Cuando toca lo bueno, gracias

Cuando toca lo bueno, gracias

“Falta mucho por aprender, me tocó volar sin alas, decir adiós sin morirme, y renunciar a mi destino para escribir otro” – Anónimo

Hoy toca reflexionar sobre aquellas personas que nos acompañan o por el contrario nos abandonan a lo largo de nuestro camino. Siempre se ha dicho, y realmente creemos que todos y todas lo hemos comprobado en algún momento de nuestra vida que es mucho más fácil mirar a los lados y que estemos acompañados, cuando las cosas van bien, y sin embargo cuando se tornan duras, es también muy posible que cuando miremos a los lados, no veamos nada, ni a nadie más allá de a nuestra propia sombra.

Cuando toca lo feo, lo duro, la lucha, la batalla, la lágrima, el esfuerzo, es realmente cuando necesitaríamos tener a aquellas personas que se supone que nos aprecian, o que nos quieren, o en definitiva, aquellas personas que dicen que somos importantes para ellas, pero muchas veces, este es el momento en el que saltan del barco, porque para qué engañarnos, las maduras son muy bonitas, las duras no tanto. Por eso, hay que reconocer que todos tendríamos que pasar momentos realmente duros en nuestra vida, porque así podríamos más fácilmente discernir sobre las personas a las que les importamos y sobre aquellas que simplemente se importan así mismas. Hay una imagen que siempre ha representado muy bien este momento, y es el de un perro cuando sale del agua, un perro de lanas que empieza a moverse convulsivamente para sacarse de encima todo el agua sobrante. Pues bien, eso es lo que nosotros, los seres humanos, también tendríamos que hacer en ocasiones, pero no con respecto al agua, sino que a otros seres, más o menos humanos, pero que en muchos casos tienen realmente un comportamiento más de parásitos que de otra cosa.

Ahora bien, ya que hemos visualizado qué es lo que hay que hacer con aquellos que no merecen estar a nuestro lado, simplemente por deslealtad, por interés, o por lo que sea. Vamos a centrarnos en aquellas personas que sí se quedan. O mejor aún en las que aparecen en estos momentos. Estas son las auténticas. En la época del ocaso, de la tristeza, del miedo, de la oscuridad, cuando los brillos desaparecen y la mayoría de las luces se apagan, hay que ser muy valiente para llegar a la vida de alguien, y para no sólo no salir corriendo, sino que para decir:

“ vamos, yo te guío, si quieres mi luz, aquí la tienes, déjate llevar, déjate acompañar, déjate ayudar. No tienes porqué ser superman/superwoman, y no tienes porqué salvar el mundo en solitario. Sólo haz lo que tienes que hacer. No va a ser fácil. Te vas a caer mil veces. Vas a tener zancadillas que van a llegar por todos los frentes. Pero si cada vez que te caes, te levantas, si cada vez que te zancadillean aprendes, no te preocupes, porque tú vas a ser quién sea capaz de salir, de seguir, de resurgir. Yo estoy aquí para ayudarte, yo estoy aquí para guiarte, para orientarte, y cuando te desvíes, por supuesto para recriminarte, y para demostrarte tus errores. Tú sólo tienes que hacer y hacer. No dejarte vencer, ni por los de fuera, ni por supuesto por el peor enemigo, el que habita dentro de ti. El que en muchas ocasiones te va a decir. “¿Para qué te levantas ya?; Vámonos a dormir, si da igual; no te preocupes, mañana lo harás. Si no puedes, déjalo, qué le vamos a hacer”. A ese es al que no debes de escuchar. Contra ese es contra el que más alerta debes estar, porque yo podré estar a tu lado, pero será una guerra que deberás batir solo, en la que habrá miles de batallas. No te engañes, por mucho que parezca que vas ganando, es un enemigo muy sibilino, y puede ocurrir que sin darte cuenta esté aprovechando tu momento de vanidad, para volver a entrar como caballo de Troya y minar el trabajo que has hecho”.

Si tienes la suerte de encontrar un faro así, que te guíe, préstale mucha atención. No dejes que se apague. Te dirá cosas feas. En muchas ocasiones te pondrá contra la espada y la pared, pero sólo así podrás tener una oportunidad para ganar la guerra.

Huye de quiénes te regalen el oído, de quiénes resalten tus virtudes aunque sean ciertas, porque así escuchando lo que ya sabes, no podrás crecer, no podrás ser mejor, no podrás vencer.

Y por supuesto, cuando la tempestad amaine, y las aguas parezcan plácidas, no olvides a quién estuvo a tu lado en la batalla. No seas desagradecido. No peques de arrogante, porque además recuerda, que en cualquier momento, la tempestad puede volver a traer un tsunami a tu vida.

 

 

¿Quieres renacer? Manos a la obra.

¿Quieres renacer? Manos a la obra.

quieres renacer

“Soy quien yo quiero ser, no lo que todos quieren que sea” – Anónimo

Hoy planteamos como tema de reflexión si realmente somos cómo queremos, si realmente somos lo que queremos ser. Muchas veces o en muchos momentos de nuestra vida, salimos a la calle con una máscara que es la que nos hace mostrarnos como los demás quieren que seamos, como los otros piensan que debemos ser, en definitiva como el resto decide, pero ¿eso es lo que realmente queremos?

Como dice nuestro azucarillo de hoy no podremos engañar a todos siempre, haciendo que somos lo que no somos, pero lo que es más triste, y mucho más duro, ¿nos podemos engañar a nosotros mismos? Está claro que no. Que la respuesta es no, entonces ¿Por qué no cambiamos? ¿Por qué no buscamos ser diferentes, si eso es lo que realmente queremos?

Vayamos por partes. Nuestros comportamientos y nuestras actuaciones, muchas veces son fruto de nuestro deseo de encajar, pero esta actitud ¿nos hace felices? A veces lo peor que nos puede pasar es precisamente “encajar”, porque nos volvemos grises y perdemos la oportunidad de proyectar nuestra propia luz. Otras veces no lo hacemos por miedo, o por comodidad. La pasada semana hablábamos precisamente de la procrastinación, ese dejar las cosas para mañana y así, terminar por no hacerlas nunca. Y en otras ocasiones, simplemente no encontramos aquella motivación que nos haga ser cómo queremos. El otro día, alguien comentaba que “los azucarillos a veces son rallantes”, así que vamos a hacer que este no lo sea.

Lo que queremos plantear aquí es que si realmente queremos cambiar, lo podemos hacer. Si hay cosas en nosotros que no nos gustan, si hay cosas que querríamos que fueran de otra manera, es muy fácil, empecemos a hacerlo. Sin excusas, porque realmente es posible. Vamos a ver, ¿cuántas veces hemos querido dejar de fumar? ¿Cuántas veces hemos querido hacer ejercicio?¿cuántas veces hemos querido hacer deporte? ¿Cuántas veces hemos dicho que íbamos a leer más o a bailar más o a pintarnos las uñas? Hay tantos pendientes en nuestras vidas, que siempre están ahí, que las recordamos particularmente todos los 31 de diciembre, pero que olvidamos alegremente el día 2 de enero.

Pues hoy aquí lo único que queremos decir es que SÍ, SE PUEDE. Si queremos cambiar, si realmente queremos hacerlo es fácil, LO HACEMOS. No vale que digamos, que no tenemos tiempo, que no podemos, que la próxima semana, que cuando pase el calor, o que cuando pase el frío, todo esto son sólo excusas, excusas que utilizamos de cara a los demás, porque es obvio que a nosotros mismos no nos convencen. Nueve meses es lo que dura un embarazo y es lo que necesita el ser humano para traer una nueva vida a este mundo, pues podemos asegurar que esos mismos nueve meses son más que suficiente para producir una auténtica transformación en nosotros mismos, y para que podamos convertirnos en esa persona diferente que queremos ser. Esos nueve meses nos sirven para renacer, para cambiar nuestros hábitos, para cambiar nuestra visión de las cosas, y hasta para hacer el cambio físico que queremos.

No hay excusas, de verdad, simplemente tenemos que querer, y si es así, tan fácil como ponerse las zapatillas y tirar millas, como no volver a coger un cigarrillo, mejorar la alimentación, cultivarse… Bueno, fácil no, para qué mentir, fácil porque es posible, pero sólo tenemos que estar dispuestos a trabajar duro, a no cansarnos, y a no tirar la toalla a la mínima de cambio. Constancia, constancia, y más constancia. No hay más misterio que ese. Un secreto, antes de dejarlo por hoy. Este renacer, es mucho más sencillo cuando tenemos una auténtica motivación que nos ayude a no cejar en el empeño, a no agobiarnos a la mínima de cambio, a superar los bajones, y a seguir siempre haciendo y tirando del carro.

Recordad, lo hemos dicho muchas veces, si queremos algo diferente, si buscamos algo diferente, tendremos que hacer cosas diferentes, si seguimos haciendo lo de siempre, los resultados que obtendremos serán sencilla y llanamente los de siempre. Pensad en todo esto y esperamos vuestros comentarios.

Este vídeo que compartimos con todos creemos que va a ayudar mucho en esa reflexión a la que invitamos hoy. Disfrutadlo.

https://www.youtube.com/watch?v=PNGtLMzndAw