Los resultados del 22M en Andalucía ¿sorpresa?

Los resultados del 22M en Andalucía ¿sorpresa?

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“En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno” – Konrad Adenauer

Han pasado las elecciones andaluzas, el primer gran round al que se enfrentaban las diferentes fuerzas políticas en este año electoral, por antonomasia. Las encuestas pasaban a un segundo plano, y era la ciudadanía quién realmente se manifestaba, y no bajo el anonimato de dar una opinión por teléfono, o en la calle, a personas desconocidas. Era el momento de ser consecuente, de ir a los colegios electorales, de coger una papeleta, pensando en la persona (marca personal) que se prefería para dirigir los designios de la autonomía con mayor nivel de paro, y con unos índices económicos de los más bajos. O si no en la persona, en el partido (marca política) que entendíamos que mejor podría defender los derechos de andaluces y andaluzas y sobre todo, hacer a esta Comunidad Autónoma dar el definitivo salto al siglo XXI. Mucha era la expectación, muchas las elucubraciones que se habían hecho, pero ahora ya sí que tenemos resultados. Y la pregunta que cabe hacerse después del 22M andaluz, es sin lugar a dudas, ¿qué nos ha enseñado Andalucía?

Varias eran las cuestiones que tenía que desvelar este proceso electoral. La primera de ellas, era conocer el destino del bipartidismo en España, ¿ha muerto o sigue vivo? Viendo los resultados, y viendo cómo han entrado nuevas fuerzas políticas en el Parlamento Andaluz podríamos pensar que se ha vencido al “rancio bipartidismo español PP-PSOE”, pero pensar esto hoy por hoy, sería engañarnos. Y ¿por qué? Sencillamente porque los número hablan por sí solos. ¡Cómo podemos decir que el bipartidismo se ha roto, cuando estas dos fuerzas políticas han sido votadas por algo más del 62 por ciento del total de andaluces y andaluzas? El bipartidismo en la comunidad autónoma blanquiverde no se ha roto, sencillamente va a tener un parlamento más acorde a la imagen de los parlamentos, sobre todo de las comunidades históricas (entre las que se cuenta) y de las de mayor tamaño, en el que hay varias fuerzas políticas con representación, aunque en el caso de Andalucía, ninguna sea autonómica. Es cierto que el bipartidismo ha retrocedido, pero retroceder es una cuestión muy diferente a desaparecer. Nuevos procesos electorales tendrán que ir mostrándonos si realmente es tendencia el retroceso, o se convierte en el fruto de un momento histórico (político, económico y social) determinado.

La segunda cuestión importante a analizar es sin lugar a dudas ¿quién ha ganado las elecciones? Evidentemente, si nos vamos a los datos, las ha ganado el PSOE, pero la pregunta tiene un calado mayor. Realmente qué lectura se puede hacer de estos resultados. En primer lugar vayamos a los vencedores. Susana Díaz es la clara vencedora de las elecciones, y hablo de ella con nombre y apellidos, porque aunque respaldada por la marca política (PSOE), que tiene el peso que tiene en Andalucía, ha conseguido imponer su marca personal, y pasar de advenediza a presidenta electa. El trabajo que ha desarrollado esta mujer, para ganar las elecciones en un momento de marejada como el que se está viviendo, nos muestra mucho de los que la “politología” y el mundo de los asesores políticos puede hacer. Sin entrar en ningún tipo de valoraciones, esta mujer, que además es mujer, lo que nos debe hacer pensar que la cuestión de género, al fin se ha superado en Andalucía, ha conseguido hacer que andaluces y andaluzas, se olviden de los ERE´s, de Mercasevilla, de los escándalos de la formación, y que vuelvan a confiar en ella, y en su fuerza política, que además, no olvidemos, lleva dirigiendo el destino de Andalucía desde 1981. Jamás ha habido un cambio de gobierno. Tan sólo en algunas legislaturas (dos concretamente) ha necesitado coaliciones para gobernar, primero fue el Partido Andalucista, que desapareció prácticamente después de esta aventura conjunta, y en esta última legislatura IU, que parece haber pagado caro también este matrimonio de conveniencia.

Pero además del PSOE y Susana Díaz, ha habido otro claro vencedor en Andalucía, y este aunque pareciera que fuera PODEMOS, no, no lo es. En este caso el otro ganador es Ciudadanos, y curiosamente Albert Ribera, aunque no fuera candidato en Andalucía, ha visto cómo su figura salía reforzada. El partido que lidera este joven catalán, ha obtenido finalmente 9 parlamentarios, superando las expectativas de prácticamente todas las encuestas y convirtiéndose en una opción seria a tener en cuenta en los próximos procesos electorales. El naranja parece que ha conseguido finalmente hacerse un importante hueco en el panorama político español, saliendo de su bastión catalán.

Y si nos vamos ahora al otro extremo, los perdedores claramente han sido PP e IU. El descalabro electoral de los populares ha sido monumental, pareciendo que las nuevas fuerzas políticas emergentes casi que se hayan nutrido para conseguir su respaldo de aquellos que en otro momento votaron a este partido que representa al centro derecha español. Los populares han gestionado mal tanto la marca política (el desgaste de las políticas nacionales de austeridad y ajuste desarrolladas por el gobierno de Rajoy, que han incidido especialmente en Andalucía) así como la marca personal, Juanma Moreno, (un candidato muy desconocido, sin presencia mediática importante, y sobre todo con un nivel de notoriedad bajísimo) no han podido con la marca Susana Díaz, omnipresente en el último año sobre todo. El PP que fue el ganador de las pasadas elecciones, en 2012, ha perdido casi el 14 por ciento del electorado, lo que le ha supuesto perder 17 parlamentarios. Toque de atención muy serio, por mucho que desde Génova se quiera hacer ver que no es para nada, extrapolable el proceso electoral andaluz a los próximos que tenemos por delante. Izquierda Unida, ha sido el otro gran perdedor. Ha tenido como enemigos por un lado a PODEMOS, y es que no olvidemos que esta fuerza política se ha nutrido de muchos integrantes de esta formación; y por otro lado, su alianza de gobierno con el PSOE, del que fue “expulsado” para convocar así este proceso electoral. El tira y afloja final con el PSOE ha tenido consecuencias muy negativas para esta formación política, a la que parece que sus electores no le han perdonado el que no hayan “hecho nada más ante los escándalos de corrupción”. UPyD también es otro perdedor. Esta formación política no ha pedido parlamentarios, porque no los tenía. Ha perdido el 40 por ciento de sus votos, y sobre todo, se ha diluido en un momento que les era propicio, ya que ha sido la primera vez que “otras opciones” han entrado en el parlamento andaluz. No han sabido conectar con la ciudadanía en el momento en el que probablemente el caldo de cultivo estaba ahí. También el rosa magenta, tendrá que analizar muy mucho lo que ha pasado en Andalucía y tomar nota ante próximos procesos electorales.

Finalmente está PODEMOS. Está claro que los resultados de esta formación política son un éxito, ya que se consolida como tercera fuerza en Andalucía, y consigue en su primera comparecencia autonómica convencer a casi el 15 por ciento del electorado. Pero no es menos cierto que todos los augurios en forma de sondeos, eran mucho más benévolos con los “morados”.

Fuere como fuere, cada marca debe de sacar sus propias conclusiones y sobre todo, si se quiere mejorar, hacerlo desde un punto de la autocrítica y no desde la autocomplacencia o queriendo encontrar la “culpabilidad” fuera.

De política va el juego

De política va el juego

siglas partidos políticos

(Se tú mismo. Los demás puestos ya están ocupados – Óscar Wilde)

Marca Personal versus marca de Partido

Si antes teníamos algún tipo de duda, ya es oficial, estamos de campaña electoral y lo estaremos desde ahora hasta el final de año. Estamos ante diversos procesos electorales, con resultados, pese a lo que nos dicen las encuestas, aún inciertos. Se abre una nueva y apasionante etapa en el panorama político-electoral de nuestro país y por primera vez prácticamente desde que naciera nuestra incipiente democracia, el cambio pude ser real, los parámetros diferentes, lo que hace que los resultados sean, en gran medida, una incógnita. Una aclaración, cuando mencionamos el cambio, para nada hablamos de cambio en el partido que pueda ganar las elecciones. No, ahora hablamos de un cambio más profundo. Hablamos de un cambio de sistema. Hablamos de un cambio de actuación. Hablamos de una nueva forma de hacer y de ser tanto para políticos, como para ciudadanos. En resumen, hablamos de un momento apasionante, que vamos, mejor dicho que estamos viviendo, y que eso hace que tal vez pueda estar pasando un poco desapercibido para nosotros, ya que formamos parte de este nuevo universo político-económico-social que está dibujándose en España y que tiene muchas interesantes aristas sobre las que trabajar, o en las que centrarse.

Hoy vamos a ir de la mano del marketing político y vamos a reflexionar sobre algo realmente emocionante, y es acerca de lo que puede tener más peso en estas elecciones: la marca personal o la marca de partido.

Cuando hablamos de marca de partido, evidentemente nos estamos refiriendo a las siglas, a las todopoderosas siglas, que tradicionalmente en los feudos de los diferentes partidos, han hecho que la cabeza de lista, o incluso la candidatura en general no fueran importantes. El ir bajo un determinado paraguas –PSOE, PP, IU, CIU, PNV…- era más que suficiente para garantizar el éxito. El nivel de adhesión y fidelidad a la marca de los clientes (votantes) era tan elevado, con una adhesión emocional tan alta, que hacía que el individuo no tuviera peso en la elección. El individuo se diluía bajo esas grandes siglas (marca) que son las que de verdad contaban.

Pero la pregunta que desde aquí lanzamos es ¿eso ha cambiado? La irrupción de nuevas marcas, como por ejemplo PODEMOS, o el crecimiento (según las encuestas) de otras como CIUDADANOS, sin una vinculación ideológica tradicional, ¿cambia el panorama? ¿cambia el tipo de consumo? ¿cambia al consumidor votante?

Las marcas históricas se han sustentado sobre componentes tradicionales, como son el rango ideológico, el aspecto emocional asociado al pasado vivido, y a hacer ver que el planteamiento de derecha-izquierda era el que prevalecía, con la asociación histórica de valores que se hacían a uno y otro posicionamiento. Pero las nuevas marcas han traído nuevos componentes, que han sabido asociar a los nuevos tipos de consumo y a los nuevos tipos de consumidores-votantes. El contar con Internet, elemento que democratiza cualquier cuestión al equiparar a todos, el desvincularse del eje ideológico tradicional, y el bajarse del pedestal de las siglas, han hecho que el mercado ahora cambie, que la oferta y la demanda evolucionen. Y por otro lado, ha abierto un importante debate entre a qué hay que dar peso, ¿a la marca personal, es decir, personalizar la campaña electoral en el líder, intentando aislarla de la marca política, para evitar así las connotaciones negativas que pueda tener? O, por el contrario, ¿a la marca política que nace nueva, que sale al mercado electoral, impoluta y con una imagen asociada a los valores de los tiempos que nos está tocando vivir?

El primer proceso electoral, o lo que es lo mismo el primer mercado prueba, va a ser Andalucía, las marcas ya están disputando su cuota, y vamos a ir viendo cómo se produce la evolución. Semana a semana vamos a ir desgranando todo el proceso que están experimentado.

Ahora sólo nos gustaría que se reflexionara, sobre qué es para cada uno de nosotros lo más importante, ¿la marca personal o la marca política?, o lo que es lo mismo ¿el candidato o candidata o el partido al que representa?