Coworking: un nuevo modelo que implica más que simples gastos compartidos

Coworking: un nuevo modelo que implica más que simples gastos compartidos

COWORKING

El feedback es el desayuno de los campeones – Rick Tate

En el mundo de los libre profesionales, autónomos, y micropymes de servicios, está claro que una de las principales losas a soportar en la cuenta de ingresos y gastos, es el alquiler de oficina. Es un coste fijo, independiente del número de visitantes que vayan a nuestras instalaciones, o de los trabajos que se hagan o no. En muchos casos, y sobre todo a partir de mediados de la primera década del presente siglo, el hacer frente a este pago, se volvió una misión ardua y complicada, que dificultaba la llegada a fin de mes de muchos profesionales. Y por otro lado, la necesidad de tener un espacio físico en el que poder desarrollar nuestro trabajo, en el que poder recibir a clientes, o mantener reuniones con proveedores o colaboradores, hacía que fuese un gasto imprescindible, pese a que los alquileres se desorbitaban cada vez más. En estos años, en muchos casos auspiciados por administraciones, comenzaron a surgir nuevas fórmulas que hacían más llevadera la situación, sobre todo para aquellas personas que emprendían su andadura empresarial. Esto hizo que surgieran espacios a los que se les denominó semillero, incubadora u otros términos similares, que dejaban claro que la idea era servir de plataforma de despegue y crecimiento para quiénes estaban empezando. Estos espacios, suponían un periodo de tutelaje en el que durante un período que normalmente comprendía desde un año a tres años, se alojaran las incipientes empresas o autónomos, de forma gratuita, sin pagar alquiler, ni tan siquiera en muchos caso, consumos, como luz, agua, teléfono, internet, etc., para ayudarles así a aquellos que emprendían y darles la oportunidad de conseguir una cartera y una estabilidad en el mercado que les permitiera dar el salto.

Este modelo, de buen fundamento, tuvo, o está teniendo, porque aún sigue existiendo, un irregular resultado, ya que en muchos casos, el afán estadístico de determinados responsables políticos, les llevó a estar más pendientes del número de nacimientos, que de la mortandad que luego sobrevino.

Muchos de aquéllos y aquéllas que nacieron al abrigo de estas incubadoras terminando muriendo al tener que abandonarlas, porque sencillamente, eran aventuras que no respondían a proyectos sólidos y finalmente se evaporaron. Otras empresas, afortunadamente cuajaron y hoy siguen siendo exitosas fuentes de riqueza y de creación de empleo.

También por esta época, o tal vez un poco antes, desde finales de los noventa del pasado siglo, hubo otra fórmula que alcanzó muchos adeptos. Se trataba de los centros de negocios. En este caso el alquiler de oficinas y despachos, venía con todo un pack en el que entraba servicio de secretariado, zonas de reunión, aulas de formación, etc. Suponía por un coste muy similar al del alquiler de una oficina tradicional, tener más servicios y sobre todo dar una mejor imagen a nuestros clientes.

Hay que reconocer que el tsunami de la crisis terminó arrasando a muchos centros de empresas, porque hubo quiénes de ninguna manera pudieron aguantar el vendaval. Las incubadoras, soportadas básicamente en dinero público, en muchos casos procedente de Europa también fueron grandes damnificadas de la falta de liquidez de las propias administraciones, y hoy lamentablemente, podemos ver en muchos municipios espacios fantasmas que en los años de vacas gordas, fueron flamantes viveros de empresas.

Ambos modelos cumplieron su cometido, y en muchos casos siguen cumpliéndolo, por supuesto, ya que aunque sean malos tiempos para la lírica empresarial, afortunadamente no han desaparecido, pero hoy se ha evolucionado a un modelo en el que no sólo se comparten espacio, y gastos, sino que además se configura como un entorno colaborativo. La semana pasada hablábamos del networking y este concepto de ayuda mutua, y de ganar + ganar, se ha asociado al inicial del centro de empresas y de la incubadora y ha hecho que surjan, además empujados por la crisis, los coworking. Ya no se trata tan sólo de compartir esos gastos, como decíamos anteriormente, si no que lo que se pretende ahora, es que además de que los diferentes profesionales o micropymes, puedan desarrollar sus proyectos y sus trabajos individuales, además, de alguna manera, se beneficien los unos de los otros, a través de las sinergias que se pueden dar, de una manera más o menos natural, o más o menos trabajada. Los cowoking no dejan de ser un reflejo de la globalización y de la nueva forma de entender y de afrontar los negocios. Además por supuesto de suponer una posibilidad mucho más económica que ha permitido a muchos pequeños emprendedores e incluso micro empresas, dar el salto y “salir del armario”. Es decir, atreverse a lanzarse al mundo de la “visibilidad empresarial” abandonando ciertas situaciones de aislamiento, al trabajar desde casa, o incluso a adquirir un estatus de legalidad, al salir a la luz, dejando atrás situaciones de mayor o menor sumergimiento.

Está claro que esta nueva fórmula, el coworking, está proliferando en nuestras ciudades, y está dando lugar a la aparición de un nuevo perfil empresarial “el o la coworker” que tiene una forma de entender los negocios mucho más colaborativa, mucho más global y con una perspectiva mucho más abierta a las diferentes posibilidades que pueden ofrecernos fórmulas como el networking

Así que para todos aquellos autónomos y autónomas que sientan la necesidad de salir de su aislamiento, recordad que esta fórmula abre todo un abanico de posibilidades de crecimiento e incluso de integración en una comunidad empresarial.

Hacer política desde la ciudadanía y para la ciudadanía

Hacer política desde la ciudadanía y para la ciudadanía

“Si piensas que eres demasiado pequeño como para marcar la diferencia, intenta dormir con un mosquito en la habitación”Proverbio africano

Nos sentamos con Romu Benítez Rodriguez. Sevillano afincado en Granada, concretamente en el Albaicín. Geógrafo convencido de que existe otra forma más social, más igualitaria, más equitativa, y más respetuosa con el medio ambiente, de hacer las cosas, que despertó el 15M y decidió que era el momento de pasar a la acción, de hacer algo, de cambiar la conciencia. Su planteamiento fue claro: sólo se podía hacer desde dentro. Militante de EQUO, llega a la lista de VAMOS GRANADA (que integra a ciudadanos comprometidos, algunos pertenecientes a partidos y organizaciones, como por ejemplo PODEMOS o EQUO, y otros que simplemente han elegido esta forma de participación, precisamente porque no lo lidera ningún partido), tras superar unas primarias abiertas. Cree plenamente en el proyecto ciudadanista, horizontal, participativo y asambleario que representa EQUO. Desde esta organización se toma la decisión de integrarse en ese proyecto más amplio que es VAMOS GRANADA, y que nace con la intención de convertirse simplemente en un “lobby” que consiga cosas para la ciudadanía.

Tras un proceso totalmente abierto a toda la ciudadanía en el que todo el mundo podía tanto presentarse como candidato, sin necesidad de formar parte de ninguna organización, así como votar, el elegido y pasa a formar parte oficialmente de la lista que encabeza Marta Gutiérrez Blasco. VAMOS GRANADA, es una candidatura que nace desde la ciudadanía. Gente con experiencia profesional variada, pero que nunca han ocupado cargos de responsabilidad pública. Es una opción en la que nadie es “profesional de la política”.

En cuanto a los ejes fundamentales del programa con el que optan a gobernar la ciudad de la Alhambra, Romu, lo primero que quiere es hacer hincapié en que se ha elaborado un programa distinto, que también es el producto de la participación de todos y todas. En primer lugar en lo que a empleo se refiere, una de las grandes lacras de Granada, su propuesta es crearlo pero bajo otro tipo de economía. Una economía no capitalista, que crea empleo sin importarle las consecuencias que pueda tener para las personas y el medio ambiente. Su alternativa es lo que se denomina “economía del bien común”. Desde VAMOS GRANADA, proponen crear otro tipo de empleo, que tal vez suponga calentarse un poquito más la cabeza para conseguirlo, pero que es posible, desde su concepción. Un ejemplo puede ser el campo de las energías renovables, incentivando la creación de pequeñas cooperativas que se dediquen a esta explotación, y relocalizar así la producción de energía. El ayuntamiento sí que puede apoyar eso.

En turismo también se pueden hacer muchas cosas, porque hasta ahora mismo, tal y como funciona el turismo en Granada, el reparto económico se queda en manos de muy pocos. Se podría ofrecer mucho más, ofrecer otra Granada diferente y además de una forma diferente, por ejemplo integrándose con la ciudadanía, e intentar romper con el estigma de turismo de dos días que existe en esta ciudad. Paseos, mostrar otros barrios, cómo vive de verdad Granada, son opciones que se plantean.

También cree necesario que para luchar contra la economía sumergida, por ejemplo, se tomen medidas para que el asfixio de pequeñas y medianas empresas y sobre todo de autónomos y autónomas, sea menor. Aunque pueda sorprender, Romu nos habla de bajar los impuestos, y esto según su percepción, no es que sea una actitud liberal, sino que sencillamente habría que pagar por lo que realmente se produce, así sería más justo.

Romu incide especialmente en una cuestión que desde su concepción es absolutamente básica en política, mucho más en la política municipal, y es la trasparencia y la participación. No puede ser que los ciudadanos vayan al ayuntamiento, él lo ha hecho, para pedir información sobre un gasto público, y no se dé nada de nada, que no se informe de cuánto se ha gastado, cómo y con quién, nada de nada. También considera que los plenos deberían de abrirse más a la ciudadanía, que está amordazada en los plenos y que ni siquiera se sabe qué es de lo que se habla, qué votan los políticos, porque ni tan siquiera se publican las actas, algo que desde su perspectiva es absolutamente ilógico. En este sentido es fundamental para incrementar la participación que además se revitalicen las juntas vecinales, que ahora mismo además están terriblemente politizadas y son prácticamente inoperativas. Hay que dinamizar los barrios, que sea mucha más gente la que participe y además que se despoliticen las asociaciones de vecinos, cuestión fundamental para la regeneración y la participación que desde VAMOS GRANADA, se propone.

Otra propuesta sería crear una marca “Granada Natural”, con la que se premie a los comercios y empresas que no sólo trabajan bajo los principios de la economía del bien común, sino que además lo hacen beneficiando especialmente a Granada, por ejemplo a los productos granadinos, beneficiando por ejemplo a estar empresas con rebajas fiscales. Además desde el ayuntamiento habría que potenciar espacios coworking para que así pequeños emprendedores y emprendedoras puedan realmente iniciar su actividad económica con una ayuda real, revitalizando los servicios municipales que tienen como función ayudar a la formación de trabajadores y a emprendedores y emprendedoras, abriendo la mente a otro tipo de economías, y otra forma de hacer las cosas.

Otro eje de su programa es lo que tiene que ver con el urbanismo, que ha sido una cuestión desde su perspectiva desastrosa. Se ha pasado del modelo de barrio, al modelo de urbanizaciones. El ayuntamiento no ha trabajado en rehabilitar y repoblar los barrios. Su propuesta es volver al modelo de ciudad mediterránea, llenando los barrios de gente, de vida, y además de gente que quiera cooperar, y crear comunidad. Desde el consistorio se puede trabajar en este sentido.

De la misma manera, considera que hay que recuperar la Vega granadina, dándole su valor como terreno productivo agroecológico, y dejar de estresarla con el crecimiento urbanístico descontrolado. Granada es una ciudad con mucha suerte, ya que cuenta con tierra productiva pegada a la ciudad, lo que supone que “se puede comer de la vega”, y ya no se debe de volver a ocupar nada de estos terrenos. La vega no se debe ocupar y tampoco se debe producir en ella de forma tradicional, intensiva y con uso de pesticidas y similares. Romu predica con el ejemplo y es miembro de una asociación que tiene un gallinero comunitario en la vega. Es partidario de que se puede producir de otra manera en estos terrenos, frutas, verduras, etc., que sean ecológicas y además para Granada, lo que supone el plus de un nuevo nicho de empleo, dignificando la profesión de “agricultor” ya que es un profesional, como otro cualquiera, como ocurre en otros países, como por ejemplo en el Reino Unido.

Este geógrafo, copropietario de un negocio de venta de productos ecológicos, resume todo lo que supone VAMOS GRANADA, en tres palabras que para él son: participación y trasparencia (entendida como un binomio que debe ir unido); empoderamiento ciudadano; y horizontalidad y cooperación ciudadana, como antagónicos a la competitividad.

Para VAMOS GRANADA, la horizontalidad debe estar por encima del liderazgo, y es la mejor herramienta para luchar contra los egos, que en política pueden ser tan negativos.

Finalmente, en cuanto a los posibles pactos post electorales, aunque todavía no han tratado mucho esta cuestión, el planteamiento general es trabajar sobre la base de un programa. No se han planteado aún si entrarían o no a formar parte de un gobierno de coalición o si por el contrario apoyarían medidas que encajaran dentro de sus planteamientos. Ahora mismo tienen mucho trabajo y no se han parado aún a debatir sobre qué es lo que puede pasar a partir del 24 de mayo.

Tras más de una hora de charla amigable y tranquila, se pueden compartir más o menos los planteamientos de los que hemos estado hablando, pero lo que sí es cierto es que Romu demuestra una coherencia entre lo que dice, cómo lo dice, y su forma de ver y entender la política, la economía, y la vida, en general.