“No existe falta de tiempo, existe falta de interés. Porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se vuelve día, el martes se vuelve sábado, y un momento se vuelve oportunidad».
Eso ya lo haré mañana. No tengo tiempo de hacerlo ahora. No puedo quedar. Nos vemos en otro momento. Cuando empiece el próximo año. Cuando lleguen las vacaciones. Cuando… cuando… cuando… no puedo, no tengo tiempo, después lo hago. Todas estas palabras, todas estas cuestiones, seguro que no nos son para muchos extrañas. En nuestras vidas tenemos muchos pendientes que postergamos. Voy a dejar de fumar. Voy a ponerme a dieta. Voy a empezar a hacer deporte. Voy a aprender inglés. Voy a llamar a… Etc. Etc. Etc.
Hay tantas cosas que no podemos, tantas cosas para las que no encontramos nunca tiempo, tantas cosas que en definitiva no queremos hacer. O no nos atrevemos a hacer. Hay tantos «mañanas» que nunca llegan. Hace muchos años tuve ocasión de enfrentarme a la realidad de uno de los pecados capitales de los españoles, a que me lo espetaran a la cara. Vino a casa de intercambio una chica inglesa. Cuando le preguntábamos que si quería comer de esto o de aquello, ella siempre decía mañana, mañana, mañana. Justo cuando se volvía a Inglaterra, después de pasar casi un mes en casa, le pregunté ¿por qué no pruebas esto antes de irte, que te quedas ya sin tiempo para hacerlo? Y entonces me enfrentó con una realidad que hasta ese momento no había querido ver. Me explicó literalmente: «Mi profesor me dijo que cuando los españoles no quieren hacer algo siempre dicen mañana, mañana, y eso realmente significa nunca». La primera reacción fue enfadarme, y acordarme de los hijos de la Gran Bretaña, pero la siguiente fue pensar fríamente y asumir que decía la verdad.
Años después sabemos que ese tipo de comportamiento, que parece ser está en el ADN de los hispanos, tiene un nombre específico. Se llama procrastinación. «Palabro» desconocido para mucha gente, como significante, pero no por significado, ya que forma parte de nuestra propia existencia.
Procrastinar significa postergar, posponer y supone la acción o el hábito, tan nuestro, de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, y sustituirlas por hacer otras otras más irrelevantes y probablemente más agradables. La acción que se pospone, por lo que sea, se percibe como abrumadora, desafiante, inquietante, peligrosa, difícil, tediosa o aburrida. Esto significa que buscamos una autojustificación para posponer aquello que sabemos que tenemos que hacer, a un futuro sine die, idealizado, en el que lo importante se supedita a lo urgente, y en el que creemos que para ese ya lo haré, tendremos la ayuda de la diosa fortuna, o la divina inspiración. Pero la realidad es que no nos llega. A veces ni tan siquiera, simplemente lo fácil, se hace, lo difícil se pospone. Así esta palabra que nos puede resultar extraña, tiene un sinónimo que tal vez nos sea más común. Esta es vaguear. Somos de vaguear. Aunque en muchas ocasiones el problema real radica en que ni siquiera somos conscientes de que somos procrastinadores. Lo primero es asumir que tenemos un problema y que debemos cambiar nuestra actitud. Tomar conciencia de que realmente tenemos un problema que queremos resolver.
La procrastinación cuando es simplemente una actitud vital, y no es síntoma de algún tipo de problema, como puede ser una depresión, tiene sólo una «forma de cura», y esta es la acción. Hacer, hacer, hacer. No buscar excusas, no perdernos en argumentaciones. Sólo empezar a hacer. Dar el primer pasito, y después el siguiente, y a continuación otro. No podemos hacerlo todo de golpe, ni lo debemos pretender, porque como no es posible, lo único que nos ocurrirá es que nos generará ansiedad en primer término y frustración en segundo por no conseguirlo. Así pues, la forma de romper con la procrastinación es comenzar a hacer, y no parar. Priorizar por importancia real todo lo que tenemos que hacer e ir haciendo. Sin prisa, pero sin pausa. A nivel práctico, el anotar las cosas que tenemos que hacer a diario, fijándonos objetivos realistas e ir tachando lo que vamos haciendo, ayuda a luchar contra este mal endémico y además nos produce cierta satisfacción y nos va animando, el ver cómo cada día van desapareciendo cosas de nuestra lista.
Ánimo, a luchar contra la procrastinación. No hay secreto, sólo fuerza de voluntad, trabajo y constancia. Esa es la misteriosa fórmula que está dentro de las posibilidades de cualquiera. Cierto es que para ello la primera decisión clara a tomar debe ser «quiero». Y una vez que eso lo tengamos claro, buscar nuestra fuente de motivación particular, para que nos guíe en ese camino, sobre todo, de la constancia. A partir de ahí, si yo puedo, tú puedes, sólo debes de hacerlo.
Como dice nuestro azucarillo de hoy: «No existe falta de tiempo, existe falta de interés. Porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se vuelve día, el martes se vuelve sábado, y un momento se vuelve oportunidad».
En este proceso de reforzamiento positivo de nosotros mismos, de nuestras ideas (a las que hay que darles forma y no dejar que duerman el sueño de los justos), hay una cuestión primordial que siempre debemos de tener muy en cuenta y es que nadie puede decirte “NO PUEDES”. Debes mirar dentro de ti y preguntarte quién quieres ser, pensar qué es lo que te hace feliz, y a partir de ahí tomar tus decisiones y marcarte tu camino. Da igual lo que te digan los demás, haz tu elección, pero eso sí, sé consecuente con ella. Piensa que en la mayoría de los casos los límites que vemos, no son tales. Los límites casi siempre, son una ilusión, no son una realidad. Son la plasmación de nuestros miedos. Preferimos decir no puedo, a decir no lo conseguí. Pero cuando lo intentas, están haciéndolo, y si la primera vez no lo consigues, tendrás que seguir intentándolo. Desde pequeños hemos oído muchas veces, por ejemplo, “a mí las matemáticas se me dan muy mal”, y aquí la pregunta sería, pero ¿has estudiado lo suficiente? ¿te has esforzado por comprenderlas? Esa es la auténtica cuestión.
Hay miles de frases que se vienen a la cabeza para darle cuerpo a lo que estamos hablando. Aquí hay un montón que os podrán ayudar;leer frases . Sin lugar a dudas, tú eres quien debe de ponerte tus límites, tú eres quien debe de querer llegar. No llores por rendirte, cuando llores que sea porque no puedes más, pero pese a eso sigues ahí.
Florece y prospera y si quieres algo VE Y CONSÍGUELO. Nuca dejes que nadie te diga que no puedes.
Motivación es una palabra que forma parte de nuestro día a día. Si nos vamos al diccionario a buscar el significado formal de la palabra, nos encontramos con que la Real Academia de la Lengua la define como “Ensayo mental preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con interés y diligencia”. Esta es una definición muy teórica, pero a la que podríamos denominar “poco motivante”. Si seguimos indagando, nos encontramos con que se considera motivación a la “cosa que anima a una persona a actuar o a realizar algo”. Esta concepción al menos, es más práctica. Pero si estuvieras en una entrevista de trabajo, o con un cliente, y te preguntaran ¿qué motivación tienes para seguir con este proyecto?, os habéis parado a pensar, ¿qué es lo que diríais?
Tal vez alguien que lea este post, no tenga que ponerse en situación, porque ya se haya tenido que enfrentar a responder a esta pregunta, pero sí que podría pensar en qué fue lo que respondió, y analizarlo.
Si los coches andan con combustible, las Tablets con baterías de litio, las batidoras con electricidad, los seres humanos funcionamos con motivación. Por eso es tan importante que tengamos claro qué es lo que realmente nos motiva, qué es lo que hace que merezca la pena un trabajo, qué es lo que hace que no nos importe el tiempo que tengamos que dedicarle a un proyecto. La respuesta obvia sería la motivación. Pero realmente la motivación, es saber el porqué, el para qué, el por quién, o incluso, siendo sinceros, el por cuánto. Es importante que seamos capaces de responder a estas preguntas para nosotros mismos. Que tengamos el valor de saber y de aceptar qué es lo que realmente nos motiva, para así saber dónde hemos de buscar.
La auténtica motivación, la que te lleva a hacer lo que haga falta por conseguir algo, lo que sea, se sustenta en dos columnas hercúleas, el hacer y el sentir. Nos tiene que poner lo que hacemos, y nos tiene que poner lo que sentimos, mientras lo hacemos. Tenemos que buscar qué es lo que en el caso particular de cada uno de nosotros hace que seamos capaces de generar dopamina (hormona responsable del placer) y endorfina (hormona responsable de la felicidad). No hay fórmulas magistrales, no hay varitas mágicas, hay proceso de búsqueda y de conocimiento de nosotros mismos, por supuesto, de forma honesta. Asumiendo qué es lo que realmente nos motiva, aceptándolo y después buscándolo. Es un proceso en el que hay que invertir tiempo, pero en el que la recompensa por supuesto, merece la pena.
Al final, siempre debemos de recordar que la mayor de las satisfacciones que tiene el ser humano, independientemente de lo que le guste o le deje de gustar, es la emocional, a la que ojo, no hay porqué llegar de forma “espiritual”, no confundamos, a esta recompensa emocional, también se puede llegar, de forma “material”. Sólo tenemos que atrevernos a reconocer qué es lo que nos lleva a esa recompensa emocional, que hace que lo que cueste llegar, merezca la pena. En ese momento tendremos muy claro, qué es lo que nos motiva.
El movimiento se demuestra andando, y una imagen vale más que mil palabras. Esperamos que lo disfrutéis y sobre todo que reflexionéis.
El hecho de que nos acompañe durante toda nuestra vida, nos debe hacer reflexionar sobre lo que estamos trasmitiendo en las Redes Sociales, siendo conscientes de que en este mundo digital, todo deja huella y todo tiene que guardar coherencia. Desde GRUPO3, recomendábamos hacer un DAFO personal que nos ayudara a conocernos mejor, y a saber de esta manera qué podíamos explotar sobre nosotros mismos y qué podíamos o necesitábamos mejorar, para poder alcanzar los objetivos que nos marcásemos.
Como comentábamos más arriba, hoy vamos a centrarnos en lo que trasladamos con nuestros avatares. Es decir, con esa imagen que elegimos para que sea la que nos represente y la que nos visibilice en la Red. A lo largo de la semana en nuestro Twitter (@GRUPO3Estudios) vamos a ir dándo claves e indicaciones muy prácticas, que seguro que os hacen pensar, e incluso hasta reir.
Como adelanto sí que nos gustaría dar algunas claves que no se deben de descuidar acerca de la foto o imagen que elijamos para que nos represente en las redes:
1º Tiene que haber imagen (nada de dejar el famoso “huevo” de Twitter, por ejemplo)
2º No poner fotos en las que no se identifique a la persona, bien por estar demasiado lejos, bien por estar borrosa, bien por haber más de una persona en la imagen.
3º Si queremos utilizar fotos de animales, que sea porque realmente va con nuestra idiosincrasia, pero recordad que es poco serio y profesional, a no ser que tengamos algo que ver con el mundo de los animales.
4º Si se utilizan marcas, carteles, logotipos, etc., hay que asegurarse de que se identifican claramente y se ven bien.
5º Los avatares de cómic, dibujos, etc., tampoco es que sean muy serios, serviría la indicación de los animales. Dependerá mucho de lo que queramos transmitir con nuestra marca, pero lo que sí es importante, es que al menos lo trabajemos y lo personalicemos, para que nos represente a nosotros y no a cualquiera.
6º Recordemos que las mejores fotos son de cara, a ser posible con fondo neutro, e incluso en blanco y negro, esbozando una sonrisa y sin utilizar gafas de sol, gorras u otros elementos similares. Además probablemente la foto en blanco y negro de nuestro rostro sea la que trasmita una mejor imagen de seriedad, profesionalidad y responsabilidad.
Ahora es el momento de revisar cómo son nuestras fotos en las redes y de estar atentos y atentas durante toda la semana a las indicaciones que os iremos dando por twitter (@GRUPO3Estudios).
La primera vez que oímos hablar del DAFO, se nos hacía difícil pensar que fuera un tipo de análisis tan sencillo de realizar y a la vez tan útil. Casi lo mismo que ocurre con las “reglas de tres”, no podría entender la vida, sin ellas.
Aunque creemos que todos sabemos de lo que hablamos, no estaría mal recordar que con el DAFO -(Análisis basado en descubrir cuáles son las debilidades, las amenazas, las fortalezas y las oportunidades), o FODA, como se le denomina en Latinoamérica, dónde prefieren ver en primer lugar lo positivo- podemos acercarnos de una forma sencilla al análisis de una situación, de un momento, de un producto, de una marca, e incluso, de una persona, teniendo en cuenta que en toda realidad nos encontramos con cuestiones directas, aspectos internos que podemos controlar, ya sean positivos o negativos (puntos fuertes y puntos débiles), pero también con cuestiones indirectas, o temas que son incontrolables por nosotros, son independientes de nuestra capacidad o de nuestra voluntad (amenazas y debilidades), pero están en nuestro entorno y nos afectan directamente, por lo que al menos hay que tenerlos identificados.
Lo más importante a la hora de ponerse a trabajar con el DAFO, es diferenciar claramente lo externo de lo interno. Creemos que la mejor manera, siempre es centrarse en si es o no controlable por “mí”. Si lo es, será una cuestión interna, con lo que estaremos hablando de puntos fuertes y de puntos débiles. Si no lo es, es decir, si “yo” no puedo hacer nada para cambiar o controlar el tema que sea, por ejemplo, el tipo de interés bancario, en ese caso, estaremos ante cuestiones externas, que o bien me pueden favorecer, entonces son oportunidades, o bien pueden ser peligrosas, con lo que estaríamos ante amenazas que hay que saber que existen, para saber cómo afrontarlas.
Comenzábamos este post diciendo que este tipo de análisis puede ser útil para multitud de situaciones o cuestiones diferentes. Os proponemos para comenzar y además así para ayudarnos a conocernos mejor, ya que esta semana estamos tratando el tema de la venta y la marca personal, que nos atrevamos a hacer un DAFO de nosotros mismos. Más adelante iremos trabajando con otro tipo de análisis que como profesionales y para nuestras empresas nos pueden ayudar mucho, pero que en la mayoría de los casos parten de tener ya un DAFO realizado, como por ejemplo el análisis CAME.
A modo de ejemplo os dejamos la siguiente matriz, para animaos a que os hagáis vuestro propio análisis con el que descubrir, primero cuáles son vuestros puntos fuertes y cuáles los débiles, y por supuesto, en segundo lugar, para identificar las amenazas y las oportunidades que vienen del exterior.
Ya no damos más pistas, seguid con el trabajo personal. Si somos capaces de hacer nuestro DAFO, seguro que seremos capaces de hacer el de cualquier otra cosa.
¡¡Ánimo!! Si tenéis cualquier duda o necesitáis ayuda, ya sabéis que os la podemos ofrecer: info@grupo3estudios.com