acerca de cómo debería haber actuado o no (lo más gracioso, lo hace gente que nunca ha hecho nada, y que no ha movido un dedo), y proclamarse sustentadores de la razón absoluta, es lo que parece alimentar a muchos y a muchas, que por suerte o por desgracia, nunca hicieron nada.
Con este panorama, poco propicio al aliento y a la comprensión, la idea de que nuestro negocio no funcione, se convierte en una de las principales barreras con las que nos encontramos a la hora de llevar a cabo nuestros proyectos, ya que el error (fracaso, cierre, etc) no se entiende como algo lógico, que forma parte de la vida de las empresas, sino que se convierte en una losa difícil de levantar y superar. La propia sociedad hace que nos produzca vergüenza el reconocer que las cosas no nos han ido todo lo bien que esperábamos. Y en vez de aprender de lo que no hemos hecho bien, o de lo que podemos mejorar, lo que hacemos es cerrarnos en el fracaso, avergonzarnos y rechazar la idea en muchos casos de volver a intentarlo “por no tener que volver a pasar por lo mismo”. Ahí es dónde radica nuestro principal fallo. Decimos nuestro principal fallo, ya que como empresarios y empresarias, o autónomos o emprendedores, el miedo al fracaso, al escarnio público que muchas veces se produce, y a que nos ninguneen por no haber podido salir adelante, se convierte en el principal hándicap para precisamente, llegar a buen puerto.
La herramienta con la que contamos para luchar contra esta realidad no es otra que la convicción, el creer en nuestro proyecto, el convencimiento de que hay que darlo todo para conseguirlo. Nuestra motivación para recorrer el camino, es nuestra mayor arma. Y si no sale a la primera, ya saldrá a la segunda, o a la tercera, o a la que haga falta. Con la fuerza necesaria siempre seremos capaces de levantarnos una vez más de las que caigamos. Y con respecto a los demás “que les den, ande yo caliente, ríase la gente”.
El mundo hubiera sido diferente si grandes empresarios y empresarias, que partieron de fracasos estrepitosos, no hubieran seguido hacia adelante aprendiendo de los errores. Por mencionar sólo algunos nombres: Ford, Walt Disney, Steve Jobs, J.K. Rowling, OprahWinfrey o Mary KayAsh.
“El día de tu muerte sucederá que lo que tienes pasará a manos de otra persona, pero lo que tú eres, será tuyo para siempre” – Anónimo
En estos días en los que celebramos y nos acordamos de aquellos que ya no están, hemos pensado en que sería bueno pararse y reflexionar sobre cómo queremos que sea nuestra presencia en este mundo, y sobre todo cómo queremos que sea nuestra ausencia. Nos guste la patria celebración de “todos los Santos” , o nos inclinemos por las brujas, los zombis y la casquería, venida desde “yankilandia”, el tema de los que ya no están se adueña de todo. Se visitan cementerios, se gastan muchos euros en flores, y también muchos en disfraces y maquillajes, y de una manera u otra, se celebra. Pero nos paramos a pensar en ¿cómo está siendo nuestro paso por este mundo? ¿qué es lo que va a quedar de nosotros cuando ya no estemos?
Parece así planteado un tema lúgubre, o triste o negativo, pero ni mucho menos esa es nuestra intención. Quiénes nos leéis sabéis que lo que caracteriza a esta sección es siempre el pensamiento positivo y la llamada a la acción, y hoy no iba a ser menos.
Marley, a quien hemos utilizado hoy como cabecera del post, dijo que lo importante en esta vida era vivirla para que no se notara nuestra presencia, si no que sobre todo para que se echara falta, es decir, para que cuando no estuviéramos se acordaran de nosotros. Y dicho esto queremos plantear varias preguntas. En primer lugar, ¿os importa lo que pase cuándo ya no estéis en este mundo? Si la respuesta es no, pues genial, pero si la respuesta es sí, hay otra que tiene que venir inmediatamente a continuación y es ¿has pensado cuál va a ser tu legado?
Todos y todas hemos oído muchas veces aquello de que hay que hacer tres cosas importantes en la vida. Plantar un árbol; escribir un libro; y tener un hijo. Bueno, puede ser. Cada cuál tiene que analizar lo que quiere, y decidir qué es lo que de verdad le parece importante. Pero ojo, desde aquí no queremos trasmitir la idea de que en esta vida hay que estar pensando en la otra. NOOOOOO. Ni mucho menos ese es el mensaje, porque estaríamos contradiciéndonos. Siempre hablamos de la importancia del aquí y del ahora, y de vivir el presente, de aprovechar el momento, con lo que estaríamos auto-traicionándonos. Nuestro planteamiento, es más bien, el contario, es más bien el opuesto. Vamos a desarrollarlo.
Desde aquí lo que queremos es recordar una vez más que hay que pelear siempre por aquello que se quiere, por lo que se desea. Y que hay que hacerlo con todas las ganas del mundo. Con todos los respetos para Bob Marley, cada cuál tiene que vivir pensando en el momento, en ser fiel así mismo, y en aprovecharlo, independientemente de que esta actitud haga que durante la vida se note tu presencia, o que después de ella se note tu ausencia, porque con sinceridad, si realmente actuamos peleando por lo que queremos, siendo asertivos, y defendiendo siempre aquello en lo que creemos, por supuesto respetando a los demás, nuestra presencia se terminará notando y nuestra ausencia, también se notará. No se trata tanto de buscar la notoriedad a toda costa, o la fama, que cómo se decía en aquella famosa serie ochentera, cuesta y cuesta mucho. No, ni mucho menos, se trata simplemente de hacer las cosas siendo coherentes entre lo que pensamos y lo que hacemos, entre lo que queremos y lo que hacemos, entre nuestros objetivos y lo que hacemos. En definitiva, que no seamos reflejo del famoso refrán español que dice: haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga. Seamos coherentes, porque eso nos hará ser más felices. Busquemos nuestra coherencia, y no por supuesto el halago fácil de los demás, o pensar en que vamos a dejar una huella imborrable, porque al final lo que contará, es lo que nosotros creamos acerca de nuestra vida, no lo que piensen los demás.
Para terminar, sólo decir que en estos días en los que vemos tantos zombis y tantos muertos vivientes, nos paremos un momento a pensar si no será que en muchos momentos nos comportamos cómo tal. Si es así, ya sabes, la respuesta y la cura es sólo una. ¡VIVE, COMO SI NO HUBIERA UN MAÑANA! En el fondo, cuando nos acostamos, ni siquiera cuando nos levantamos, sabemos si ese mañana, o si incluso esta misma noche, llegará.
Por cierto, ¿habéis pensado cuál queréis que sea vuestro epitafio? Ahí va el que desde aquí elegimos, “se levantó una vez más de las que cayó”.
¡Esta semana os dejamos un clásico, que da mucho miedo!
“Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí” – Confucio
El refranero español, siempre sabio, ya decía que nadie escarmienta en carne ajena… y qué verdad que es. Cuando se habla de que el aprendizaje tiene que ser práctico, sea cual sea el tipo de materia sobre la que verse la formación, se está diciendo una verdad universal. Hoy queremos reflexionar precisamente sobre estas cuestiones.
Es muy fácil decir lo que hay que hacer, es muy fácil ser el dueño o dueña de teorías concienzudas e interesantes acerca del cambio, de la libertad, de la fuerza… de mil cosas. Es fácil sentarse y ver cómo suceden las cosas, pero ¿eso es aprender? ¿Así se puede realmente saber hacer algo? Sinceramente, por mucho que haya quien piense que sí, la realidad es que humildemente decimos que no. Hasta que no conduces no sabes conducir, por mucho que tengas un carné. Hasta que no te caes de una bici y te vuelves a subir, las veces que sean necesarias hasta conseguir mantenerte y recorrer el mundo si fuera necesario, no sabes montar en bicicleta… y así podríamos decir con todo. Por ello apliquémonos el cuento.
Durante estos meses, en los que se han producido muchos cambios, afrontado retos, y derribado muros, hemos podido experimentar en su máxima expresión lo que hoy comentamos. Sólo aprendemos de lo que hacemos, de lo que somos capaces de llevar a cabo. Cualquier otro planteamiento, sería una falacia. Además, haciendo es cómo descubres dónde están realmente tus límites, y aprendes a superarlos. Haciendo consigues una formación, imposible de pagar con cursos de miles de hora teóricas. Cuando haces, sientes, y cuando sientes, aprehendes, que es mucho más, que simplemente aprender o conocer.
Es cierto que muchas veces nos deslumbran las metas, y queremos alcanzarlas ¡¡¡yaaaa!!!. Queremos resultados rápidos. Estamos en la era de Internet y todo lo queremos aquí y ahora. Pero amigos y amigas, por mucho que exista el ciber espacio, al final, en esta vida, lo que sigue funcionando y lo que nos hace realmente alcanzar nuestros sueños, que ya sabemos que hemos de transformar en metas, no es otra cosa que “el a fuego lento”. Poco a poco y paso a paso. No podemos pretender obtener resultados que vengan por la vía fácil de la rapidez. Probablemente a los que somos hijos de la “cultura del pelotazo” y hemos podido comprobar sus consecuencias, esto no habría que decírnoslo, pero como el hombre (y por supuesto la mujer) es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, seguimos buscando la dieta milagrosa, que nos haga perder peso rápido, compramos el método de las mil palabras para “dominar” un idioma en cien días, ese negocio que nos haga enriquecernos de un día para otro. Nos ponemos extensiones en el pelo, en las uñas… Buscamos que un par de agujas nos hagan odiar el tabaco… en definitiva nos alejamos del esfuerzo, de hacer, hacer y hacer, para aprehender, e intentar de esa manera, mejorar y a ser posible, no olvidar.
Lamentablemente venimos a desvelar un secreto… no se puede engañar al tiempo. Las cosas requieren de su momento. Los aprendizajes necesitan superar niveles, seguir pasos, que hay que ir dando, uno tras otro. Y además, por si fuera poco, nadie puede hacerlo por nosotros mismos. Si focalizamos nuestro anhelo en la meta, pensando que el camino va a ser de rosas, probablemente estemos auto avocándonos al fracaso… Es importante que seamos conscientes de que al final lo que cuenta es el esfuerzo, pero no sólo el esfuerzo, sino que algo que si cabe es hasta más importante, por la dificultad que entraña… nos referimos a la constancia. Esforzarnos un día está bien, y cualquiera lo puede hacer. El secreto de la pirámide radica en hacerlo todos los días, ese es el verdadero genio de la lámpara.
Seguro que hoy no estamos descubriendo la pólvora, porque todos y todas habéis pensado en estas cuestiones, y seguro que hasta las tenéis claras, así que sólo falta una cosita… la acción. Pasar del dicho al hecho. Como siempre decimos desde esta ventanita que abrimos cada semana… se trata hacer, hacer y hacer… si nos caemos, nos levantamos, nos sacudimos y seguimos a lo nuestro, que es hacer, hacer y hacer…
Hasta la próxima semana, y de verdad, y de corazón, no lo dejéis para mañana. Empezad ya, no esperéis, porque la espera lo único que trae es a la postre, desesperación. Y por supuesto, no te rindas, cuando las cosas se pongan difíciles, por muy feas que pinten… sigue haciendo, intentando, inventado. No pares, porque entonces sí que habrás perdido todo.