Llegar es hacer, caer y levantarse para seguir haciendo

Llegar es hacer, caer y levantarse para seguir haciendo

“El éxito en la vida no se mide por lo que logras, si no por los obstáculos que superas” – Anónimo

Hoy queremos hablar de logros que sí llegan, de objetivos que sí se consiguen. Hoy toca reconocer que los esfuerzos cuando son constantes, cuando son con todo lo que tenemos, y sobre todo, cuando no se deja de creer, tienen su recompensa. Somos lo que somos no por a dónde llegamos, sino por lo que superamos para hacerlo.

Los azucarillos no dejan de ser trocitos de realidad y de cotidianeidad condensados en un suspiro de verdad que plasmamos en unas líneas. Y de igual manera que en otras semanas hemos hablado de lucha, de caerse y levantarse, de seguir y seguir, de hacer y de hacer, de no rendirse y de no bajar en ningún momento los brazos, hoy queremos como decíamos antes recordar que a veces se consiguen los objetivos y se alcanzan las metas.

El camino nunca es fácil, siempre lo decimos, y probablemente, aunque a veces nos cueste creerlo, sea lo mejor, sobre todo cuando pones perspectiva y analizas de dónde vienes y a dónde has llegado. Pero en ese recorrido, es fundamental que cumplamos con normas que son universales.

La primera. Es esencial querer, no de boquilla, sino que de verdad. Estar totalmente convencido o convencida de que sí, de que estamos en disposición de hacerlo, y que estamos seguros al cien por cien. Esta convicción es fundamental, y será a la que tendremos que recurrir, sobre todo en los momentos en que flojeen las fuerzas, porque cuando el destino es elevado, el camino es más que difícil.

La segunda es la constancia. Aunque siempre hay días malos y días buenos. Aunque en muchas ocasiones, pese a esforzarte de todas, todas, las cosas no llegan a salir… pese a eso, es fundamental que no cejes en tu empeño. Caerse está permitido, pero levantarse es obligado del todo. Aunque te duela hasta el alma, aunque seas la única persona que cree en que es posible, aunque estés al borde del abismo, sigue, sigue, y sigue. Recuerda que si te caes, te sacudes y te levantas, porque el esfuerzo, la constancia y la decisión serán el mejor combustible para alcanzar nuestros objetivos.

La tercera. La tercera es la que realmente nos hace grandes. La tercera es la que nos lleva a lograr nuestras metas, y es sin lugar a dudas, la pasión, la ilusión, la emoción. En esta vida hay veces que la razón nos dirá no, la nuestra propia. La gente nos dirá no. El universo nos dirá no, pero mientras nosotros creamos en el sí, mientras que nosotros trabajemos con ahínco y constancia por el sí, y al menos exista una única posibilidad, mientras eso ocurra, nadie podrá quitarnos nuestras ilusiones, y nadie nos derrotará antes de que salgamos al terreno de batalla.

Si la primera y la segunda son difíciles, la tercera es para nota. Pero la tercera es la que hace sublimes a las personas, la tercera es la que hace que la gente normal, pueda hacer cosas enormes, la tercera es la que saca a los héroes y a las heroínas que hay en nuestro interior. La tercera es la que hace que nos crezcamos ante las derrotas, que nos hagamos grandes cuando las cosas nos vienen mal, que nos convirtamos en gigantes, cuando el mundo quiere empequeñecernos.

Todo lo que estamos contando hoy parece teoría, parece arenga de película. Pero sabéis lo mejor de todo, que no lo es. Que es cierto. Que lo hemos vivido, y que lo hemos visto y que por eso lo podemos contar. A partir de la semana que viene volveremos a las trincheras, volveremos a la lucha. Pero hoy queremos parar un momento, tomar aire y gritar al mundo que este es el momento de valientes y valientas y que nosotros es precisamente eso lo que somos.

Nadie me hará pequeño, nadie me dirá que no, nadie jugará con mis ilusiones, nadie me pondrá límites, porque sencilla y llanamente, mi vida la decido yo, mi destino lo escribo yo, y mi camino lo elijo yo. Si no llego será porque realmente no pueda, pero jamás será porque me rinda, o porque alguien me diga que es imposible.

#YoDecido #YoElijo

¿Renunciar? ¡Nunca!

¿Renunciar? ¡Nunca!

“Así como la vida te dio la posibilidad de soñar, también te dio la posibilidad de convertir tus sueños en realidad” – Anónimo

Es cierto que hay momentos en los que tirar para adelante cuesta más. Hay días, sería mentira decir lo contrario en los que parece que es imposible y que los molinos siempre se convierten en gigantes, a los que no podrás vencer. Creer y querer, y hacer y hacer para llegar, hay días en los que se torna difícil. Hoy aquí en el chute de positividad real más grande que podéis encontrar en la red, nos vamos a permitir tener tan sólo 30 segundos de angustia, de miedo, de inseguridad, de sensación de impotencia, porque esto también forma parte del camino. Sería mentira, y además no hablaríamos de personas, sino que de máquinas, si dijéramos que nunca titubeamos, que nunca las lágrimas inundan nuestros ojos, o que nuestra nariz no se llena de mocos… claro que eso nos ocurre, y muchas veces, porque el camino es muy complicado y porque alcanzar aquello que se busca y que se quiere no es nada fácil. Lo de pelear duro todos los días, no es un dicho, es un hecho, y todos los días, hay momentos en los que la sensación es que son muchos días, por eso tantas veces hemos hablado de la constancia, el arma definitoria para alcanzar nuestros sueños, a los que para hacerlos más realizables, recordad que decidimos llamarlos metas.

El otro día en una conversación referíamos el daño tan grande que ha podido hacer la pequeña y la gran pantalla, cuando nos muestra los cambios, los logros, las superaciones, de toda una vida, en tan sólo unos segundos. Es muy fácil decir “dos años después, 10 años después, 20 años después”, lo difícil es pasarlos, lo difícil es superarlos, lo difícil es vencerlos.

Pero está claro que hay que seguir, está claro que hay que pelear y está claro, que pase lo que pase, nosotros mismos no vamos a tirar la toalla, ni nos vamos a dar por vencidos. Hay metas que parece que conforme avanzas se alejan, es cierto, o que se esconde como cuando éramos niños y jugábamos a aquello de 1,2,3… el escondite inglés… pero nosotros no debemos de dejar de visibilizarlas.

El dolor del pecho, el asfixio en la garganta, ese nudo en el estómago, o ese martillo cincelando nuestro cerebro, es también parte del camino. Es una mochila que llevamos y que tenemos que aprender a usarla y sobre todo a sobrellevarla. Es imposible vaciarla del todo, pero lo que sí podemos es aprender a saber llevar mejor su carga. El deporte es una de los mejores remedios que podemos utilizar. Ya sabéis que muchas veces hablamos de correr, porque ese momento en el que creemos que somos incapaces de dar una zancada más, pero sin embargo la damos, nos genera una energía, una positividad, una carga que se convierte en el mejor arma contra el desasosiego o el dolor de alma.

Hay muchas cosas que nosotros o nosotras no podemos controlar. Hay cosas que se escapan totalmente, pero eso no nos debe de hacer pequeños, eso debemos de aprender a verlo como un obstáculo que hay que saltar, y si es demasiado alto para saltarlo, tendremos que aprender a rodearlo, y si no podemos rodearlo, a hacer un túnel subterráneo que nos haga dejarlo atrás. No es fácil, ya lo sabemos, lo vivimos, lo sufrimos y lo sentimos. Pero pese a todo, debemos de seguir, y debemos de hacerlo por nosotros, porque como dice el eslogan de esa conocida marca “yo lo valgo”. Ahí debemos aferrarnos. Sigamos adelante porque nosotros podemos, porque nosotros queremos, porque nosotros lo merecemos, porque sobre todo, si hay alguien en el mundo a quién no podemos engañar es, precisamente a nosotros mismos.

Hoy nos presentamos aquí, una vez más haciendo gala de nuestra inmensa humanidad, porque nos equivocamos como nadie, nos venimos abajo como cualquiera, nos duele todo como a quién más, pero hemos decidido que pese a todo… ya sabéis: secarse las lágrimas, limpiarse los mocos y tirar para adelante. El trabajo tiene que tener su recompensa, el hacer y no dejar de hacer, tiene que tener su recompensa, el caer y levantarse tiene que tener su recompensa… ese es nuestro mantra, y hasta ahora nos sirve… Nunca renuncies a lo que realmente quieres, nunca, nunca… por muy difícil o muy duro que sea lo que haya que hacer para conseguirlo, porque, sin lugar a dudas, renunciar dolerá mucho más…

Si te caes, te levantas… te sacudes, estiras el cuello, sacas pecho, sacudes tu melena al viento, y sigues… siempre sigues… siempre sigues… porque aunque creas que no puedes más, un secreto, siempre se puede un poquito más…  

 

Porque los sueños, no son sueños, ¡¡son metas alcanzables!!

Porque los sueños, no son sueños, ¡¡son metas alcanzables!!

“Las metas son sueños con fecha de caducidad, y así como la vida te dio la posibilidad de soñar, también te dio la posibilidad de convertir tus sueños en realidad” – Anónimo

Calderón de la Barca decía que los sueños, sueños son, y que la vida es sueño… hay mucho tras esas palabras, es cierto, pero nosotros lo vemos de otra manera. La vida es sueño, ¿o tu vida puede ser tu sueño?

No estamos para trabalenguas, ni queremos jugar a “desembotijar un botijo”. No, pero sí estamos aquí para hablar de nuestros sueños. En estos días por diferentes motivos, hemos tenido ocasión de comentar con amigos, amigas, compañeros y compañeras, mucho acerca de los sueños. De lo que queremos conseguir, de a dónde queremos llegar, y de cómo y porqué de estos.

Cuando hablamos de sueños, parece que nos referimos a inalcanzables. Es como si buscáramos el vellocino de oro, que sería el que nos daría nuestro tan merecido reino. O que anduviéramos tras ese y “fueron felices y comieron perdices”… pero no es así. Si queremos algo, simplemente hemos de intentar alcanzarlo, por ello quizás no estaría de más, que empezáramos por cambiarle el nombre. Si a un sueño, lo llamamos meta, parece que lo estamos haciendo más accesible. A ese deseo de algo que queremos hacer o conseguir, lo despojamos de ese halo de idealidad y de esa manera, además de hacerlo más terrenal, también hace que perdamos excusas a la hora de lanzarnos a por ello.

Un sueño es una meta, y como tal se puede alcanzar. ¿Qué es lo primero que hay que hacer? Está claro, hay que empezar por hacerlo lo más accesible posible. Para ello lo primero es ponerle fecha, e intentar además sumarle todas las variables de “posibilidad” necesarias, tales como recursos a emplear, objetivos previos que conseguir. Si una meta es demasiado grande, lo que debemos de hacer no es para nada renunciar a ella… no seamos como la zorra con las uvas, y tras algunos intentos lo abandonemos, autoengañándonos y convirtiendo unas jugosas y deliciosas uvas, en algo que no merecía la pena, porque no iban a estar buenas…

Hemos de utilizar la técnica de la disección. Esta consiste sencillamente en convertir el uno grande, en varios (pocos o muchos) pequeños. Por tanto, lo que hemos de hacer es dividir esa meta superior que queremos alcanzar, en metas más pequeñas que se vayan convirtiendo en escalones en nuestro camino, que nos vayan acercando a cumplir ese sueño…

Las guerras se ganan cuando se consiguen ganar batallas. De esta manera, cada triunfo por pequeño que sea, nos acerca a nuestra meta. Ahí es dónde hay que trabajar y dónde nos hemos de concentrar. Por ello no debemos de asustarnos. Si no que lo que tenemos que hacer es luchar de verdad por llegar a dónde queremos. No nos tenemos que venir abajo. Todo lo contrario. Por ello es tan importante que hagamos partes lo grande, para que así le perdamos el miedo y sobre todo, para que los pequeños logros, se vayan convirtiendo en la fuente retroalimentadora de nuestras ilusiones. El ver que vamos cumpliendo expectativas, que vamos consiguiendo avanzar paso a paso, es la dopamina que ayuda a que nuestro nivel de motivación no descienda.

Cuando te esfuerzas por conseguir algo, y parece que cada vez estás más lejos, es muy difícil seguir y seguir, y sacar las fuerzas necesarias para no abandonar. Nadie somos ni superman, ni superwoman, y es fácil que sintamos que no podemos, que no somos capaces… por ello recordad siempre, que la magia está en nuestro interior, y que en esta vida tenemos que asumir riesgos…

No te arrepientas nunca de lo que haces, arrepiéntete sólo de lo que dejas de hacer. De lo que no te atreves a intentar, de lo que no te atreves a buscar, de lo que no eres capaz de abrir o cerrar.

La recompensa puede ser que tu sueño se haga realidad, así que simplemente haz gala de tu osadía, saca ese genio que llevas dentro, no desprecies tu poder, y por supuesto vive tu magia… Y si no llegas, siempre te quedará el haberlo intentado por encima de cualquier cosa

Aquí estamos ya en ello… ¿a qué esperas? Mañana es tarde, así que…

¡¡¡Empieza ya!!!

 

https://www.youtube.com/watch?v=DD0PCVQL1OU