Apuesta por el aquí y el ahora, el mañana no es ganador.
“Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida” – Facundo Cabral
Qué difícil es ser capaz de estar en el sitio y en el momento adecuado, ¿verdad? Para quiénes llevamos toda nuestra vida con la sensación de haber llegado temprano o haber llegado tarde a los sitios, a los espacios, a los tiempos, a todo, este pesar se convierte en una dura carga. Y es entonces cuándo te preguntas, a lo mejor, simplemente no es que “la vida me tome el pelo, haciéndome llegar temprano o tarde”, a lo mejor es que sencillamente, “no soy capaz de ver el momento”. Realmente pensamos que de esto, hay mucho más.
A toro pasado, es muy fácil decir, si es que llegué tarde, o qué horror porque llegué demasiado pronto. De hecho, si nos ponemos la mano en el pecho, muchos y muchas de nosotros deberíamos reconocer que en más de una ocasión hemos utilizado esta pseudo excusa para explicar determinados comportamientos que hemos tenido, o situaciones que hemos vivido. Entonemos el mea culpa. Esta semana nos hemos propuesto reflexionar sobre cuánto de verdad, hay en estas afirmaciones.
Cuando algo no nos ha salido bien, nos gusta decir aquello de que no era el momento, pero ¿cuándo es el momento? Durante estos meses lo hemos estado comentando, y creemos que debemos de estar de acuerdo, en que el momento para hacer las cosas es “AQUÍ Y AHORA”. Es cierto que hay situaciones más propicias, pero a veces, esperamos tanto que ese momento idílico llegue, que al final, sencillamente, se nos pasa de verdad el tiempo y entonces sí que se nos escapa el tren.
Al final se trata de aprovechar, no ya sólo el momento, sino que los momentos. Si hoy no es buena ocasión porque llueve, si mañana es mala porque hace demasiado sol, o si pasado es peor porque hace viento, al final, no haremos nada, y caeremos en algo de lo que hemos hablado ya en algunas ocasiones. Caeremos en la procastinación, bonito palabro que no significa más que “postergar, postergar, postergar”, decir mañana, mañana, mañana… total, no hacer hoy que es cuando hay que hacerlo.
Está claro que es muy fácil decirlo, y que lo difícil es olvidarse del mañana y pensar que sólo existe el hoy. No vamos a decir lo contrario, pero también es cierto que si HOY no empezamos a cambiar, NUNCA lo conseguiremos, y al final siempre viviremos en ese MAÑANA que nos impide avanzar y crecer.
Una pregunta que nos puede surgir es ¿se puede? ¿es posible dejar de ser un procrastinador o una procrastinadora? ¿O se es genio y figura hasta la sepultura? Pues la verdad es que si se quiere, se puede. No es fácil, porque cambiar las actitudes y los comportamientos es muy, muy complicado, pero poder sí que se puede. Sólo tenemos que querer, pero que querer de verdad. En nosotros está el ser capaces de hacerlo, en nosotros está el aprender a vivir en el aquí y en el ahora. Obvio que cuesta sangre, sudor y lágrimas, porque es más “guay” está en el círculo vicioso de la procrastinación, pero si queremos, repito, sólo tenemos que hacerlo. Para conseguirlo, hemos de encontrar esa motivación que nos sirva de guía cuando estemos a punto de cejar en nuestro empeño. La motivación puede ser el dinero, puede ser la autosatisfacción, puede ser la fama, o puede ser el amor… da igual, sólo hay que buscarla y aferrarse a ella.
Si dejamos de ser procrastinadores y procrastinadoras, y empezamos a vivir el presente de verdad, será mucho más fácil que sepamos aprovechar el momento y así convertirlo en el adecuado. Nos equivocaremos mil veces, pero al menos lo estaremos intentando. Esta frase la hemos repetido hasta la saciedad, y ojo, la de veces que nos queda por repetirla. Ya sabéis cuál es la seña de identidad de la casa. Hacer, hacer, hacer. Trabajar, trabajar, trabajar. Aunque por supuesto no siempre es fácil, y muchas veces nuestros propios fantasmas en forma de ego, nos lo ponen muy difícil, pero la práctica nos da la razón. Se puede. Ahora hay una campaña en tv que dice que se necesitan 21 días para convertir una actividad en un hábito y para cambiar, si realmente lo queremos. Particularmente creemos que hace falta alguno más, pero venga, hagamos un trato y comencemos por esos 21 días, viviendo en el aquí y en el ahora, y no diciendo ni una sola vez, mañana. Dalo todo, porque no sabes lo que pasará mañana, ni tan siquiera si habrá o no.