#hACEDOR@SdeMilagros #Alejeador@sDeMALAsuerte

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“No existe la mala suerte. Sólo hay preparación adecuada o inadecuada, para hacer frente a una estadística” – Robert A. Heinlein

Hoy vamos a reflexionar sobre la existencia o no de los milagros. Es decir, la creencia de que las cosas pasan porque existe una entidad superior que hace que sucedan, para bien o para mal. Queremos plantear este tema de debate, al margen de la concepción religiosa del mismo, y por supuesto, desde el mayor de los respetos a la misma.

Hoy queremos hablar de la concepción popular de los “milagros”, o de la “mala suerte”. Hay que reconocer que como excusas para muchas cosas, están más que sobre utilizadas y por supuesto resulta muy socorrido argumentar que lo que nos pasa, o lo que nos deja de pasar, lo que conseguimos o lo que dejamos de conseguir, se debe a algo exterior a nosotros y que no tiene que ver ni con nuestro trabajo, ni con nuestro esfuerzo, ni con nuestra forma de hacer  y de proceder, ojo, o con lo que no hacemos, no intentamos, o lo que abandonamos.

Oír a muchas personas diciendo, “he tenido muy mala suerte, porque no he conseguido el trabajo, o porque no he aprobado el examen, o porque no he llegado”, es una manera de no asumir las responsabilidades. Podemos aceptar que en muchas de las acciones que desarrollamos a lo largo de nuestra vida, hay un grado de incertidumbre,variables independientes a nuestro comportamiento, que hemos de asumir como tales, y a las que bueno, podemos llamar “suerte” ya sea buena o mala. Hasta ahí podemos estar de acuerdo, pero también hay que reconocer que en la mayoría de los casos, el acudir a esta buena o malasuerte, es una forma de evitar asumir nuestra responsabilidad.

Hay un ejemplo que es auténticamente clarificador. El estudiante que se presenta a un examen, con tan sólo la mitad de los temas trabajados, y suspende, dirá, he tenido muy mala suerte. La respuesta a esa apelación no puede ser otra que, no, porque si no quieres dejar tu futuro en manos de las variables incontrolables que siempre van a existir, prepara todos los temas, y así al menos, te asegurarás el aprobado, luego podrás tener un suficiente o una matrícula de honor, pero nunca suspenderás. Esta debe de ser nuestra actitud.

Sería genial que la diosa fortuna estuviera pendiente de lo que le pedimos, de nuestros deseos, de nuestros más íntimos anhelos y por supuesto, presta a luchar en todo momento contra la malvada de la película, la mala suerte, pero lamentablemente esto no es así.

Nuestra suerte, nuestra fortuna, la labramos nosotros y nosotras. Cada día, con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo, con no dejar de seguir adelante. Nuestro camino no puede estar dirigido por la Bruja del Este o por la del Oeste, tiene que estar dirigido por las decisiones que tomamos, por las ganas reales que tenemos de conseguir las cosas, por nuestra valentía, por nuestra constancia… por todas esas cosas que si por separado son importantes, cuando las ponemos en pos de conseguir un objetivo, se multiplican y producen un efecto de crecimiento geométrico.

No creemos en los milagros, no creemos en la buena suerte, no creemos en la mala suerte, simplemente existen mayores o menores probabilidades de que ocurran cosas, por lo que es necesario minimizar riesgos, y la única manera segura que existe para ello, es no dejar nada al azar. Y para no dejar nada al azar, hay que simplemente trabajar, planificar, pensar, y ante todo y sobre todo, hacer y hacer, pero no sólo un día, todos los días. La constancia es la madre de toda la ciencia. Esta es una verdad universal.

Desde hoy apostemos por ser los propios hacedores de nuestros milagros, lo elaboradores de la buena suerte y los alejadores de la mala. Queramos, luchemos, trabajemos, sigamos adelante, pongamos un pie, después otro y después sigamos avanzando, un día, dos, tres… los que hagan falta. ¿Fácil? Para nada, totalmente horrible, pero reconozcámoslo… Después de correr más tiempo, más kilómetros de los que creíamos que éramos capaces, nos sentimos como si pudiéramos alcanzar la luna con nuestras manos… pese a haber querido dejarlo en muchas ocasiones… pues bien, eso sencillamente es lo que proponemos desde aquí…

¿Vamos? ¿Empezamos desde ya?

#hACEDOR@SdeMilagros #Aljeador@sDeMALAsuerte

https://www.youtube.com/watch?v=ZUZURKp1c5c

Aprendiendo a reconstruir

Aprendiendo a reconstruir

“La valentía más grande del ser humano es mantenerse de pie, cuando se está cayendo a pedazos por dentro” – Anómimo

Qué fácil es parecer grande cuando las cosas van bien. Cuando lo que se oyen son trompetas y fanfarrias, o cantos de sirena, en esos momentos es muy fácil bailar bajo la luna, saltar las olas, aullar con los lobos… Mientras la diosa fortuna nos sonríe, nos sentimos poderosos y poderosas, miramos desafiantes a propios y extraños, y todo porqué, porque somos geniales, nos vemos geniales, el mundo nos hace sentir geniales y ahí estamos, en lo más alto de nuestra atalaya, desde la que oteamos el horizontes y desde la que muchas veces nos permitimos el lujo de ser condescendientes con el resto del universo, cometiendo un error tan atroz como olvidarnos de la más importantes de las virtudes, sobre todo cuando las cosas nos van súper.

Nos estamos refiriendo a la humildad, por supuesto. A esa compañera de viaje que es la primera que solemos olvidar en cuanto llega su prima la soberbia, que arrincona a la humildad y se presenta ante nosotros como poseedora de la verdad absoluta. Convence a nuestro ego, y entonces irremediablemente nos hemos perdido.

Ahí es cuando demostramos de verdad cuán ruines y necios podemos llegar a ser y que la estupidez propia del género humano, realmente no tiene límites. Ser águila cuando el sol brilla en el horizonte y cuando nuestra corte nos rinde pleitesía, sinceramente no tiene mérito alguno, si apuramos, más bien todo lo contrario.

Ahora bien, cuando se tornan pintas, la cosa cambia. Cuando nuestro mundo se vuelve negro, las luces se apagan y lo único que vemos si levantamos la vista, es puro lodo, ahhhh… eso es ya otra historia. Y realmente lo es, porque el panorama no es nada atractivo, pero ahí es donde hay que demostrar de qué material se está hecho, y de verdad cuál es nuestra valía y nuestro valor.

Aquí es realmente cuando descubrimos si en nuestro interior habita un pajarito asustadizo, que prefiere esconderse en su nido, esperando a que escampe, a que vuelva a salir el sol o a que pase la tormenta, o sin embargo si nuestro espíritu es realmente de guerrero o guerrera. Si ante la dificultad y la adversidad somos capaces de crecernos, de sacar lo mejor de nuestro interior, y sobre todo de aprender de los errores, de reconocer nuestros fallos humildemente, de pedir ayuda, y sobre todo, de optar por darlo todo, por dejarnos la piel en la lucha por salir, por seguir, entonces sí que nos mereceremos esa alfombra roja y sobre todo esos apoyos de la grada.

De aquí hay varias lecturas que  podemos hacer. La primera es que cuando las cosas nos van bien y todo son parabienes, hemos de tener la grandeza necesaria para no creernos más que nadie, ni el ombligo del mundo. En esos momentos es cuando menos caso tenemos que hacer a la siempre insinuante soberbia que nos hace creernos semidioses. La segunda es que ante la adversidad hemos de saber crecer, porque somos capaces de mucho más de lo que creemos, sobre todo si realmente nos esforzamos y decidimos darlo todo. La fuerza que nace de nuestro interior, si somos capaces de dejarla salir, nos va a sorprender muy mucho. La tercera, creo que es la más importante y es algo de lo que hemos hablado en otras ocasiones. No tener vergüenza por el fracaso, ni miedo a equivocarnos. Somos lo que somos porque somos el producto de micro éxitos y de micro fracasos. No pasa nada porque las cosas no nos salgan bien, siempre que aprendamos e intentemos que no se vuelva a repetir.

Los fracasos, si sabemos aprender de ellos, pueden ser la base de éxitos futuros, así que no despreciemos la oportunidad de hacerlo. Y esto no son palabras vacías o bonitas. Esto son palabras que se basan en la experiencia propia y en la realidad de haberlo hecho. Sin ser súper hombres, ni súper mujeres, sólo con compromiso, acción y constancia, se puede construir casi cualquier cosa que queramos… y esto lo dice quien está reconstruyendo después de que haya pasado un tsunami. Así que ¿te vas a esconder o vas a hacer?