¿Quién ganó el debate?

¿Quién ganó el debate?

Retomamos los miércoles dedicados a la política en el grial, ya que no sólo de azucarillos nos alimentamos. Hoy queremos dedicarlo cómo no, al debate del pasado lunes día 7 de diciembre que consiguió pese a ser festivo y estar justo en medio del puente por excelencia en nuestro país, unos datos de audiencia, tanto en televisión, como en radio como en redes sociales, absolutamente espectaculares. Desde nuestro parecer hubo dos claros ganadores: el primero indiscutiblemente, el grupo ATRESMEDIA, que ha cosechado cifras de infarto, y el segundo, no menos importante, la democracia. A veces, como la tenemos, como podemos hablar de lo que queremos y con quién queremos, como podemos escuchar a todo el mundo, como podemos gritar lo que nos apetezca, nos olvidamos del logro tan importante que esto supone. Así que una vez más quedó claro que la democracia, y el vivir en libertad de opinión, de expresión, de todo, debe ser algo que nunca hemos de olvidar y por lo que debemos seguir luchando, sobre todo ante quienes quieren imponer por la fuerza, ideologías, religiones, o formas de vida.

Hecho este alegato, porque no está de más recordar cómo son las cosas y que hay que seguir día a día luchando por lo que tenemos, simplemente, aunque sea a modo de ejemplo, queremos recordar que el debate fue seguido en televisión por más de 9.200.000 personas, llegando a superar la audiencia en determinados momentos más del 65% del Share. En Twitter por ejemplo, llevó a que hubiera más de 2,5 millones de tweets sobre el debate, lo que hizo a que fuera Trending Topic mundial durante varias horas. Por lo que hay una pregunta que hemos de hacernos sí o sí ¿interesa la política? Parece que de alguna manera la nueva situación política, los actores recién llegados que traen un aire fresco y una nueva forma de ver, hacer y entender en política, las nuevas generaciones que están siendo conscientes de que realmente Smartphone en la mano se puede conseguir mucho y se pude hacer que las voces que antes no tenían un vehículo de expresión, ahora sí lo tengan, parece que todo esto ha hecho que la desidia de las última década sobre todo, esté siendo superada.

Para quiénes tenemos la política y el análisis político en el ADN, esta es una situación que básicamente “nos pone”. Las contiendas electorales habían pasado a ser muy aburridas, ya que igual que en la liga de las estrellas pareciera que todo estaba decidido y que sólo Real Madrid o FC Barcelona podrían ganarla, en la batalla electoral, parecía que sólo PP y PSOE podrían alcanzar el gobierno. Las pasadas elecciones municipales y autonómicas nos demostraron que esto no es así, y que la ciudadanía puede exigir a sus representantes que empiecen a hacer las cosas de otra manera, que el escenario ha cambiado, que los actores también, y que ya no estamos en la época de los monólogos, si no que estamos dando paso a la era de las actuaciones corales, dónde existe la necesidad de hablar, de dialogar, de aprender a escuchar, de ceder, de dar. Las encuestas pueden equivocarse más o menos, pero todas apuntan a un hecho que será de todas, todas, irrefutable y es que ya pasó el tiempo de los rodillos de las mayorías absolutas, ahora es necesario volver a la esencia misma de la política que entraña desde su misma naturaleza, la necesidad de diálogo y comprensión.

Las encuestas en general dan como ganador a Pablo Iglesias. Prácticamente todos los medios han coincidido al respecto. La encuesta realizada vía Twitter por nuestra casa, @GRUPO3Estudios, aunque no ha tenido un número representativo estadísticamente de respuestas no se aleja de esta visión.

Particularmente desde nuestra perspectiva, todos ganaron y todos perdieron.  Todos ganaron porque cada uno fue capaz de defender su postura y de hacer lo que se esperaba. Nadie ganó porque quizás, quiénes llevamos mucho tiempo soñando con hacer “análisis politológicos de altura”, esperábamos un poco más. Esperábamos que alguien hubiera realmente destacado, hubiera sido capaz de romper con lo establecido y de demostrar la personalidad necesaria para estar al frente de un país que sigue estando en la UCI. Pero bueno, poco a poco. El lunes se dio un pasito, y esperemos que sigan dándose muchos más.

Ahora ya lo único que nos queda es pensar que el próximo proceso electoral, el del día 20 de diciembre, debería de también romper moldes, e igual que se batieron todos los récords de audiencia en todos los formatos de comunicación, también se rompan en cuanto al porcentaje de participación y que gane quien gane, y salga la composición que salga para el nuevo parlamento, lo haga con la participación más que mayoritaria de la ciudadanía. Alcanzar cuotas que superen el 75 por ciento de participación, ese sería el gran triunfo en las próximas elecciones, ya que demostraría que finalmente hemos decidido pasar de contemplar a actuar, no queremos ser meros espectadores, y eso, dónde se demuestra es en la urnas, así que no hay excusas, a votar.

Murphy, ese malvado que nos persigue

Murphy, ese malvado que nos persigue

cero problemas

“La vida no es evitar problemas, sino saber afrontar los que tienes” – Anónimo

La verdad es que esta semana la intención era que la enseñanza del azucarillo fuera otra, pero lo cierto es que tal y como se dice en el argot periodístico “la actualidad manda” y hemos decidido cambiar el guión víctimas de la llegada de Murphy. Y es que estos días han sido de esos que nos llevan a pensar en que existe una conjura supra-humana para que todo se nos rompa. Recurriendo al refranero español y sin ánimo de ser política incorrecta esta expresión, son días de esos en los que parece que “nos hubiera mirado un tuerto”. Momentos de esos en los que Murphy se manifiesta en toda su “maldad”. Y sobre todo, querríamos reflexionar ante nuestras reacciones con estas “cositas” que nos ocurren.

El detonante puede ser muy variado. De pronto, en la cocina, parece que hubiera habido una rebelión de electrodomésticos, y que hubieran decidido cuál equipo que comparte un mismo objetivo final, manifestarse con rotundidad, tal vez con la intención de reclamar algo más de atención. El microondas decide dar vacaciones a sus ondas, por lo que esos estupendos platos preparados que tantos almuerzos nos salvan, se quedan en el frigo porque no pueden “hornearse”. El congelador, en un acto de maldad suprema, decide que el mejor momento para pedir un circuito nuevo es aquel en el que las olas de calor se suceden. Te quedas así sin cubitos, sin helados, y lo que es peor, sin “polos-flasn”. La hornilla opina, que para el uso que le das, que no es necesario que funcionen todos los fuegos, y que con uno tienes bastante, así que si quieres hacer espagueti, por ejemplo, primero cuece la pasta y después haz la salsa, nada de tenerlo todo listo a la vez para poder aprovechar el “al dente”. Todo esto son duras pruebas, pero las vas superando, y con más o menos humor las soportas.

La siguiente manifestación de Murphy llega con el coche. Estás haciendo un pequeño viaje, has tenido la precaución de llevarlo al taller antes, pero cuando ya estás a medio camino, ooohhhhhhh, se calienta y se enciende una luz en el panel que ni siquiera sabías que existiera… ¿qué hacer? ¿volver o seguir? En un alarde de temeridad, por supuesto seguir… La paciencia empieza a alcanzar importantes cotas de intranquilidad, pero ahí seguimos aguantando el tirón.

Esta “racha” suele ir acompañada de otra bonita irrupción en escena. El PC, que por supuesto decide fallar, y como no podía ser de otra manera, por mucho que sabes que has de hacer “back up” (Carrie de Sexo en Nueva York dedicó un episodio a explicárnoslo), por supuesto lo habías ido dejando por “falta de tiempo”, y cuando se ha roto, justo el documento que más necesitabas, se ha perdido en la noche cibernátuica. Ahora ya sí que piensas que eres el ser más desgraciado del mundo.

Pero de pronto se produce el hecho que realmente nos lleva al desquicio, y no es otro que se rompe el móvil. Estás tan tranquilo, a mitad incluso de una conversación “whatsappera” o revisando Facebook o Twitter, o tal vez con Instagram, o mirando tus mails, cuando…. ¡¡¡¡¡NOOOOOOO!!!!! aparece la manzanita en el IPhone y no hay manera humana de poder quitarla. El ingenio se agudiza, tras el primer minuto de pánico absoluto, buscas en los tutoriales de YouTube las “formas de rescatarlo”, hasta que ves que una tras otra, todas resultan inútiles.

En ese momento, el que tomas conciencia de que no puedes solucionarlo, es cuando te das cuenta que de pronto te has quedado “sólo ante el peligro”. Tu mundo se ha evaporado… no tienes copia de seguridad. Te has quedado sin tu agenda… no puedes recuperar tus contactos, y lo que es peor, no puedes avisar a nadie de tu gran desdicha. Hasta ahora el resto de pequeñas calamidades que se habían ido sucediendo habían sido soportables, pero esto ya supone el culmen y en ese momento sabemos a ciencia cierta que somos el ser más desgraciado del planeta, y que los dioses se han aliado en nuestra contra. El mundo para nosotros se ha terminado, y tememos por nuestra muerte social. Seguro que muchos y muchas de los que leáis estas líneas sabéis de qué estamos hablando, porque lo habéis experimentado.

Ante estas situaciones, nos gustaría hacer algunas reflexiones. La primera tiene que ver con pensar que toda la mala suerte del mundo se ceba con nosotros. Hace algún tiempo, una persona a quien considero especialmente sensata y centrada, y cuyas enseñanzas están dejando mucho poso, ante una situación como esta, dio un argumento infalible que creo que es bueno recordar en estas situaciones. En el mundo hay más de 7 mil millones de personas, ¿cómo puedes creerte tan importante para pensar que todo el mal se va a concentrar en ti? Realmente es así. Las pequeñas catástrofes se alían a veces, simplemente para poner a prueba nuestra paciencia, y sobre todo para que practiquemos nuestra capacidad de resolver, de inventar, de averiguar, y de improvisar. Realmente nos sorprendemos de lo agudos que nos podemos volver, sobre todo cuando el problema es con nuestro hilo de vida, nuestro Smartphone.

Lo segundo es que de verdad tengamos la costumbre de hacer copias de seguridad de toda la información tanto profesional como personal con la que bregamos a diario. Si la perdemos, la culpa será sólo nuestra, porque todos sabemos que es necesario hacer copias de seguridad. Y también estaría bien que reflexionemos acerca de hasta qué punto es positivo que nuestra vida dependa hasta tal punto “de lo que tenemos dentro de un aparatito”.

Para terminar, sólo decir que hemos acompañado a este post con un azucarillo que nos muestra el mensaje de “cero problemas” porque realmente, estas cositas que nos pasan las tenemos que valorar en su justa medida. Los problemas son cuestiones de mucha más envergadura y sí merecen realmente nuestros desvelos. Pensemos que estos desastres que nos agobian, al fin y al cabo, lo que hacen es “ponerle picante a nuestros días”. Así que aunque estéis compartiendo una racha de estas, simplemente ir solucionando una cosa después de otra, sin agobiarse y sin pensar que lo que realmente sucede es que se va a cumplir la profecía maya y que “el mundo se va a terminar”.

Ahora, seguid disfrutando del verano y de estos calorcitos, a poder ser, estando en remojo, que es como mejor se llevan. Que julio ya se va. El próximo azucarillo nos llegará ya en agosto. Ya va quedando menos.

Todos contra IPhone

Todos contra IPhone

APPLE IPHONEEstamos aquí para dar un mordisco al Universo, sino ¿para qué otra cosa podemos estar aquí? – Steve Jobs

Hay que reconocer que una de las formas más originales que se pueden escuchar para ligar es: ¿eres iPhone o Android? Desde luego muestra más «originalidad» que aquello del estudias o trabajas, o lo de pedir fuego. Está claro que esta es una expresión que se asocia a un tiempo nuevo. A un mundo nuevo. Y, además tras una frase con más o menos chispa, muestra una nueva forma de diferenciar y de segmentar a los consumidores, ya que realmente tras esta simplificación encontramos dos perfiles humanos y de consumo, muy diferentes.

Hoy la manzana mordida forma parte de nuestra vida. Estamos más que acostumbrados a su presencia. Ordenadores personales, aparatos para reproducir música, tabletas, teléfonos… son la gallina de los huevos de oro de una marca muy culpable del cambio que hemos sufrido en cuanto al uso y a la forma de relacionarnos con este tipo de aparatos, que ha supuesto incluso un cambio de hábitos no sólo de consumo, sino que también de comportamiento social.

Pero lo cierto es que el éxito de Apple no ha sido fácil, y mucho menos en Europa, dónde le costó mucho entrar. Todavía recuerdo las sensaciones que me producían los primeros ordenadores Macintosh, porque al principio no se utilizaba el acrónimo «Mac». Eran ordenadores personales, imposibles para aquellos incipientes usuarios de entorno Windows, pese a la facilidad de uso, que añorábamos, trabajar bajo MS DOS. Hablar de los «Mac» era hablar de un sistema operativo muy complicado, incompatible con los programas que la mayoría de usuarios comenzábamos a utilizar. Los Macintosh eran los ordenadores que utilizaban las personas que trabajaban en diseño, en temas de maquetación, de publicidad, pero parecían vetados para el usuario corriente. Tenían un segmento de mercado muy limitado. Recuerdo a aquellos primeros compañeros que compraron uno de estos y que primero, tenían que aprender a utilizarlos prácticamente desde cero. Pero lo peor sin duda alguna era la incompatibilidad con la mayoría de las personas con las que se relacionaban. No se podían intercambiar archivos, ni programas, ni documentos. Quién utilizaba uno de estos ordenadores personales, se convertía en un “paria informático”, aunque eso sí, muy chic. Recordemos aquellos portátiles de colorines, tan “monos”, cuando el mundo de los portátiles era en negro y gris, como la televisión de los sesenta.

Explicamos el tema de la incompatibilidad con los programas al uso, porque este fue el primer gran escollo que la marca tuvo que salvar, para poder realmente introducirse en el mercado europeo, y por supuesto, español. Los Mac eran los ordenadores más llamativos, que más prestaciones podían dar, además de ser los más bonitos, modernos y con mucho diseño, pero… ¿qué hacías con ellos? No podías usarlo con los programas que sabías utilizar, y si aprendías a manejarlos, no te servía de gran cosa por la falta de compatibilidad. Así que en el momento en el que se hizo compatible con el entorno Windows, el gran escollo estuvo resuelto. Mucha gente se compraba un Mac por diferenciarse y ahora sí que podía usarlo. Este fue el gran paso hacia delante que dio la marca, ya que hubiera sido si no, imposible haber conseguido un importante nivel de penetración en el mercado europeo, y además convertirse en un producto “aspiracional” para muchos potenciales usuarios. Esta fue una de las grandes revoluciones. La otra, que tiene al iPhone como icono, vino no de este dispositivo, sino del IPod que es el que se generalizó, sobre todo para un segmento de mercado y fue el adalid del cambio.

Después vino iPhone. El teléfono se convirtió en algo mucho más importante que un aparato que sirve para hablar o enviar SMS. Tengo que reconocer que personalmente mi relación con la marca llegó a través del iPhone, después llegó el portátil, al que le perdí el miedo, porque funcionaba «como el teléfono». Después aparecerían las tablets y el cambio del mundo. De hecho, el resto de marcas fabricantes de este tipo de dispositivos, tuvieron que cambiar, hasta conseguir parecerse lo máximo posible al iPhone. El día que muchos de nosotros cambiamos nuestro Nokia por el iPhone, y nos hicimos de la religión «Apple» el mundo empezó a cambiar y se dio un paso más en la evolución. Al igual que en mi caso, muchos fuimos rezagados, pero una vez que llegamos a tener a nuestra manzana, nos convertimos en fieles seguidores. Ahora la idea de tener que cambiar el iOS por el Android, nos da pánico, porque habría que volver a aprender.

Hoy tener un dispositivo Andoid, también supone en muchos casos una declaración de intenciones, una forma de reivindicarse y de mostrarse contra el «status quo». Aunque también puede ser que alguna compañía telefónica le haya hecho una propuesta irresistible, al fin y al cabo, no olvidemos que estamos viviendo un momento de «todos contra el iPhone», «todos contra Apple».