¿Quieres renacer? Manos a la obra.

¿Quieres renacer? Manos a la obra.

quieres renacer

“Soy quien yo quiero ser, no lo que todos quieren que sea” – Anónimo

Hoy planteamos como tema de reflexión si realmente somos cómo queremos, si realmente somos lo que queremos ser. Muchas veces o en muchos momentos de nuestra vida, salimos a la calle con una máscara que es la que nos hace mostrarnos como los demás quieren que seamos, como los otros piensan que debemos ser, en definitiva como el resto decide, pero ¿eso es lo que realmente queremos?

Como dice nuestro azucarillo de hoy no podremos engañar a todos siempre, haciendo que somos lo que no somos, pero lo que es más triste, y mucho más duro, ¿nos podemos engañar a nosotros mismos? Está claro que no. Que la respuesta es no, entonces ¿Por qué no cambiamos? ¿Por qué no buscamos ser diferentes, si eso es lo que realmente queremos?

Vayamos por partes. Nuestros comportamientos y nuestras actuaciones, muchas veces son fruto de nuestro deseo de encajar, pero esta actitud ¿nos hace felices? A veces lo peor que nos puede pasar es precisamente “encajar”, porque nos volvemos grises y perdemos la oportunidad de proyectar nuestra propia luz. Otras veces no lo hacemos por miedo, o por comodidad. La pasada semana hablábamos precisamente de la procrastinación, ese dejar las cosas para mañana y así, terminar por no hacerlas nunca. Y en otras ocasiones, simplemente no encontramos aquella motivación que nos haga ser cómo queremos. El otro día, alguien comentaba que “los azucarillos a veces son rallantes”, así que vamos a hacer que este no lo sea.

Lo que queremos plantear aquí es que si realmente queremos cambiar, lo podemos hacer. Si hay cosas en nosotros que no nos gustan, si hay cosas que querríamos que fueran de otra manera, es muy fácil, empecemos a hacerlo. Sin excusas, porque realmente es posible. Vamos a ver, ¿cuántas veces hemos querido dejar de fumar? ¿Cuántas veces hemos querido hacer ejercicio?¿cuántas veces hemos querido hacer deporte? ¿Cuántas veces hemos dicho que íbamos a leer más o a bailar más o a pintarnos las uñas? Hay tantos pendientes en nuestras vidas, que siempre están ahí, que las recordamos particularmente todos los 31 de diciembre, pero que olvidamos alegremente el día 2 de enero.

Pues hoy aquí lo único que queremos decir es que SÍ, SE PUEDE. Si queremos cambiar, si realmente queremos hacerlo es fácil, LO HACEMOS. No vale que digamos, que no tenemos tiempo, que no podemos, que la próxima semana, que cuando pase el calor, o que cuando pase el frío, todo esto son sólo excusas, excusas que utilizamos de cara a los demás, porque es obvio que a nosotros mismos no nos convencen. Nueve meses es lo que dura un embarazo y es lo que necesita el ser humano para traer una nueva vida a este mundo, pues podemos asegurar que esos mismos nueve meses son más que suficiente para producir una auténtica transformación en nosotros mismos, y para que podamos convertirnos en esa persona diferente que queremos ser. Esos nueve meses nos sirven para renacer, para cambiar nuestros hábitos, para cambiar nuestra visión de las cosas, y hasta para hacer el cambio físico que queremos.

No hay excusas, de verdad, simplemente tenemos que querer, y si es así, tan fácil como ponerse las zapatillas y tirar millas, como no volver a coger un cigarrillo, mejorar la alimentación, cultivarse… Bueno, fácil no, para qué mentir, fácil porque es posible, pero sólo tenemos que estar dispuestos a trabajar duro, a no cansarnos, y a no tirar la toalla a la mínima de cambio. Constancia, constancia, y más constancia. No hay más misterio que ese. Un secreto, antes de dejarlo por hoy. Este renacer, es mucho más sencillo cuando tenemos una auténtica motivación que nos ayude a no cejar en el empeño, a no agobiarnos a la mínima de cambio, a superar los bajones, y a seguir siempre haciendo y tirando del carro.

Recordad, lo hemos dicho muchas veces, si queremos algo diferente, si buscamos algo diferente, tendremos que hacer cosas diferentes, si seguimos haciendo lo de siempre, los resultados que obtendremos serán sencilla y llanamente los de siempre. Pensad en todo esto y esperamos vuestros comentarios.

Este vídeo que compartimos con todos creemos que va a ayudar mucho en esa reflexión a la que invitamos hoy. Disfrutadlo.

https://www.youtube.com/watch?v=PNGtLMzndAw

Elegir el camino ¿trato o truco?

Elegir el camino ¿trato o truco?

Elegir el camino

“Si eres lo suficiente afortunado como para ser diferente de todos los demás, no cambies” – Taylor Swift

Ser diferente mola, es cool. No someterse a los cánones sociales es algo que alabamos, es algo que nos parece interesante, rebelde, guay… pero ¿mentimos o lo creemos de verdad? Es muy fácil decir a los demás que no importa que estés pasado o pasada de peso, o que no seas una guapura, porque “la belleza está en el interior”. Animar a quien quiere hacer cosas que se salgan de lo común para que se lance al vacío, muchas veces incluso sabiendo que se va a estrellar, pero lo hacemos, animamos a esas personas. Nos parece que es mucho mejor y mucho más interesante ser diferentes, ser nosotros mismos, y ese es el consejo que damos a los demás, que se atrevan, que lo hagan, que persigan sus sueños, pero ¿y nosotros? ¿qué hacemos?

A nivel teórico y como idea romántica, ser diferentes nos parece genial, pero cuando lo eres, y tienes que vivir con esa diferencia, sea la que sea, entonces ya no te lo parece tanto. Nos da miedo ser quiénes somos, porque el no ser como los demás, implica el vivir de otra manera, el tener otras reglas, el asumir retos, el hacer otras cosas. En definitiva el salir del círculo de comodidad. Abrir una puerta nueva, sin saber lo que nos vamos a encontrar detrás y esto asusta, y asusta mucho, porque lo desconocido nos aterra. Muchas veces como dice el refrán preferimos “lo malo conocido, en vez de lo bueno por conocer” y eso tristemente en muchas ocasiones nos hace llevar existencias anodinas, nos hace ser personas grises, no brillar, no lucir, no ser felices, pero claro… sabemos dónde estamos, sabemos dónde vamos, sabemos lo que podemos esperar. Vivimos en la tranquilidad y en la comodidad de lo “conocido” de lo “esperable” y con eso nos conformamos. Tenemos nuestros momentos de rebeldía cuando le decimos a los demás que se lancen a esto o a aquello, porque en el fondo lo que sentimos es una tremenda envidia, porque tal vez ellos o ellas se atrevan a hacerlo, mientras que nosotros seguimos siendo “políticamente correctos”, seguimos siendo “totalmente aburridos”. Lo peor de todo es que muchas veces tenemos conciencia de qué es así, pero pese a ello no nos atrevemos a ser ridículos, no nos atrevemos a mostrar nuestros errores, o a caernos, o a sufrir, o a lastimarnos. No, seguimos el camino establecido, aunque este camino nos haga sentir muñecos o muñecas de goma, que mantienen una sonrisa marcada en la boca, mientras aprendemos a vivir, sin padecer. En el fondo, nadie quiere esto, nadie quiere vivir así, todos y todas preferiríamos ser “locos felices”, antes que “cuerdos tristes”, pero hay algo que nos atenaza, que nos impide luchar por lo que de verdad queremos, y eso es el miedo, es nuestro ego en forma de pepito grillo que repite una y otra vez que es mejor “lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

Desde aquí no se trata y nunca se ha tratado, ni se tratará de decir a nadie lo que tiene o no que hacer, lo que debe o no hacer. Este espacio sólo pretende ser una puerta que se abre para la reflexión, y que en todo momento parte de una realidad práctica de quién lo plantea. Recordado esto, sólo querríamos decir una cosa con respecto al tema de hoy.

Da miedo ser diferente, da miedo querer cosas distintas a las que anhela el resto. Nos asusta abrir puertas sin saber lo que hay detrás, o asomarnos a ventanas que ni siquiera sabíamos que existían, pero merece la pena. Nadie puede asegurar que las cosas salgan bien. Nadie nos puede decir que nos alegraremos, que seremos más felices, si somos capaces de querer otras cosas. Pero sí hay una cosa cierta. Atrevernos a hacer lo que realmente queremos, independientemente de que sea más o menos correcto de cara a los cánones de la sociedad, nos hace sentir cómo la vida corre por nuestras entrañas. Pensemos que la mayoría de las cosas que hoy nos parecen absolutas, o correctas, son simples realidades culturales. Así que desde la experiencia propia, pese al dolor, a la incertidumbre, al error, a la equivocación, a meter la pata… a todo, es mejor ser valiente. Como decíamos hace algunas semanas, mejor es lamentarse por lo que se ha hecho, que arrepentirse por lo que no se fue capaz de hacer. Es mejor tener y después que perder, que nunca haber tenido.

A fin de cuentas, de lo que estamos hablando es de que es mejor vivir, sentir, sufrir, llorar, reír, gritar, bailar, tropezar… que ser una figura de plástico, tan correcta, tan bonita, tan perfecta… tan muerta. Esta es una visión totalmente personal, sólo necesitamos ser humildes para aprender. ¿Y tú? ¿Qué prefieres? ¿A qué te atreves? ¿Te vienes a la zona de pánico?

https://www.youtube.com/watch?v=8LwvuQkAGcA

https://www.youtube.com/watch?v=sPs6_Od5mJ4