Vivir el presente, saborear el momento

vivir el presente

“El verdadero milagro no reside en caminar sobre el agua, o sobre el fuego o el aire… el verdadero milagro es hacerlo sobre la tierra, en el aquí y ahora” – Maestro Zen Lin Tsi

Tal vez una de las cosas que en general más nos cueste, empezando por quién escribe, sea el ser capaces de vivir realmente el momento. De aprovechar el presente, de sacarle todo el jugo a lo que estamos haciendo en el aquí y ahora. Sencillamente, no sabemos, nos cuesta mucho, por lo que al final, pasa la vida mientras dejamos de disfrutar y sobre todo de sentir muchas cosas que tienen su presente y que además es efímero y no lo sabemos saborear.

Creo que existen cuatro tipos de perfiles al respecto, o más bien, todos nos solemos mover en estos estadios diferentes. El primero es el de vivir sólo pensando en el pasado. Nos torturamos con lo que no fuimos capaces de hacer. Nos martirizamos recordando aquel momento en el que tomamos una decisión equivocada. Nos lamentamos por aquel tren que dejamos escapar, por ese instante que no supimos aprovechar. De esta manera nos asentamos en una melancolía constante, regodeándonos en nuestro propio dolor y en nuestra propia miseria. Sufrimos pensando en lo que pudo ser, y no fue, porque no supimos aprovechar. Permitid que os diga que esto es una tremenda estupidez. Y que conste que lo digo desde la mayor de las humildades por haber estado mucho tiempo en ese estadio. En el del lamento constante por no haber hecho, por no haber dicho, por no haber actuado… y mientras me anclaba en esta especie de espiral del desastre que había sido todo, seguía acumulando momentos y situaciones de no haber hecho, de no haber dicho, de no haber actuado, con lo que al final simplemente se consigue estar en una constante mirada hacia el pasado, además con dolor, pensado que ya no puede haber futuro. Sinceramente tremenda estupidez y pérdida de tiempo. A lo hecho pecho, a aprender y a sacar las conclusiones que nos permitan avanzar y no quedarnos parados en una especie de “cuéntame” atemporal. Este estilo de pensamiento, o este estadio, porque puede que sea sólo temporal, podríamos definirlo como el de la “melancolía y el dolor como forma de vida, centrando nuestra existencia en lo que pudo ser, pero no fue”.

Otro estilo o estadio, es el de “en el pasado todo fue mejor”. Me divertía más, tenía mejores amigos y amigas, la gente me quería más, el tiempo era mejor y los bollos estaban más buenos, hasta la climatología era mejor. A este tipo podríamos llamarle “pejigueras”. El ahora es peor por definición que el ayer. Todo lo de antes era mejor, todo lo que sucedía en mi vida era más auténtico. Y perdonad la sinceridad, pero… esto es otra gran estupidez. Filtramos en el recuerdo sólo los momentos buenos, las sensaciones agradables, los olores exquisitos, y nos olvidamos del dolor que hubo, de la miseria y de la peste, porque queramos o no, esto también forma parte de nuestra vida, y hemos de saber aceptarlo y superarlo. Así que esta actitud es igualmente negativa, porque tampoco nos permite ser capaces de seguir adelante, de sacar lo mejor de lo que nos sucede a cada instante, de aprender de lo que no nos sale, para conseguirlo la próxima. Queridos y queridas, esta actitud es inútil y además machacante para nuestro espíritu.

Y luego quedan dos más. El modelo “vivo pensando en que el futuro será mejor”, que son aquellos que piensan que por arte de magia las cosas se solucionarán mañana, lo que hace que no sean capaces de afrontar y exprimir el hoy y el ahora, lo que les lleva a entrar en el limbo del absurdo y a comportarse como niños que sueñan con la llegada de los reyes magos, sin asumir su responsabilidad y su adultez. Actitud igual de negativa que la de quiénes están tan atemorizados y atemorizadas por lo que va a pasarles mañana que tampoco se centran en disfrutar, de lo bueno, de lo malo y de hasta lo peor que puede tener el hoy.

En definitiva en todas estas situaciones, nos olvidamos de vivir, de sentir, de aprovechar el momento. Son actitudes que además son incompatibles con la felicidad, que es un estadio exiguo que se sólo se puede sentir en el aquí y el ahora. Os aseguro que todo esto no es teoría. Para nada. Después de haber estado siendo parte de los cuatro perfiles de los que hemos hablando, haber pasado por el martirio constante de pensar en que si se hubiera hecho esto o lo otro, el presente sería diferente. De haber vivido en el autoengaño de creer que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. De haber recurrido al opio, de “seguro que mañana todo se solucionará”, o haber sentido la parálisis del miedo por el “mañana será peor”. Después de todo eso, decido VIVIR AQUÍ Y AHORA. Mirar hacia atrás sólo para aprender de los errores, y tomar nota de los aciertos. No se puede cambiar el pasado, así que perdamos el menor tiempo posible pensado en él. Y además, mirar hacia delante, sólo para marcar metas que conseguir, con el pleno convencimiento de que el mañana empieza por lo que se hace hoy.

Así que la decisión está clara. Disfrutar del momento, sentir el momento, ya sea con risas o con lágrimas, en soledad o en compañía, pero viviéndolo. Sólo así no tendremos la sensación de que el tiempo se nos escapa irremediablemente, mientras que lo desaprovechamos.

Para terminar en palabras del Dalai Lama “sólo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada, uno se llama ayer y otro se llama mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir”.

¿Vas a vivir, o vas a seguir muriendo en vida?