¿Cómo vencer al enemigo? Si te empujan tira, si te tiran empuja – Dicho del Judo
Coca Cola y Pepsi, son dos de las marcas más importantes y con mayor repercusión a nivel mundial. Las batallas publicitarias que han protagonizado prácticamente desde el principio de su andadura, se han convertido en clásicos dentro de la iconografía marketiniana. El mercado mundial, lo tienen copado, se dividen el gran pastel del globo terráqueo, y son sin lugar a dudas los grandes titanes del mundo de los refrescos. Son el Optimus Prime y el Megatron de las colas, aunque ahora bien, ¿quién es quién?
Ni Coca Cola, ni Pepsi son productos que objetivamente “sirvan para algo”, es decir “cubran una necesidad manifiesta del ser humano”. Pero si es cierto que la implicación emocional que provocan estas marcas, tiene pocos homónimos en el mundo. Porque ¿qué te lleva como consumidor a ser de Coca Cola o de Pepsi? Llevado al mundo de los pueblos, en los que las personas somos una genealogía que nos acompaña, y no seres individuales, sería responder a esa pregunta que de seguro nos han hecho en algún momento de ¿y tú de quién eres?
¿Hay algún bueno o algún malo en esta guerra? La respuesta es clara. No lo hay. Todo depende del bando de la batalla que elijamos. Y ¿qué nos lleva a elegir un bando u otro? Cuando le preguntas a la gente que porqué prefiere una u otra, la respuesta que más se repite, es el sabor. Pero ¿eso es cierto? Pepsi, que ha sido la “arribista”, la que ha tenido que pelear la plaza con la todopoderosa y primera dueña del mercado Coca-Cola, en 1975 lanzó el desafío Pepsi. Básicamente consistió en un test ciego de sabor. La gente bebía de los dos refrescos, contenidos en recipientes similares y sin ningún tipo de identificación. Por cierto, animaos a hacerlo, y seguro que os sorprenderéis. Los resultados fueron favorables a la marca que revolucionó a la juventud con la “Pepsi Generation”. El ideal de felicidad y de buen rollo total de una generación. Porque lo cierto es que de forma ciega, los consumidores preferían el sabor de Pepsi. Pero cuando existe identificación se opta por Coca Cola, curioso, ¿verdad?
La verdad es que todo depende de nuestro proceso de socialización. Es decir, si en mi pueblo, en mi barrio, el vendedor de Pepsi era más sagaz que el de Coca Cola, en los bares a los que me llevaban mis padres, y en los ultramarinos y supermercados había Pepsi, por lo cual, este es el refresco con el que habría acompañado tardes de cumpleaños y arroz del domingo. Si por el contrario, si quien sabía mejor llevarse el gato al agua, era el comercial de Coca Cola, para mí la vida no tendría sentido sin la Coca Cola. Buscamos razones “racionales” a la preferencia por una u otra marca, pero no nos equivoquemos, la elección finalmente es absolutamente emocional y depende de las asociaciones que hagamos en nuestro cerebro, siempre relacionadas con nuestra infancia, con nuestros primeros momentos de consumo. Nos educamos con una u otra marca, y si las experiencias vitales a las que las asociamos son buenas, esa es la que preferiré. Si por el contrario, tuve malas vivencias en esos primeros años de vida, mi asociación mental me llevará a ser del contario. Ambas marcas lo saben, no estamos descubriendo nada nuevo diciendo esto. Por ello se empeñan en educarnos desde niños en el consumo de una u otra.
Y dicho esto, yo tengo que confesarme de Coca Cola, porque en mi pueblo, cuando era pequeña, sencillamente no se vendía la Pepsi. El distribuidor de la marca de los “osos polares”, supo ganarse el mercado y convertirlo en un bastión rojiblanco, de difícil acceso para la “advenediza Pepsi” (por cierto, hoy líder en el mercado americano, que no mundial). Por eso yo sé lo que es experimentar “sed de Coca Cola”.
Tras nuestras decisiones y elecciones de consumo, tras nuestras preferencias de marcas, siempre intentamos buscar el motivo racional que nos lleva a elegir una cosa u otra, pero no nos engañemos, en el 99% de los casos, lo racional es la máscara que nos ponemos para estar contentos con nuestra decisión. Esto las marcas lo saben, siempre lo han tenido claro, aunque hoy el neuromarketing está abriendo unas posibilidades con las que lo que nos dedicamos al noble arte de la investigación de mercados, no habríamos podido ni tan siquiera soñar hace unos años.
Estar preparado es importante, saber esperar es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.
(Arthur Schnitizler)
Hace pocos días nos enterábamos de que Coca Cola, una vez más sigue evolucionando, y sigue adaptándose a su público, vuelve a reencontrarse con su esencia, y unifica la imagen de todas sus latas. El rojo coca-cola, ese rojo que hizo que Papá Noel sea cómo lo conocemos hoy, es el color que vestirá a todas sus latas, independientemente del tipo concreto de refresco que contengan (light, zero, sin cafeína). Sólo una franja inferior nos mostrará qué es lo que estamos bebiendo.
Esta noticia, nos ha hecho reflexionar acerca de Coca-Cola y nuestra propia esencia. Coca-Cola siempre ha sido mucho más que una bebida. Coca Cola se ha sustentado en aquello que ha sido capaz de trasmitir, en aquello que ha sido capaz de hacernos sentir, de tal manera que la asociamos en nuestra mente a momentos especiales, a momentos llenos de vida, de luz, de color, de amistad, de sol. En definitiva Coca-Cola es felicidad, es juventud, es ilusión… estas son las emociones que se asocian a la marca, estas son las emociones que nos trasmite, y que hace que cuando vemos esa botella de vidrio, verdoso, rizado, grueso, vengan directamente a nuestra cabeza.
A lo largo de la historia la marca ha experimentado cambios, aunque realmente han sido evoluciones, sin perder nunca su esencia. En este recorrido, hay ocasiones en las que se ha equivocado (caso de la Cherry Coke en España, por ejemplo), ha cometido errores (como el fiasco de Acuarius Number Five), pero siempre se ha levantado y ha vuelto a intentarlo. Quizás una de las enseñanzas más grandes que podemos sacar viene de que desde el punto de vista de la teoría del marketing, fuera una marca que no cumplía casi ninguno de los requisitos que los mercadólogos acostumbramos a pedir, pero sin embargo ha conseguido ser un referente mundial, y formar parte de la vida de millones de personas. Decimos que esta es la mayor de las enseñanzas que podemos sacar, porque así se demuestra que pese a la importancia de las teorías, al final lo que manda son las acciones y la práctica. Coca-Cola trasciende a ser el mero nombre de una gama de productos o de una compañía, es un símbolo cultural, que se asocia incluso a la libertad en algunos países (primera marca comercial occidental que entró en China), o a la opresión para otros (producto vetado en Cuba o en determinados países islámicos).
La reflexión que queremos hacer se centra en intentar ver qué podemos tomar de esta marca, de Coca-Cola para asociarlo a nuestra propia evolución personal. Coca-Cola nos ha trasmitido esas ganas de “bebernos” la vida, de llegar a más, de ser más, y todo asociado a la felicidad, al movimiento, al cambio (sus campañas de comunicación son referentes al respecto). Por ello, lo primero que tenemos que tener claro es que el cambio que queremos, esa alegría de vivir a la que aspiramos, sólo se produce a través de la acción. Tenemos que hacer cosas, y además cosas diferentes, si queremos conseguir algo distinto.
Ahora bien, para conseguir ese cambio, ¿qué necesitamos? Está claro, que lo primero es y debe de ser la motivación. Hemos de encontrar nuestro combustible particular, el que arranque nuestro motor. Este será lo que nos permita realmente realizar esa transformación que buscamos, que deseamos, que necesitamos, y que nos lleve a alcanzar a cada uno nuestra felicidad particular.
Encontrar nuestra propia motivación, lo que haga que seamos capaces de mover una montaña, si fuera necesario, lo que haga que nos sintamos fuertes como titanes, necesitará de un componente esencial, que será la fuerza de voluntad, la aliada inseparable de la motivación que será la que nos llevará a saborear la vida, lo dulce y lo amargo, pero siempre disfrutándola, siempre estando vivos. No vale con simplemente querer, con eso no hacemos nada, es más importante hacer. Ese es el auténtico secreto de Coca-Cola, siempre ha trasmitido y sigue haciéndolo, ganas de beberse la vida. No podemos esperar a que las cosas pasen, no podemos esperar a que la felicidad llegue, no. Tenemos que hacer nosotros.
Coca-Cola simboliza, la felicidad, la juventud, la alegría, pero también se ha asociado a la superación, al esfuerzo, a la consecución de logros. La moraleja que podemos sacar de este post, es que si coca cola, con un nombre cacofónico, casi impronunciable en inglés, con una tipografía extraña, siendo una marca que se asocia al rojo, un color no demasiado bien visto en el momento en el que nace y en el país en el que nace, y además vendiendo un producto que básicamente no sirve para nada, ha conseguido ser una de las marcas más importantes del mundo y además incluso, conseguir que se tenga “sed de coca cola”, lo que es un puro contrasentido. ¿Por qué cada uno de nosotros no va a conseguir lo que se proponga?
Y por supuesto, siempre, siempre con un mensaje positivo…