Convierte la obligación, en devoción

Convierte la obligación, en devoción

convierte obligacion en devocion“Si no puedes volar, entonces corre; si no puedes correr, entonces camina; si no puedes caminar entonces arrástrate; pero sea lo que hagas sigue moviéndote hacia delante” – Martin Luther King

Cuando nuestro trabajo es sólo un medio que nos permite acceder al vil metal, al poderoso caballero que es D. Dinero,  nos perdemos en la oscuridad de la obligación. Si nuestro norte es sólo crematístico, y el destino final de nuestro esfuerzo y de nuestros desvelos, es sólo conseguir lo necesario para pagar, pagar, pagar y pagar, tener, tener y tener, estamos condenados a la desidia, a la tristeza, e incluso a la anomía. Resulta triste dedicar una vida (sólo tenemos una, no lo olvidemos en ningún momento) a algo que no nos llena, que no nos emociona. En definitiva dedicarla a lo que «no nos pone». Por este motivo, cuando elegimos una profesión, un trabajo, aquello a lo que vamos a dedicar la mayor parte de nuestro tiempo, hemos de guiarnos por lo que realmente nos apasione, por lo que nos haga sentirnos de verdad bien, nos ponga la piel de gallina, y nos haga sentir mariposas en el estómago. Si por el contrario queremos guiarnos por lo que es o no «rentable», por lo que nos reportará beneficios futuros, sin pensar en si realmente nos llenará o no, nos hará de verdad felices, o no, desde la mayor de las modestias, hemos de decir que estaremos cometiendo el error más grande de nuestra vida.

Por eso hoy queremos hablar de la pasión en lo que hacemos, y por supuesto de la pasión por lo que hacemos. Queremos hablar de hacer de nuestra obligación, nuestra devoción. Quienes tenemos la suerte de disfrutar con lo que hacemos, a veces no somos conscientes de lo inmensamente afortunados o afortunadas que somos. Un día elegimos una profesión, optamos por un futuro, y lo hicimos con la única motivación de dedicarnos a aquello que realmente nos gustaba. Tras nuestra decisión no se hallaba la racionalidad económica, ni el ansia de notoriedad,  o el ascenso social. En su día, tras esa elección,  sólo hubo pasión. Y aunque parezca un contrasentido fue la razón quien nos guió siendo consciente de que para toda la vida, era mejor dejar elegir al corazón. Echando la mirada hacia atrás,  podemos sentir orgullo por haber actuado con honestidad y sin dejarnos llevar por otras ansias que no fueran sencilla y llanamente, poder hacer aquello que realmente nos gustaba, lo que nos llenaba, lo que nos hacía sentirnos bien, ni más, ni menos. No nos dejamos llevar por ínfulas de grandeza, ni por el espíritu de la opulencia. Y lo cierto es que fue la decisión acertada, siempre que se hace bajo esta motivación, fue, es y será la decisión acertada.

Pero la vida, aunque es muy corta, a veces es larga, y en ocasiones se complica, o mejor dicho, nos la complicamos. En ocasiones se pierde el norte. Nos desviamos de nuestro camino, y dejamos de disfrutar con aquello que realmente es lo que nos apasiona, nos da la vida, nos hace sentirnos en plenitud. Sin darnos cuenta nos dejamos llevar por una desidia que poco a poco se apodera de nosotros y nos hace caer en un pozo sin fondo. Nos quedamos a oscuras, sin luz que nos guíe, y ahí corremos el riesgo de dejar de ser nosotros mismos. Fallamos así, a la única persona a la que no podemos engañar, a nosotros mismos. Nos quedamos en una situación en la que no podemos escapar de nuestro propio interior y entonces es cuando dejamos de mirarnos a los espejos, para no ver lo que no queremos saber.

A veces, es muy complicado volver a encontrar el camino, y para ello necesitamos un faro que nos guíe para poder atravesar los acantilados de nuestro propio interior. Afortunadamente esos faros existen. Muestran su luz desde dónde menos se puede esperar, y en ocasiones hacen que llegue con tanta fuerza, que es capaz de guiarte, desde la lontananza, para que vuelvas a la tierra firme de tu auténtica verdad, de tu auténtica pasión, haciéndote volver a sentir, o incluso mostrándote un camino nuevo, diferente, por el que tal vez nunca quisiste, o te atreviste a navegar. Acantilados muy altos que daban vértigo, pero que con la luz guía adecuada, se pueden sortear, con peligro sí es cierto, pero a la vez con seguridad.

Hoy tras la que probablemente sea la semana menos productiva en España, en la que la que todo parece ralentizarse tanto que parece pararse, y diera la sensación de que nuestro país, literalmente “cierra por vacaciones”, nos alegra compartir la buena nueva de la total recuperación de la pasión, y de la satisfacción por seguir haciendo las cosas bien. Afortunadamente el faro encendió su luz y además con tal fuerza que permitió que el navío con rumbo perdido, pudiera navegar hacia la costa. Gracias faro, por no dejar de iluminar, por no apagar la luz, que sigue siendo necesaria.