“Si te caes, es para levantarte; si te levantas, es para seguir; si sigues, es para llegar a dónde quieres ir; y si llegas es para saber que lo mejor está por venir” – Anónimo
La verdad es que cuando las cosas se ponen feas, muchas veces es muy difícil ser positivos, y seguir hacia adelante, pero es necesario hacerlo. Desde que comenzamos con nuestros azucarillos hemos pasado muchos momentos de aquello de “pintaban bastos”. Os podemos asegurar que más de los que podrían parecer, pero pese a todo, hemos sido capaces. El “si te caes, te levantas” es ya un clásico de nuestra casa y por supuesto, de esta sección.
Abogamos por pelear hasta el final, por no cejar en el empeño, por no darnos por vencidos, pero pese a todo nuestro esfuerzo, a que no dejemos de luchar, y de pelear, hay ocasiones en las que no depende de nosotros y no podemos llegar a dónde queríamos o no somos capaces de alcanzar aquello que queremos, e incluso merecemos. Es muy duro, por supuesto, y duele más, pero al menos, y siempre lo hemos dicho, nos tiene que quedar el habernos dejado el alma en el intento. Eso sí que es lo más importante.
Hoy abrimos esta ventana hablando de que a veces, darlo todo, no es suficiente. Es importante reconocer que después es más difícil seguir, mucho más, pero pese a todo, hay que hacerlo. Ha habido momentos de dolor de alma, de querer mandarlo todo a paseo, de tener la sensación de que el aire nos faltaba y que lo que realmente te pedía el cuerpo era dejarte llevar, pero afortunadamente, no lo hemos hecho. ¿Por qué? Porque es importante encontrar esa razón por la que seguir. Eso que te haga recomponerte a cada golpe. Que te haga levantarte sacudirte y seguir. No es fácil, de verdad, para nada… pero hay que hacerlo, hay que seguir, seguir y seguir, hacer, hacer y hacer.
No siempre las promesas se cumplen, no siempre lo que esperas sucede, no siempre las palabras dadas tienen el valor que le otorgamos… pero ¿qué pasa cuando nosotros no podemos hacer nada para que los síes sean síes y los noes, noes, y no viceversa? Tras vivir muchas de estas situaciones, porque eso es lo que tiene tener más de 25 años, no apostamos por volvernos huraños y no querer confiar en nadie, tal vez sí saber llevar un escudo mayor del que llevamos, o tener más capacidad para discernir entre lo blanco y lo negro, pero nunca renunciar a vivir, y a convivir.
Pese a lo malo, pese al desengaño, pese al dolor, hacemos un canto a la esperanza, a la fuerza de la verdad, a creer en la acción, a seguir pensando que las cosas bien hechas, y que el esfuerzo continuado, tarde o temprano, tienen que tener su recompensa, sea como fuere, y evidentemente esperemos que en esta vida, pero nos negamos a volvernos elementos del mundo de las sombras, preferimos seguir creyendo en la luz, en la luz que aporta el querer, el saber, el hacer, el continuar. La voluntad de hacer, de no parar, y de rehacerse tiene que ser la que dirija nuestro caminar.
Las piedras son enormes, los muros pueden llegar a ser gigantescos, pero es que además el camino se llena de hoyos, de baches… pero pese a todo, pese a todos, aquí seguimos, aquí seguiremos, luchando por lo que queremos, por lo que creemos, y por supuesto de la única manera en la que se puede conseguir, haciendo, haciendo, haciendo… No sabemos lo que nos depara el futuro, no sabemos cuántas hostias más nos llevaremos, no sabemos nada, pero sí que cuando quieres algo de verdad, sea lo que sea, nunca puedes dejar de intentarlo. Así que no olvidemos el mensaje de hoy, cuando los días sean grises, saquemos un paraguas de colores, porque al final nuestra actitud es la que decide. Recordad que si yo cambio, todo cambia… así que nuestra actitud será la que decida si la botella está medio llena o está medio vacía. No hay más, si te caes, te levantas. Si te equivocas, pides perdón, y vuelves a intentarlo. Como hemos dicho muchas veces, voluntad, constancia y humildad, esas serán nuestras armas. No te rindas, nunca te rindas, pase lo que pase, porque nuestros límites están mucho más allá de lo que creíamos…
“El éxito en la vida no se mide por lo que logras, si no por los obstáculos que superas” – Anónimo
Hoy queremos hablar de logros que sí llegan, de objetivos que sí se consiguen. Hoy toca reconocer que los esfuerzos cuando son constantes, cuando son con todo lo que tenemos, y sobre todo, cuando no se deja de creer, tienen su recompensa. Somos lo que somos no por a dónde llegamos, sino por lo que superamos para hacerlo.
Los azucarillos no dejan de ser trocitos de realidad y de cotidianeidad condensadosen un suspiro de verdad que plasmamos en unas líneas. Y de igual manera que en otras semanas hemos hablado de lucha, de caerse y levantarse, de seguir y seguir, de hacer y de hacer, de no rendirse y de no bajar en ningún momento los brazos, hoy queremos como decíamos antes recordar que a veces se consiguen los objetivos y se alcanzan las metas.
El camino nunca es fácil, siempre lo decimos, y probablemente, aunque a veces nos cueste creerlo, sea lo mejor, sobre todo cuando pones perspectiva y analizas de dónde vienes y a dónde has llegado. Pero en ese recorrido, es fundamental que cumplamos con normas que son universales.
La primera. Es esencial querer, no de boquilla, sino que de verdad. Estar totalmente convencido o convencida de que sí, de que estamos en disposición de hacerlo, y que estamos seguros al cien por cien. Esta convicción es fundamental, y será a la que tendremos que recurrir, sobre todo en los momentos en que flojeen las fuerzas, porque cuando el destino es elevado, el camino es más que difícil.
La segunda es la constancia. Aunque siempre hay días malos y días buenos. Aunque en muchas ocasiones, pese a esforzarte de todas, todas, las cosas no llegan a salir… pese a eso, es fundamental que no cejes en tu empeño. Caerse está permitido, pero levantarse es obligado del todo. Aunque te duela hasta el alma, aunque seas la única persona que cree en que es posible, aunque estés al borde del abismo, sigue, sigue, y sigue. Recuerda que si te caes, te sacudes y te levantas, porque el esfuerzo, la constancia y la decisión serán el mejorcombustible para alcanzar nuestros objetivos.
La tercera. La tercera es la que realmente nos hace grandes. La tercera es la que nos lleva a lograr nuestras metas, y es sin lugar a dudas, la pasión, la ilusión, la emoción. En esta vida hay veces que la razón nos dirá no, la nuestra propia. La gente nos dirá no. El universo nos dirá no, pero mientras nosotros creamos en el sí, mientras que nosotros trabajemos con ahínco y constancia por el sí, y al menos exista una única posibilidad, mientras eso ocurra, nadie podrá quitarnos nuestras ilusiones, y nadie nos derrotará antes de que salgamos al terreno de batalla.
Si la primera y la segunda son difíciles, la tercera es para nota. Pero la tercera es la que hace sublimes a las personas, la tercera es la que hace que la gente normal, pueda hacer cosas enormes, la tercera es la que saca a los héroes y a las heroínas que hay en nuestro interior. La tercera es la que hace que nos crezcamos ante las derrotas, que nos hagamos grandes cuando las cosas nos vienen mal, que nos convirtamos en gigantes, cuando el mundo quiere empequeñecernos.
Todo lo que estamos contando hoy parece teoría, parece arenga de película. Pero sabéis lo mejor de todo, que no lo es. Que es cierto. Que lo hemos vivido, y que lo hemos visto y que por eso lo podemos contar. A partir de la semana que viene volveremos a las trincheras, volveremos a la lucha. Pero hoy queremos parar un momento, tomar aire y gritar al mundo que este es el momento de valientes y valientas y que nosotros es precisamente eso lo que somos.
Nadie me hará pequeño, nadie me dirá que no, nadie jugará con mis ilusiones, nadie me pondrá límites, porque sencilla y llanamente, mi vida la decido yo, mi destino lo escribo yo, y mi camino lo elijo yo. Si no llego será porque realmente no pueda, pero jamás será porque me rinda, o porque alguien me diga que es imposible.
El nueve de marzo comenzábamos una aventura con la que queríamos compartir toda una serie de vivencias, de experiencias, de pensamientos, de momentos… en definitiva con la que compartir lo que nos sucedía, contando cómo nos sucedía y compartiendo la filosofía con la que afrontábamos retos y asumíamos riesgos. La base con la que partíamos en este viaje, algo tan común como un azucarillo. ¿Quién no se ha parado a leer sus frases, y en muchas ocasiones ha sido precisamente esta lectura la que le ha servido para tener una toma de contacto con la realidad y hasta para solucionarnos el problema del día? Todos y todas los hemos utilizado y hasta nos han aliviado en algún momento, dándonos la clave que andábamos buscando. Pues precisamente los azucarillos fueron el elemento elegido para guiarnos y acompañarnos por un camino, que para qué vamos a engañarnos, en 2015 ha tenido más espinas que rosas, pero que pese a los continuos pinchazos, hemos seguido y seguido y seguido y estado y estado y estado. Nos hemos caído muchísimas veces y nos hemos levantado más.
Esta aventura comenzaba con una llamada a la acción, ya que estamos en el tiempo de los valientes y de las valientas, y os animábamos a que os “apuntarais”. Recordamos “La auténtica valentía eslevantarte por la mañana, salir a la calle y enfrentar la vida haciendo que las cosas ocurran, moviéndote, peleando, yendo y viniendo. Valentía no es decir que voy a moverme, voy a pelear, voy a ir o voy a venir, eso se llama procrastinación, y es justo lo contrario a lo que aquí hemos querido trasladar.
Hasta ahora, ha habido un total de 43 altos en el camino. Cuarenta y tres veces nos hemos parado, hemos respirado y hemos compartido la vorágine que nos ha tocado vivir durante estos meses. Hemos hablado mucho de acción, de hacer, de no esperar a que las cosas ocurran y ser nosotros quién las propiciemos, aprendiendo a adaptarnos al cambio y viendo en este oportunidades y no muros. Muchas veces hemos hablado de lo importante de intentarlo, aunque nos equivoquemos, porque siempre nos quedará el al menos haber luchado por conseguir nuestros objetivos, y por supuesto recurriendo siempre a la pasión, como el motor de nuestras existencias, reivindicando la equivocación y el error, como método de aprendizaje, ya que cuando asumimos riesgos y actuamos, por supuesto cabe la posibilidad de que nos equivoquemos y esto no significa nada más que aprender y seguir hacia adelante.
Hemos recordado que el éxito en gran medida depende de nosotros y de nuestra tenacidad, de no cansarnos, de no tirar la toalla y sí de seguir en el empeño. Hemos hablando de que las elecciones que hagamos deben de ser nuestras, y que así hemos de asumir también las consecuencias de las mismas, no dejando que sean los demás quiénes decidan por nosotros. Por supuesto hemos querido hablar sobre la importancia de reconocer nuestros errores, y de la importancia de tomarse un tiempo para reflexionar.
Caímos y nos levantamos con vosotros y vosotras y analizamos cómo un final puede traer un comienzo y porqué no hay que tirar la toalla, siendo conscientes en todo momento de lo importante que es vivir el presente y no perderse en lo que pudo haber sido y no fue, o en lo que pasará, porque no lo sabemos, no lo podemos conocer. Os invitamos a la revolución, a no soñar y a atreverse a hacer, a no dar excusas, a perder el miedo al silencio… Por supuesto tuvimos un momento para recordar a esas personas que nos ayudan y que están a nuestro lado, unas veces con más visibilidad y otras con menos.
En definitiva ha sido un año, que hemos compartido, con sus luces y con sus sombras, son sus alegrías y con sus tristezas. Un año en el que sobre todo hemos querido ser valientes, mirar hacia adelante, viviendo el presente y no dejando de hacer, de intentar, de inventar. Muchas gracias por haber estado a nuestro lado, por haber compartido nuestras reflexiones. Muchas gracias por esos azucarillos que nos habéis hecho llegar.
En definitiva, muchas gracias por haber estado, en las duras y en las maduras. A quiénes se fueron, simplemente les deseamos lo mejor, y a quiénes han llegado y sobre todo a quiénes se han quedado, decirles que nuestro agradecimiento se sincero y que la mejor manera de demostrarlo es seguir haciendo, seguir creciendo, y nunca parar.
Aquí estamos, todo preparado para compartir con todos vosotros y vosotras 2016, y para que igual que habéis estado en horas bajas, sigáis cuando lleguen las altas. ¿Empezamos a hacer nuestra lista de propósitos para este próximo año?
“El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad” – Ana María Matute
Penúltimo azucarillo del año. Parece mentira pero ya estamos despidiendo a 2015. Se va siendo un gran año, aunque empezó siendo lo peor de lo peor. Pero ¿por qué ese cambio? Muy fácil, PORQUE HEMOS QUERIDO.
Este año pasará a la historia por ser el del cambio, el de la evolución, el de crecer, el de querer y el de creer. Durante todas estas semanas, hemos ido hablando de que cuando realmente existe la voluntad, existe el convencimiento y la motivación necesarias, nada es imposible, porque nos crecemos ante las dificultades, nos hacemos fuertes, nos caemos y nos levantamos.
No hay excusa porque lo que tiene que haber es el valor necesario y la ganas para salir del círculo de comodidad, para dejar de autocomplacernos, de darnos pena de nosotros mismos, de esperar a que vengan a salvarnos, porque nadie va a hacerlo por nosotros. Hay que querer, hay que creer y sobre todo hay que hacer.Es muy duro, porque no vale que sea un único día, no vale que sea un rato, tiene que ser siempre, y eso cuesta, cuesta mucho, pero se puede si se quiere y no hay que ser ni superman, ni superwoman para hacerlo. La gente corriente, como tú y como yo, como el tendero de la esquina, o como la señora de la peluquería, tienen dentro de sí la fuerza suficiente para ser capaces de levantarse, después de haberse caído.
No te de miedo el fracaso, porque un fracaso siempre entraña el éxito de haberlo intentado y porque siempre supondrá que estuviste allí. Lo que tendría que darnos pavor es el asustarnos antes de comprobar si podemos o no, por el miedo al qué dirán, al fracaso, a hacer el ridículo, a que se rían de nosotros… No seamos seres inocuos, no seamos personas grises que pasan por el mundo de puntillas para no hacer daño y para que no te lo hagan. No, no, y no. Busca brillar, buscar hacer lo que quieras, lo que te guste. Que nadie te diga que no vales para esto o para lo otro, si es lo que quieres inténtalo, disfrútalo, y si no llegas, pues no pasa nada, porque lo has intentado, lo has vivido y lo has disfrutado. Las cicatrices que nos quedan de los intentos fallidos, de los fracasos cosechados, son nuestras joyas más preciadas. En vez de avergonzarnos e intentar maquillarlas con excusas, aprendamos a lucirlas y a mostrarlas con orgullo. Sí, yo lo intenté, no me salió, fue un desastre y no lo conseguí. Pero disfruté mientras lo perseguía, mientras lo luchaba, y tuve el valor y el coraje de ir a por lo que quería.
Este año hemos aprendido a creer en nuestras auténticas posibilidades, a aprender a saltar los límites que nos marcan propios y extraños, y a buscar cuáles son realmente esas líneas que no podemos atravesar. Pero las nuestras, no las de nadie, las que nosotros comprobamos que no podemos sobrepasar, pero pese a eso lo intentamos, y lo intentamos y nos sorprendemos porque a veces, hasta esas barreras caen y los límites se alejan y se vuelven mayores desafíos.
Sí 2015 ha sido el año del fénix, el año de resurgir de las cenizas, el año de bajar la mirada con humildad, apretar los dientes y dar ese paso adelante para enfrentarnos al mundo. El miedo existe, la preocupación está, pero ante eso ahora ponemos acción, buscamos soluciones, recurrimos a la creatividad, a lo diferente, incluso a lo socialmente incorrecto. En 2015 hemos aprendido a vivir, a vivir soportándonos, a vivir perdonándonos, a gritar al mundo nuestras imperfecciones, porque no somos dioses, sino que muy humanos, y porque somos lo que somos y trabajamos para mejorar en lo que no nos gusta.
2015 ha sido el año de perder el miedo al cambio. El año en el que hemos decidido girar y girar la noria, porque estando parados no se va a ningún sitio.
2015 ha sido el año de “trabajar como si no necesitáramos dinero, amar como si nunca nos hubieran herido, y sobre todo y ante todo, 2015 ha sido el año de bailar como si nadie nos estuviera viendo, porque hemos buscando ser de verdad, hemos querido quitarnos las caretas y hemos decidido que sólo se vive una vez y que los momentos son únicos e irrepetibles, estén llenos de dolor o de alegría, pero todos hay que vivirlos, sentirlos y saber disfrutarlos.
2015 ha sido un gran año, porque nos ha dado la gana, simplemente.
Lo más difícil de caerse, no es levantarse, sino no tener miedo de volver a caer – Anónimo
Es muy del gusto del grial hablar sobre ser fuertes, sobre la importancia de sobreponerse, de seguir adelante, de caerse y de levantarse y hoy es una buena ocasión para volver a hablar de este tema.
Hace un tiempo tal vez ante la pregunta de cuál es la cualidad que más admiras en las personas, la respuesta hubiera sido otra, pero hoy por hoy está claro, la capacidad de sobreponerse, la constancia, la determinación. No rendirse, no tirar la toalla. Si el mundo no estuviera lleno de valientes y «valientas» que han seguido adelante pese a que todo se puso en contra, seguro que hay muchas cosas de las que hoy disfrutamos, que ni siquiera existirían. Por no hablar de que no se habrían corrido los cien metros en menos de diez segundo, o no se habría dado un único salto de casi diez metros (por cierto medid un día esta distancia por el gusto de alucinar pensando en que una persona pueda volar así). Pero hoy no queremos hablar de los grandes logros, ni de récords, no. Hoy queremos hacer un humilde homenaje a las pequeñas historias, a esas personas anónimas que se dejan la piel cada día, intentando salir adelante, que no se achantan ante nada y que de cada caída salen reforzados, con la experiencia de haber aprendido una nueva forma de caer y lo que es más, una nueva forma de levantarse. Ahí es dónde realmente encontramos el gen de los súper héroes y las súper heroínas.
Además hoy, 19 de Octubre, día dedicado a recordar la lucha contra el cáncer de mama, podríamos hablar de miles de historias de mujeres que han vencido lo Invencible y de todos aquellos que han estado acompañándolas en su lucha, demostrando que la fuerza de la voluntad, y la capacidad de lucha, a veces son capaces, aunque sea temporalmente de engañar hasta a la propia muerte.
Hoy, una vez más queremos lanzar un mensaje positivo, que no viene del mundo de las ideas, sino que se basa en la pura propia experiencia. Han sido y están siendo muchas las caídas, en todos los terrenos. Las bofetadas llegan por todos lados, y cuando crees que llega la calma, aparece un pequeño (o no tanto) tsunami que vuelve a ponerlo todo patas arriba. Te vuelves a caer, pero entonces, apoyas las manos, clavas las rodillas, tomas impulso y vuelves a levantarte, más fuerte, más sabio, más grande, y además más humilde, porque besar el suelo, también te enseña necesarias lecciones de humildad.
De verdad, no te rindas nunca. No des nunca ni guerra, ni batalla por perdida. Crece ante las dificultades, busca ese faro que te guíe cuando la noche es tan oscura y la mar está tan revuelta que crees que estrellarte contra el acantilado es lo único que puede ocurrirte. Revélate, no te des por vencido, lucha, y si te caes, te levantas, aprendes y sigues hacia delante.