“En el momento en el que dejas de pensar en lo que puede pasar, empiezas a disfrutar de lo que está pasando” – Anónimo
Hoy recogemos el guante del azucarillo que alguien, a quien se lo agradecemos enormemente nos envió un día. Muchas gracias por acordaos de este espacio cuando estáis tomando café o un té, es un honor y un auténtico placer, que compartáis con nosotros esos momentos. Animamos a quiénes siguen esta sección a que nos envíen también sus azucarillos, y si quieren con algún comentario.
En nuestro azucarillo de hoy volvemos a querer aferrarnos a la vida. Es triste echar la mirada hacia atrás y ser conscientes de la cantidad de cosas que no hemos disfrutado al cien por cien, porque en ese momento teníamos la cabeza, bien en el pasado, bien en el futuro, y no éramos conscientes de que lo único que importaba era ese momento, ese tiempo, ese espacio y la gente con la que estábamos compartiéndolo. Hace poco tuvimos ocasión de vivir una experiencia bastante límite. Y un médico llegó a decir, “con tranquilidad, porque no sabemos lo que pasará mañana”, y en ese momento, el aquí y ahora adquirió toda su importancia y su magnitud.
¿Qué importa lo que pasará mañana? ¡Vivamos y disfrutemos el aquí y ahora, y ya nos preocuparemos mañana! Realmente esa es la actitud, aunque es cierto que una cosa es decirlo y otra muy diferente el poder hacerlo. Las cargas diarias, los problemas económicos, las relaciones, el trabajo… todo parece aliarse en nuestra contra para que no seamos capaces de disfrutar del momento, de asumir que este minuto que hoy dedicamos a escribir estas palabras es único y que como no va a volver a repetirse queremos disfrutarlo.
Hemos de reconocer que este es uno de los grandes lastres que en general, en nuestra cultura occidental acarreamos. Tal vez la tradición judeo cristiana de pensar más en la recompensa o en el castigo con el que nos encontremos tras nuestro paso por este mundo, nos hace olvidar que lo importante es lo que ocurre mientras estamos en este mundo. Desde el más profundo respeto a todas las creencias, pero nadie ha vuelto del más allá, así que ¿por qué no vivir al cien por cien de nuestras posibilidades en el más acá? Ojo, y la frase tiene miga. Vivir al cien por cien de nuestras posibilidades. Esto significa no quedarnos con nada en la retaguardia y darlo todo en todo momento, y por otro lado, no estar disfrutando de un momento, pensando en que y si… No, eso no se vale.
El otro día escuchábamos como un maestro violinista hablaba de sus alumnos diciendo que algunos pese a practicar 8 horas diarias, no llegarían a ser grandes concertistas y al preguntarle porqué, sorprendía la respuesta. Muy fácil, porque dedican 8 horas a ensayar, guardándose para cuando tengan que actuar, y sólo quien dedica 8 horas diarias a dejarse la piel como si estuviera actuando en el Music Albert Hall, aunque su mascota sea su único espectador, llegará a lo más alto. Igualmente ocurre con los deportistas, quiénes llegan a lo más alto, son quiénes durante los entrenamientos juegan, corren, saltan, disputan cada balón, como si de una final olímpica se tratara. Pero ¿y tú? ¿lo haces?
Cuanto menos, estas palabras nos deben hacer pensar y reflexionar, acerca de si de verdad lo damos todo, si de verdad nos dejamos la piel, si de verdad vivimos el momento. Sintamos dolor o placer, pena o alegría, rabia, tristeza, da igual, todas las emociones hay que vivirlas, hay que sentirlas. Tomar conciencia de que el tiempo es el recurso más ilimitado que tenemos, a veces se torna misión imposible. No caigamos en la falacia de creer que nos sobra, ni en la comodidad de la procrastinación, dejando las cosas para otro momento.
Todas las mañanas antes incluso de salir de la cama, recitemos a modo de mantra “hoy voy a vivir como si no hubiera mañana, voy a disfrutar como si no existiera el futuro”. Hace algunos meses os dejábamos unas palabras de un filósofo que justo mañana, 24 de noviembre, hará 383 años que nació, y que pese a los convencionalismos del momento histórico que le tocó vivir, nos dejó en su obra un canto a la vida, al momento, a no dejar ninguna bala en la recámara, porque puede que no tengas ocasión de dispararla. Así que esperamos que disfrutéis con Baruch Spinoza. Y como hoy queremos que tengáis un gran chute de energía, además queremos que disfrutéis con una canción que es un himno a la vida.
https://www.youtube.com/watch?v=ii9tpjBr5Lc