Murphy, ese malvado que nos persigue

Murphy, ese malvado que nos persigue

cero problemas

“La vida no es evitar problemas, sino saber afrontar los que tienes” – Anónimo

La verdad es que esta semana la intención era que la enseñanza del azucarillo fuera otra, pero lo cierto es que tal y como se dice en el argot periodístico “la actualidad manda” y hemos decidido cambiar el guión víctimas de la llegada de Murphy. Y es que estos días han sido de esos que nos llevan a pensar en que existe una conjura supra-humana para que todo se nos rompa. Recurriendo al refranero español y sin ánimo de ser política incorrecta esta expresión, son días de esos en los que parece que “nos hubiera mirado un tuerto”. Momentos de esos en los que Murphy se manifiesta en toda su “maldad”. Y sobre todo, querríamos reflexionar ante nuestras reacciones con estas “cositas” que nos ocurren.

El detonante puede ser muy variado. De pronto, en la cocina, parece que hubiera habido una rebelión de electrodomésticos, y que hubieran decidido cuál equipo que comparte un mismo objetivo final, manifestarse con rotundidad, tal vez con la intención de reclamar algo más de atención. El microondas decide dar vacaciones a sus ondas, por lo que esos estupendos platos preparados que tantos almuerzos nos salvan, se quedan en el frigo porque no pueden “hornearse”. El congelador, en un acto de maldad suprema, decide que el mejor momento para pedir un circuito nuevo es aquel en el que las olas de calor se suceden. Te quedas así sin cubitos, sin helados, y lo que es peor, sin “polos-flasn”. La hornilla opina, que para el uso que le das, que no es necesario que funcionen todos los fuegos, y que con uno tienes bastante, así que si quieres hacer espagueti, por ejemplo, primero cuece la pasta y después haz la salsa, nada de tenerlo todo listo a la vez para poder aprovechar el “al dente”. Todo esto son duras pruebas, pero las vas superando, y con más o menos humor las soportas.

La siguiente manifestación de Murphy llega con el coche. Estás haciendo un pequeño viaje, has tenido la precaución de llevarlo al taller antes, pero cuando ya estás a medio camino, ooohhhhhhh, se calienta y se enciende una luz en el panel que ni siquiera sabías que existiera… ¿qué hacer? ¿volver o seguir? En un alarde de temeridad, por supuesto seguir… La paciencia empieza a alcanzar importantes cotas de intranquilidad, pero ahí seguimos aguantando el tirón.

Esta “racha” suele ir acompañada de otra bonita irrupción en escena. El PC, que por supuesto decide fallar, y como no podía ser de otra manera, por mucho que sabes que has de hacer “back up” (Carrie de Sexo en Nueva York dedicó un episodio a explicárnoslo), por supuesto lo habías ido dejando por “falta de tiempo”, y cuando se ha roto, justo el documento que más necesitabas, se ha perdido en la noche cibernátuica. Ahora ya sí que piensas que eres el ser más desgraciado del mundo.

Pero de pronto se produce el hecho que realmente nos lleva al desquicio, y no es otro que se rompe el móvil. Estás tan tranquilo, a mitad incluso de una conversación “whatsappera” o revisando Facebook o Twitter, o tal vez con Instagram, o mirando tus mails, cuando…. ¡¡¡¡¡NOOOOOOO!!!!! aparece la manzanita en el IPhone y no hay manera humana de poder quitarla. El ingenio se agudiza, tras el primer minuto de pánico absoluto, buscas en los tutoriales de YouTube las “formas de rescatarlo”, hasta que ves que una tras otra, todas resultan inútiles.

En ese momento, el que tomas conciencia de que no puedes solucionarlo, es cuando te das cuenta que de pronto te has quedado “sólo ante el peligro”. Tu mundo se ha evaporado… no tienes copia de seguridad. Te has quedado sin tu agenda… no puedes recuperar tus contactos, y lo que es peor, no puedes avisar a nadie de tu gran desdicha. Hasta ahora el resto de pequeñas calamidades que se habían ido sucediendo habían sido soportables, pero esto ya supone el culmen y en ese momento sabemos a ciencia cierta que somos el ser más desgraciado del planeta, y que los dioses se han aliado en nuestra contra. El mundo para nosotros se ha terminado, y tememos por nuestra muerte social. Seguro que muchos y muchas de los que leáis estas líneas sabéis de qué estamos hablando, porque lo habéis experimentado.

Ante estas situaciones, nos gustaría hacer algunas reflexiones. La primera tiene que ver con pensar que toda la mala suerte del mundo se ceba con nosotros. Hace algún tiempo, una persona a quien considero especialmente sensata y centrada, y cuyas enseñanzas están dejando mucho poso, ante una situación como esta, dio un argumento infalible que creo que es bueno recordar en estas situaciones. En el mundo hay más de 7 mil millones de personas, ¿cómo puedes creerte tan importante para pensar que todo el mal se va a concentrar en ti? Realmente es así. Las pequeñas catástrofes se alían a veces, simplemente para poner a prueba nuestra paciencia, y sobre todo para que practiquemos nuestra capacidad de resolver, de inventar, de averiguar, y de improvisar. Realmente nos sorprendemos de lo agudos que nos podemos volver, sobre todo cuando el problema es con nuestro hilo de vida, nuestro Smartphone.

Lo segundo es que de verdad tengamos la costumbre de hacer copias de seguridad de toda la información tanto profesional como personal con la que bregamos a diario. Si la perdemos, la culpa será sólo nuestra, porque todos sabemos que es necesario hacer copias de seguridad. Y también estaría bien que reflexionemos acerca de hasta qué punto es positivo que nuestra vida dependa hasta tal punto “de lo que tenemos dentro de un aparatito”.

Para terminar, sólo decir que hemos acompañado a este post con un azucarillo que nos muestra el mensaje de “cero problemas” porque realmente, estas cositas que nos pasan las tenemos que valorar en su justa medida. Los problemas son cuestiones de mucha más envergadura y sí merecen realmente nuestros desvelos. Pensemos que estos desastres que nos agobian, al fin y al cabo, lo que hacen es “ponerle picante a nuestros días”. Así que aunque estéis compartiendo una racha de estas, simplemente ir solucionando una cosa después de otra, sin agobiarse y sin pensar que lo que realmente sucede es que se va a cumplir la profecía maya y que “el mundo se va a terminar”.

Ahora, seguid disfrutando del verano y de estos calorcitos, a poder ser, estando en remojo, que es como mejor se llevan. Que julio ya se va. El próximo azucarillo nos llegará ya en agosto. Ya va quedando menos.

¡Haz tu propia revolución!

¡Haz tu propia revolución!

haz tu propia revolucion

“De nada servirán las revoluciones sociales y culturales, si primero no hay una revolución interior” – Krishnamurti

El mes de julio ha dejado para la historia dos de los mayores hitos en lo que a revoluciones se refiere. En 1776, el 4 de julio, en el Congreso de Filadelfia, las por entonces 13 colonias que existían en el norte de América, firmaron su declaración de independencia de Inglaterra, asumiendo el nombre de lo que realmente eran, los Estados Unidos de América, reconociendo en dicho documento, el principio de igualdad (aunque en ese momento cuando hablaban de que todos los hombres habían sido creados iguales, literalmente se referían sólo a hombres y además blancos, pero lo cierto es que supuso el primer paso en el tránsito hacia el mundo contemporáneo.

Otra de las grandes revoluciones que trajo el mes de julio, fue la más conocida de todas, sí la Revolución Francesa, aquella que puso de moda la guillotina, que quiso romper con el orden estamental establecido, y ofrecer una salida que implicara dignidad para los desarrapados (sans cullotes). Fue el día 14, del mes dedicado a Julio César, del año 1789.

Pues bien, estamos en ese séptimo mes del año. Registrando temperaturas de récord, y con constantes alertas debido al calor, y además seguro que muchos y muchas estáis de vacaciones, pero hoy queremos proponeros de comencéis una revolución. Pero no una revolución cualquiera. No una revolución que signifique asaltar bastillas, o declarar zonas de independencia. Os proponemos una revolución que cambien el mundo. Sí, así es. No estamos locos, que sabemos lo que queremos.

La primera condición para cambiar el mundo, es que cambiemos nosotros, y como decía, uno de los escritores más importantes de la historia, -y padre de la “no violencia” que luego tendría tanto peso en otro de los grandes revolucionarios de la historia, Ghandi-, León Tolstoi, “la única revolución válida es la que uno hace en su interior.

Si queremos que las cosas sean diferentes. Si queremos que al finalizar el verano el mundo en el que habitamos sea otro. Si pretendemos que nuestra vida personal, profesional, familiar cambien, no podemos esperar sentados a que se produzca un milagro. Lo hemos dicho muchas veces, sólo cabe una cosa, y es que pasemos a la acción. En alguna ocasión lo hemos mencionado en esta sección, y es que Honoré Balzac, nos lo dejó bastante claro, con una estableciendo una verdad que tiene tintes de universal “Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.

En nosotros está hacer que las cosas sean diferentes. No vale decir mañana. No vale pensar en que después lo haré. No, nada de eso sirve. Cambiemos nosotros y hagamos que el mundo se parezca más a lo que nos gustaría que fuera. Todo empieza por hacer, y por hacerlo aquí y ahora. El ayer no nos sirve, y el mañana no existe. Aprovecha estos días de calor. Estos días en los que parece que el tiempo se mueve a un ritmo diferente, en los que la luz nos hace ver las cosas con una claridad diferente y decide qué es lo que quieres. Y simplemente, haz tu propia revolución. Dejémosnos de excusas. Si quiero mejorar mi trabajo, tengo que empezar por ver en qué fallo y prepararme mejor. Si mi relación de pareja no funciona, tengo dos soluciones, o de verdad lo arreglo, o termino con ella, pero ni pierdo mi tiempo, ni se lo hago perder a nadie. Si quiero estar físicamente mejor, es fácil, empezar a tener una vida más sana, deporte (el que sea en función de mis gustos y posibilidades) y una dieta saludable.

Dejemos las excusas de lado. Olvidémonos del resto, hagamos nuestra propia revolución, que sólo puede comenzar por nuestro propio interior. Cambiaremos nosotros y cambiará nuestro mundo. No esperemos nada de nadie. No echemos la culpa a nadie. Empecemos por hacer y por dar, llegado el momento ya recibiremos, de una manera u otra. Y de verdad, se puede hacer.

Todo es posible, si realmente queremos y creemos en ello. Mira en tu interior, y decide cómo quieres vivir, y empieza desde ahora mismo a hacer lo necesario para que ocurra. No es fácil, pero tampoco es imposible. No seamos de ese tipo de personas que no empieza a andar un camino, porque cree que será incapaz de llegar hasta el final. Si no lo conseguimos que desde luego no sea por no habernos dejado la piel en el intento. Pensad que la recompensa no tiene precio, y que justifica todo el trabajo y todo el sacrificio. La recompensa final de esta revolución no es ni más ni menos que conseguir ser nosotros mismos de verdad. ¿Puede haber algo más bonito?

https://www.youtube.com/watch?v=bDBVD9KPHHU

Sí, sí podemos… pasar por el aro de Europa.

Sí, sí podemos… pasar por el aro de Europa.

“Europa no se hará de una vez, ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho” – Robert Schumann

Que la situación del pueblo griego es lamentable, es algo en lo que todos estamos de acuerdo. Que por supuesto es doloroso vivir lo que están viviendo griegos y griegas, por supuesto, pero ¿hasta dónde esta situación les otorga patente de corso para jugar con sus propias reglas? Sinceramente, y aunque sea duro, no vale hacer de su capa un sayo. No vale imponer “pulpo como animal de compañía”.

Cuando se toma la decisión de pertenecer a un club, o a cualquier tipo de asociación, sea cual fuere, se aceptan las reglas del juego, todas, y si no se comparten, si hay cosas que no convencen, sencilla y llanamente, «hasta luego, Lucas». Es decir, o no se entra, o si ya se está dentro, se abandona. Eso es lo que Grecia, y sobre todo sus dirigentes deben de tener claro. Si no quieren seguir las reglas del juego de la Unión Europea, deben de decidir salir. No vale estar querer estar sólo para las maduras y querer romper la baraja en las duras. Tanto que se apela a la “justicia”, pues sinceramente, esta actitud, no es justa para el resto de la ciudadanía de la Unión.

Por supuesto que estamos totalmente a favor de la soberanía popular de los ciudadanos, de que puedan decidir cómo quieren vivir, y de qué manera, faltaría más, pero ¿esto es lo que está pasando en Grecia? Desde el más absoluto respeto, ¿por qué el sufrimiento griego es más doloroso o importante que el de portugueses, irlandeses o españoles? Para nosotros, la respuesta es obvia, no lo es, porque todos los ciudadanos europeos somos igual de importantes.

Cuando en un ataque de populismo, aunque cargado de buenas intenciones, cosas que no vamos a poner en duda, Tsipras a la cabeza de Syriza, se lanzó a su referéndum en favor del NO a las exigencias europeas, ¿qué pretendía? ¿Jugar con las esperanzas y las ilusiones de un pueblo que está asfixiado económicamente y que no ve salida viable a su desesperación? ¿Hacer una demostración de fuerza a Europa? ¿Intentar enseñar el camino de la verdad a otros miembros de la Unión?

La verdad, ni lo entendí, ni lo entiendo, ni lo entenderé. Después de la «escenificación teatral» del referéndum, la realidad es que Grecia, con sus mandatarios a la cabeza, ha tenido que plegarse a las exigencias de Europa, que si cabe, requieren un nivel de austeridad y restricción mayor de lo que hasta ahora los helenos habían soportado.

Modestamente la actitud de los responsables griegos es muy reprochable, por varios motivos. En primer lugar porque han jugado con sus ciudadanos, haciéndoles creer que tenían una posición de poder en las negociaciones que realmente era inexistente. En segundo lugar porque la frustración popular es ahora mucho mayor, lo que está ayudando a radicalizar posturas tanto dentro de las fronteras griegas, como fuera. En tercer lugar, porque adoptar esa postura arrogante con respecto a los ciudadanos de otros países rescatados (Irlanda, Portugal) o casi rescatados (España), dando un plus de importancia a sus sacrificios, y haciendo que su situación esté por encima de la de los otros ciudadanos, no es de recibo.

No es menos cierto que la situación con Grecia, y la posible «Grexit» ha puesto en un brete al total de la Unión Europea, pero esto no significa que se haya flexibilizado la postura general, o que se haya sucumbido al que desde muchos ámbitos se consideraba un chantaje. Tsipras ha tenido q volver a Atenas con un paquete de medidas, que además de ser extremadamente duras, son innegociables, y pese a todo ello, las garantías de salir del estado de «desastre económico» griego, no son totales. Al final el intento del primer ministro griego de intentar convertir al pulpo en animal de compañía, no ha funcionado. Y además, por supuesto, la telenovela sigue, y aún es de final incierto…

La propuesta de rescate que Tsipras, que cada vez se aleja más de su propio partido, Syriza, ha tenido que defender, y que finalmente ha sido aprobada por el parlamento griego, dista mucho de su programa electoral, y los 32 votos en contra de sus propios colegas de partido, es un ejemplo del arduo camino que tiene el mandatario griego por delante. Pero ahora, “show must go on”, el proceso debe continuar. El paquete de medidas que tiene que imponer el gobierno ahora es muy duro, y será muy difícil de salir adelante.

Desde la modestia, y desde la visión de una única Europa, el señor Alexis Tsipras, ha hecho un ejercicio de responsabilidad, y ha puesto al Estado por encima de cualquier ideología. Al final, hoy por hoy, el Leviatán se tiene que seguir manteniendo. Tal vez mañana tengamos otro modelo que sea válido, pero hoy aún, por gracia o desgracia, no existe.

Suerte para los griegos, y mucha paciencia. Lo que les espera no es nada fácil.

Coworking: un nuevo modelo que implica más que simples gastos compartidos

Coworking: un nuevo modelo que implica más que simples gastos compartidos

COWORKING

El feedback es el desayuno de los campeones – Rick Tate

En el mundo de los libre profesionales, autónomos, y micropymes de servicios, está claro que una de las principales losas a soportar en la cuenta de ingresos y gastos, es el alquiler de oficina. Es un coste fijo, independiente del número de visitantes que vayan a nuestras instalaciones, o de los trabajos que se hagan o no. En muchos casos, y sobre todo a partir de mediados de la primera década del presente siglo, el hacer frente a este pago, se volvió una misión ardua y complicada, que dificultaba la llegada a fin de mes de muchos profesionales. Y por otro lado, la necesidad de tener un espacio físico en el que poder desarrollar nuestro trabajo, en el que poder recibir a clientes, o mantener reuniones con proveedores o colaboradores, hacía que fuese un gasto imprescindible, pese a que los alquileres se desorbitaban cada vez más. En estos años, en muchos casos auspiciados por administraciones, comenzaron a surgir nuevas fórmulas que hacían más llevadera la situación, sobre todo para aquellas personas que emprendían su andadura empresarial. Esto hizo que surgieran espacios a los que se les denominó semillero, incubadora u otros términos similares, que dejaban claro que la idea era servir de plataforma de despegue y crecimiento para quiénes estaban empezando. Estos espacios, suponían un periodo de tutelaje en el que durante un período que normalmente comprendía desde un año a tres años, se alojaran las incipientes empresas o autónomos, de forma gratuita, sin pagar alquiler, ni tan siquiera en muchos caso, consumos, como luz, agua, teléfono, internet, etc., para ayudarles así a aquellos que emprendían y darles la oportunidad de conseguir una cartera y una estabilidad en el mercado que les permitiera dar el salto.

Este modelo, de buen fundamento, tuvo, o está teniendo, porque aún sigue existiendo, un irregular resultado, ya que en muchos casos, el afán estadístico de determinados responsables políticos, les llevó a estar más pendientes del número de nacimientos, que de la mortandad que luego sobrevino.

Muchos de aquéllos y aquéllas que nacieron al abrigo de estas incubadoras terminando muriendo al tener que abandonarlas, porque sencillamente, eran aventuras que no respondían a proyectos sólidos y finalmente se evaporaron. Otras empresas, afortunadamente cuajaron y hoy siguen siendo exitosas fuentes de riqueza y de creación de empleo.

También por esta época, o tal vez un poco antes, desde finales de los noventa del pasado siglo, hubo otra fórmula que alcanzó muchos adeptos. Se trataba de los centros de negocios. En este caso el alquiler de oficinas y despachos, venía con todo un pack en el que entraba servicio de secretariado, zonas de reunión, aulas de formación, etc. Suponía por un coste muy similar al del alquiler de una oficina tradicional, tener más servicios y sobre todo dar una mejor imagen a nuestros clientes.

Hay que reconocer que el tsunami de la crisis terminó arrasando a muchos centros de empresas, porque hubo quiénes de ninguna manera pudieron aguantar el vendaval. Las incubadoras, soportadas básicamente en dinero público, en muchos casos procedente de Europa también fueron grandes damnificadas de la falta de liquidez de las propias administraciones, y hoy lamentablemente, podemos ver en muchos municipios espacios fantasmas que en los años de vacas gordas, fueron flamantes viveros de empresas.

Ambos modelos cumplieron su cometido, y en muchos casos siguen cumpliéndolo, por supuesto, ya que aunque sean malos tiempos para la lírica empresarial, afortunadamente no han desaparecido, pero hoy se ha evolucionado a un modelo en el que no sólo se comparten espacio, y gastos, sino que además se configura como un entorno colaborativo. La semana pasada hablábamos del networking y este concepto de ayuda mutua, y de ganar + ganar, se ha asociado al inicial del centro de empresas y de la incubadora y ha hecho que surjan, además empujados por la crisis, los coworking. Ya no se trata tan sólo de compartir esos gastos, como decíamos anteriormente, si no que lo que se pretende ahora, es que además de que los diferentes profesionales o micropymes, puedan desarrollar sus proyectos y sus trabajos individuales, además, de alguna manera, se beneficien los unos de los otros, a través de las sinergias que se pueden dar, de una manera más o menos natural, o más o menos trabajada. Los cowoking no dejan de ser un reflejo de la globalización y de la nueva forma de entender y de afrontar los negocios. Además por supuesto de suponer una posibilidad mucho más económica que ha permitido a muchos pequeños emprendedores e incluso micro empresas, dar el salto y “salir del armario”. Es decir, atreverse a lanzarse al mundo de la “visibilidad empresarial” abandonando ciertas situaciones de aislamiento, al trabajar desde casa, o incluso a adquirir un estatus de legalidad, al salir a la luz, dejando atrás situaciones de mayor o menor sumergimiento.

Está claro que esta nueva fórmula, el coworking, está proliferando en nuestras ciudades, y está dando lugar a la aparición de un nuevo perfil empresarial “el o la coworker” que tiene una forma de entender los negocios mucho más colaborativa, mucho más global y con una perspectiva mucho más abierta a las diferentes posibilidades que pueden ofrecernos fórmulas como el networking

Así que para todos aquellos autónomos y autónomas que sientan la necesidad de salir de su aislamiento, recordad que esta fórmula abre todo un abanico de posibilidades de crecimiento e incluso de integración en una comunidad empresarial.

La culpa: esa pesada ancla que nos impide avanzar

La culpa: esa pesada ancla que nos impide avanzar

la culpa

«El hombre es víctima de una soberana demencia que le hace sufrir siempre, con la esperanza de no sufrir más. Y así la vida se le escapa sin gozar de lo ya adquirido» – Leonardo Da Vinci.

La culpa es sin lugar a dudas uno de los lastres más pesados y dolorosos con los que los humanos tenemos que intentar movernos en este mundo. Es un sentimiento autodestructivo que nos limita, que mina nuestros deseos de avanzar, de mejorar, de crecer. Aún siendo muy negativo todo esto, la culpa es capaz de hacernos algo mucho peor, y es convertirnos en seres vulnerables a la manipulación de aquellas personas que utilizarán nuestro sentimiento de culpa, nuestro dolor, para hacer de nosotros peleles incapaces de aspirar a lo que debe de ser el «leitmotiv» de todo ser humano, que no es otro que buscar la felicidad, y conseguir la autorrealización.

La culpa nos hace vivir en una constante insatisfacción, tanto con lo que conseguimos, porque nos lleva a plantearnos si realmente lo merecemos, si somos dignos para disfrutarlo; como por supuesto cuando no somos capaces de llegar. En este momento la potencia destructiva de la culpa, herramienta del ego, despliega toda su capacidad dañina. Nos machaca convenciéndonos de que no hemos trabajado lo suficiente, no lo hemos hecho bien, no lo hemos deseado lo necesario, rematando con la puntilla de hacernos creer que sencillamente, no era para nosotros, porque no teníamos derecho a ello. La culpa, la culpa, la culpa… nos convence de lo poco que somos, de los fallos que tenemos, de que debemos conformarnos con no ser felices, porque lo que nos merecemos es vivir en una sempiterna infelicidad.

Parece que buscar la felicidad, intentar alcanzar la autorrealización, son objetivos mezquinos, ya que la culpa nos lleva a creer que ser infelices y personas desdichadas es más honorable. Forma parte de nuestra tradición cultural, el entender que se viene a este mundo a padecer, a sufrir y no, a ser feliz. La culpa constantemente nos recuerda que es malo buscar la propia felicidad, el placer, la satisfacción, la autorrealización… Nos convence que esto es propio de seres egoístas, y nos hace olvidar que sólo siendo felices, sintiéndonos de completamente realizados, podremos dar lo mejor de nosotros mismos a los demás, a todas aquellas personas que nos interesan de verdad.

Al final, si no somos capaces en un momento determinado de romper con ese lastre, la culpa nos llevará a pasar sin pena ni gloria por este mundo, no nos dejará brillar, y nos impedirá sacar la mejor versión de nosotros mismos. Nos llevará a machacarnos constantemente por lo que no hemos conseguido, pero olvidándose de recordarnos los obstáculos que hayamos podido superar. Estos serán relevados por la culpa al ostracismo, ya que podrían servir como punto de agarre para impulsarnos en busca de nuestra felicidad, y esto por supuesto, nuestro ego no lo quiere.

Pero es importante ser conscientes de una realidad, y sobre todo creerlo y ponerlo en práctica mediante la acción. Nos referimos a que por supuesto se puede romper con este sentimiento, porque podemos vencer a nuestro ego, y también relegar a su valido, la culpa. Es muy importante que lo creamos, y sobre todo que lo hagamos. Está en nuestras manos revelarnos y actuar en consecuencia para luchar por lo que realmente nos hace felices, sea lo que sea. Nadie puede decirnos para qué servimos o para qué no. Nadie puede marcarnos nuestros límites, porque sólo a nosotros nos compete descubrirlos, pero para eso, tendremos que hacer para comprobar realmente dónde están y si somos capaces o no de superarlos. No dejemos que nadie jamás nos diga, «tú no puedes, tú no vales, tú no sirves». Cada uno de nosotros, con sus acciones y con sus deseos tiene q ser el responsable de su éxito, de su fracaso, de su felicidad o de su desgracia. Hazlo. Empieza desde ya. No dejes que mañana cuando mires hacia atrás y busques un hacia delante, la culpa te ciegue y te convenza de que no mereces ser feliz. Todos y todas la merecemos, pese a lo que nuestra cultura y nuestra propia religión nos han hecho creer lo contrario.

Empieza desde hoy a buscar tu felicidad, sin sentirte culpable por ello, mañana puede ser tarde. Así que sólo queda una cosa que hacer.

¡¡¡¡¡Vive!!!!!

https://www.youtube.com/watch?v=ii9tpjBr5Lc

Networking o la búsqueda de la gallina de las referencias de oro.

Networking o la búsqueda de la gallina de las referencias de oro.

“El networking nada tiene que ver con la caza. Tiene que ver con la agricultura, ya que de lo que se trata es de “cultivar relaciones”, escuchando y averiguando para ver en qué podemos aportar valor”.

Hay una palabra, con tintes de «palabro», que últimamente ha pasado a formar parte de la nueva jerga del mundo empresarial, junto a otras que ya van estando más asentadas como benchmarking, mentoring, management, reporting, target, y otras muchas más. Nos estamos refiriendo al tan traído y llevado últimamente, Networking. La traducción para este anglicismo sería «red de contactos». Realmente no es nada nuevo. Hace años, en los cursos de «técnicas de búsqueda de empleo» tan prolijos en los noventa y en la primera década de este siglo XXI, recuerdo que lo llamábamos directamente «capital relacional». Recuerdo hablarle a los alumnos de este capital, como el más importante y el que más debíamos de cuidar, tanto en lo personal, como en lo profesional.

Así el networking como decíamos, es una práctica que ha existido siempre, ya que forma parte de la misma naturaleza del ser humano. Somos seres sociales que tienden a reunirse, a relacionarse y en muchos momentos a apoyarse, a ayudarse. Desde que puedo recordar cuando he necesitado a un mecánico, a un abogado, a un gestor, a un economista, a un electricista o a un carpintero, he preguntado a conocidos, a personas en las que confías por el nombre, por el teléfono de alguien «de confianza» que pudiera ayudarme al respecto. Creo que todos y todas hemos actuado de esta manera, o mejor dicho, en presente, actuamos de esta manera. El que el profesional o la profesional que llega a nosotros venga «de parte» de alguien en quién confiamos, de alguien a quién conocemos, es el aval suficiente y necesario para directamente poner la solución a nuestro problema, sea el que sea, en manos de esa «persona recomendada». Esta es una práctica a la que no sólo recurrimos en el terreno de lo personal, o de lo doméstico. Incluso en el terreno empresarial y/o profesional, también esta práctica es muy habitual. Aunque en cualquier formación de management te insisten en la necesidad de contar siempre con tres presupuestos, no voy a hablar por boca de otras empresas, pero es cierto que la mayor parte de las veces, la decisión última viene porque es una recomendación de alguien, empresa o conocido, cuyo criterio tiene la validez suficiente, como para servirnos como el criterio de mayor peso en la elección. Pues esto sencillamente es el networking.

En los últimos años están surgiendo empresas que se dedican justo a impulsar de una manera organizada, esta práctica que ya hemos comentado que es tan antigua como la propia humanidad. La filosofía es promover relaciones de confianza y de conocimiento entre empresarios y profesionales de diversos sectores, lo ideal es que cuántos más, mejor, y que todo el mundo trabaje para todo el mundo. Es decir, ampliar las redes de contactos individuales, consiguiendo un efecto multiplicador en el grupo. No se busca la simple suma, la progresión aritmética, sino que lo que se pretende es consolidar una red de relaciones de tal manera, que las relaciones crezcan de forma exponencial, y beneficien a todos y cada uno de los miembros del grupo.

Existen diferentes empresas de networking y algunas de ellas, han alcanzado un grado de consolidación importante, incluso en todo el territorio nacional. Los miembros de los grupos nos obligamos entre nosotros a buscar referencias (recomendaciones y potenciales negocios/trabajo) para los compañeros. Estas referencias se comparten entre los compañeros, y se da puntual información de las mismas. Se contabilizan los negocios que se han cerrado, así como el volumen que se ha generado entre todos los miembros del grupo. La idea es trabajar como un equipo que tiene como objetivo común el beneficio de todos.

Como decíamos antes es lo de siempre, pero ahora de forma organizada y estructurada, y además adquiriendo un compromiso con los miembros del grupo, para que todos generen. Suelen reunirse una vez en semana (en el caso del que GRUPO3 es miembro lo hacemos los martes a las 7 de la mañana), pero además se organizan toda una serie de eventos, en los que se suele entremezclar el carácter empresarial y el social, en los que se da cabida a otras muchas empresas que no forman parte de los grupos cerrados, y que tienen como principal finalidad, el ampliar cada vez más esa red de contactos o capital relacional.

Por cierto en GRUPO3 somos miembros de N&N, Negocios y Networking. Esta empresa tiene delegaciones por toda España, y aunque es de las más recientes, empieza a tener un importante grado de implantación en la península. Para nosotros ha sido una decisión acertada, por las relaciones humanas que estamos generando, y por las sinergias, que pese a llevar sólo un mes empezamos a encontrar. Nuestro planteamiento es que el negocio, ya vendrá. Ahora estamos trabajando en la integración, en la pertinencia, y en conocer bien las posibilidades de todos los miembros del grupo.

Fuere como fuere, de forma organizada, perteneciendo a un grupo, o simplemente a la vieja usanza, las empresas y las personas responsables de las empresas tenemos que tener presencia en todos aquellos fotos en los que podemos generar negocio. Siempre pensando en el futuro y siempre entendiendo que este tipo de relaciones que se establecen son bidireccionales, y hay que buscar el beneficio de todos. Todos sumamos. Así que a invertir un poquito de tiempo en «networkingnear», merece la pena.

Momento para la reflexión

Momento para la reflexión

momento para la reflexionEl futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad. – Víctor Hugo.

Hay fechas que especialmente son para reflexionar. Fechas que nos hacen pararnos y mirar hacia atrás, e irremediablemente pensar en mañana. Uno de estos momentos es la Navidad y el final de año. Está claro que este no es el que estamos viviendo hoy, cuando nos derretimos soportando los más de 40 grados de esta histórica ola de calor. Así que de fun, fun, fun y uvas y campanadas no es momento, no hablamos de esto. La otra fecha propicia para los viajes introspectivos es el cumpleaños, y en esa sí estamos.

Saber que ha pasado un año más en nuestra vida nos hace reflexionar sobre si lo hemos aprovechado o no. Si ha sido un año perdido o si por contra ha sido un año en el que hemos crecido, hemos aprendido, hemos sido mejores. Aunque hay que hacerlo con valentía, y estando preparados para asumir lo que de verdad nos encontremos al enfrentarnos a este viaje. Nos paramos y vemos qué ha sido lo mejor y lo peor. Si hemos cumplido o no algunos de nuestros propósitos, si hemos sido capaces de hacer algo por acercarnos a nuestros sueños.

En particular, este último año ha sido muy complicado. Doloroso en muchos aspectos. Muchas caretas se han caído, y sobre todo de quiénes menos podríamos esperar. Pero también este es el año del nuevo comienzo. Prefiero pensar que es el año cero. Es el momento de un resurgir, o mejor dicho de un nuevo comenzar, el momento de ser de verdad, de no esconderse, de estar y de hacer. A partir de ahora sin buscar excusas, sin buscar culpables, sólo asumiendo las consecuencias de las decisiones propias, de las acciones. Viviendo el momento, haciendo lo que de verdad sea coherente con el propio planteamiento vital, y no haciendo por parecer mejor, por la notoriedad, o por el reconocimiento, ya que esto sólo serviría para engordar al ego sino simplemente haciendo para realmente alcanzar los objetivos personales y profesionales.

En definitiva, como dice nuestro azucarillo de esta semana, pese a todo lo que hayan podido deparar los últimos 365 días, teniendo en cuenta a quiénes ya no están en nuestra vida, y dando las gracias a quiénes han aparecido para ayudarnos y tal vez hasta para dar coherencia a nuestra existencia, no tenemos que mirar hacia atrás con ira. Lo pasado, pasado ya está, y no hay que perder energías con enfados o rabias incontroladas por cómo fueron las cosas. Tan sólo asumir los errores, recordando que son la mejor fuente de aprendizaje que existe. Así aprendiendo de ellos, e intentando no volver a cometerlos, aunque ya sabemos que el hombre (y por ende la mujer) es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Siguiendo con la enseñanza de Thurker, que es a quién hemos decidido seguir esta semana, tampoco hemos de mirar el futuro con miedo. Sentir miedo por lo que nos pueda sobrevenir mañana es la mejor manera de acobardarnos y no hacer nada. El mañana llegará queramos o no, porque el tiempo es inexorable y ni tan siquiera la muerte lo para. Por ello, no hay que atenazarse. La mejor manera de enfrentarse al mañana es haciendo en el hoy. Como dice Thurker mirando alrededor con atención. Es decir trabajando en el aquí y el ahora. Esforzándonos y viviendo el momento, con coherencia, con esfuerzo, pensando sólo en clave de presente, en hacer lo mejor posible las cosas, tanto a nivel personal como profesional, dejándonos guiar por la humildad, y marcando unos objetivos realistas pero que nos hagan crecer, no tenemos que temer al mañana.

De esta manera para afrontar con valentía el futuro, sólo tenemos que no caer en la vanidad de las ínfulas de grandeza, y cada día hacer y hacer para así conseguir acercarnos a nuestros sueños, y que se conviertan en realidad. Pero si nos sentamos a esperar, mirando al cielo, soñando con las estrellas y pidiendo a los dioses, entonces sí es mejor que empecemos a temblar, porque de ninguna de las maneras tendremos ni el más pequeño control sobre ese mañana al que con razón, deberemos de temer.

A todo esto, feliz cumpleaños a todos y todas las que en estos días sumáis uno más, y sólo una recomendación que la voy a vivir en carnes propias (desde la convicción de no ser nadie para dar consejos) no dejéis de hacer, de hacer, de hacer. Vivid el momento, dándolo todo y olvidad padecer por el mañana, porque es algo que no podemos evitar que llegue, aprendamos a que todo mañana sea siempre un hoy. Es mejor pensar que no somos el resultado de un pasado, sino la causa de un futuro que se fragua en un hoy. No lo olvidemos.

Y en estos días, por favor, intentad encontrar un rinconcito fresco, porque estos calores son insoportables.

Las trampas del ego

Las trampas del ego

las trampas del ego

“Estrellarse contra una pared en la vida es la mejor forma de quitarnos nuestra armadura de ego y soberbia. A veces, necesitamos un golpe para tomar conciencia con humildad de todo lo que debemos mejorar” David Fischman

Muchos de nosotros vivimos dominados y de paso, engañados por nuestro “ego”, que se infiltra y se camufla para hacernos esclavos de sí y para transformarnos en seres ruínes, y lo peor de todo, sin darnos cuenta, en muchas ocasiones vivimos en la ignorancia, creyéndonos que somos todo lo contrario.

No hace mucho alguien a quien considero un Maestro, me hizo reflexionar sobre las palabras que empiezan por ego, y cómo realmente no hay ninguna que tenga un significado positivo; egoísmo, egolatría, egocéntrico… todas se resumen en ponernos a nosotros mismos como centro del universo, no importándonos realmente los demás, aunque juguemos a que sí, y utilizándolos en mayor o menor medida para nuestro fines, siendo o no conscientes, porque lo peor de todo y he ahí la agudeza de nuestro ego, es que encima nos hace creer que lo que hacemos, lo hacemos por el bien de los demás.

Probablemente la humildad sea el mayor enemigo del ego, es la cualidad perfecta para poder enfrentarnos a él. Nuestro ego se alimenta de la buena imagen, de estar bien vistos, de caer bien a todo el mundo. Nos hace vernos como queremos ser y presentarnos así al mundo, pero no hacerlo como realmente somos. La visión propia acerca de nosotros mismos se distorsiona, perdemos la perspectiva y nos perdemos como personas. El ego nos hace confundir las cualidades positivas de una persona, con otras mucho más mezquinas. Yo creía que era fuerte, pero probablemente lo que veía en mí no era fuerza, sino que era vanidad. No pedir ayuda no es un símbolo de fortaleza, sino de creerme mejor y por eso no tener que reconocer que ya no podía más o simplemente que no sabía. La necesidad de parecer una persona perfecta te lleva a quedarte en el lugar en el que te sientes por encima del bien y del mal. El ego hace que no quieras asumir nuevos retos, porque esto supondría la posibilidad de equivocarte, de fallar, y entonces esa imagen de “falsa” perfección se rompería. Además así el halago fácil llega, porque estás en tu mundo, en tu salsa. No creces, ni como persona, ni como profesional, porque no te enfrentas a nada nuevo. Cualquier cuestión se convierte en un debate, porque tu ego siempre quiere llevar razón, y tú sin embargo, crees que estás argumentando algo que no tiene nada que ver con que no soportas no estar en lo cierto. Nuestro ego es listo, nos engaña. Dices que quieres aprender, y en el fondo es cierto, lo bueno y lo noble que hay en tu alma quiere hacerlo, pero tu ego siempre encuentra la excusa perfecta para dejarlo para otro momento, siempre posponiéndolo para una ocasión en la que será mejor, o más fácil, o más lo que sea… en el fondo simplemente lo que quiere es que sigas engordándolo, que siga creciendo, que te fagocite del todo, para que no tengas esperanza, para que sea imposible poder darte cuenta de qué clase de persona eres.

A mí me ha pasado, era (aún soy) una persona totalmente confundida, perdida. El ego dominaba mi ser, porque había creado un caparazón para defenderme del mundo, pero un caparazón en el que se confundían cuestiones como la vanidad con el valor, la responsabilidad con la cobardía, el pensar primero en los demás, con el miedo a hacer, la seguridad con el complejo de inferioridad. Demasiada preocupación por lo que los demás pudieran pensar, por lo que demás pudieran ver, y olvidándome totalmente de lo que realmente soy. Pero afortunadamente la venda se me ha caído de los ojos. Me he mirado al espejo y no me ha gustado lo que he visto. Hasta ahora había ido viendo ráfagas, pero de pronto he visto el monstruo en todo su esplendor. Un monstruo que te aleja de lo que más te importa de verdad en el mundo, un monstruo que vive debatiéndose entre la autocomplacencia y la autocompasión. Ese monstruo soy yo, aunque he decidido que ya no quiero serlo. Que se puede cambiar, tengo que conectar con mi interior y centrarme de verdad en lo que soy. Es un camino muy complicado. Es una guerra que no tiene cuartel, y que siempre se tiene que estar batiendo. La lucha contra el ego es como la lucha contra las adicciones, porque estas nunca desaparecen, igual que el ego tampoco desaparece, y siempre busca el menor resquicio, la menor debilidad, nuestra flaqueza, para aparecer y volver a intentar tomar el control. No lo podemos dejar hacer eso. Para ello hay cuestiones que hemos de tener en cuenta como son por ejemplo, no ofendernos por cualquier cosa, no vivir con la obsesión de ganar, de tener siempre razón o de sentirnos superiores, de tener más y más o de conseguir la fama. Tenemos que aprender a pensar y a vivir en clave del aquí y el ahora.

Recuerda que no eres tus logros, que no eres lo que tienes, que no eres lo que dicen de ti o piensan de ti los demás. Tú eres tú, y tienes que ser capaz de liberarte de todo eso y dejarlo al margen. Yo lo estoy intentando, estoy haciéndolo (primera forma de pelear con el ego), sólo espero que no sea demasiado tarde. Tengo esperanza en el hacer, en el hacer que me lleve a liberarme de la pesada carga de ese ego que no me ha traído nada bueno. Esta es mi guerra, y hoy y aquí lo reconozco, aprovechando para pedir perdón a todas aquellas personas que mi ego y yo hayamos podido llevarnos por delante.

No sé si voy a ganar la guerra, ni siquiera alguna batalla, pero sí sé que por lo menos me voy a dejar la piel en el intento. El dolor de ver la realidad, es sin duda mi mejor aliado, y en él me centro para seguir adelante. Quiero terminar con unas palabras de OSHO: “Si una persona conoce su propio valor, no tiene que preocuparse por lo que piensan los demás, por es importante conocerse, porque sólo el ego es el que depende de las opiniones de los otros. El ego tiene que hace lo que sea para quedar bien, pero el verdadero ser, no”.

https://www.youtube.com/watch?v=Ket3a7f3JSI

Twitter en las empresas ¿por qué y para qué?

Twitter en las empresas ¿por qué y para qué?

tatgranada15“Twitter es sin duda, la mayor revolución en la comunicación de toda la historia de la Humanidad” – Alfredo Vela

Después de haber estado dos días (22 y 23 de junio) con inmersión total en el mundo “twitter” gracias a TATGranada 2015 (Talking About Twitter, evento mundial sobre el uso y el alcance de esta red social), aprendiendo, conociendo, debatiendo, necesitábamos 24 horas de reflexión antes de poder hablar, o mejor dicho, reflexionar sobre emprendimiento en la red, porque reconozcemos que padecíamos una especie de “síndrome de Estocolmo” al respecto. El martes, último día, en la sesión final, la mayoría de los asistentes alcanzamos un estadio de emoción compartida, que nos habría llevado a hacer alguna manifestación del tipo, Oh, mi Capitán del Club de los Poetas Muertos. Para los más jóvenes, lo explicamos, algún tipo de manifestación teatralizada de nuestra adhesión a la causa. Por ello era necesario, dejar ese tiempo de desconexión para poder coger un poco de distancia e intentar sacar conclusiones que sean de utilidad para emprendedores y emprendedoras y también por supuesto para las pequeñas empresas y autónomos, que probablemente son o somos, quiénes más perdidos nos encontramos al respecto de esta revolución que no es que esté por venir, es que ha llegado ya.

No basta con decir que en la Red está el futuro, y que hay que estar presentes, y que bla, bla, bla. Todo eso está ya más que claro y como decía, no hablamos de futuro, es ya un presente. Por ello es el momento de autoanalizarnos y ver qué necesitamos para no perder el tren, que aunque salió hace rato, es cierto, aún tenemos la oportunidad de cogerlo.

Los casos de éxito de empresarios jóvenes que han sabido ver un hueco en internet y que han sido capaces de realizar con éxito su proyecto, como puede ser el caso de SocialBro que tuvimos la suerte de poder conocer de primera mano, precisamente en TATGranada, y además con la historia contada en primera persona por Javier Burón uno de los fundadores, nos debe de servir de inspiración, porque demuestra que con trabajo y constancia las cosas se consiguen, pero también es importante que tengamos los pies en el suelo, porque ni es fácil, ni todas las historias tienen un final feliz en internet. Aunque el mensaje está claro, se puede si se quiere, si se cree firmemente en el proyecto, de tal manera que hagamos todo lo que sea posible para conseguir nuestro objetivo, y el resto del mundo pase a ser secundario. Pero además de “emprender en la red”, todas las empresas necesitamos estar presentes. Y además hacerlo de forma organizada, consciente y coherente, por supuesto respondiendo a una estrategia global de comunicación y de relación con clientes, proveedores y porqué no, hasta con la competencia.

Por ello el primer paso es concienciarnos de que hay que estar y que hay que estar bien. Ya lo comentamos en otra ocasión, no vale con abrir cuentas a nombre de la empresa o del profesional, en todas las redes sociales que existan, sólo por abrirlas, no, ni mucho menos. Hay que ver dónde se quiere estar, y además comprometerse a ser constante. Después del TATGranada, está claro que hay redes en las que cada cuál tendrá que decidir si está o no, pero en Twitter es importante tener presencia.

Algunas cuestiones básicas que hemos de tener muy en cuenta para que nos ayuden en este camino son:

Nombre: debe ser identificable y fácilmente asociable a nuestra empresa o persona. Sin hacer alardes de ingenio. Lo mejor la marca y ya está. Si el nombre es muy largo, recordar que en un mundo de 140 caracteres esto siempre es un problema, así que abreviarlo lo posible.

Intensidad: cada cuál deberá buscar su “número óptimo” de tuits diarios, porque dependerá del tiempo, de si existe una persona que se dedique a este tema o no, pero fuera como fuese, la actividad debe de demostrar que estamos presentes, y que vivimos el sentir de twitter.

Comunicación: por experiencia propia y por lo que hemos podido aprender de auténticos expertos en estos días, la forma de comunicarse en twitter ya seas empresa o no, debe de ser muy directa, debe llegar al corazón, trasmitiendo sobre todo emociones y sensaciones. Los tuits de información, está claro que se deben de utilizar, pero sólo cuando sea necesario dar información. Y por supuesto, el fin de twitter es comunicarse, no lo olvidemos, no vender. Ahora bien, una buena comunicación ayudará a la venta, pero esta no es el fin en sí mismo de estar presente en twitter.

Esta red social es una importantísima herramienta que está a nuestra disposición y que además crece constantemente en cuanto a posibilidades y oportunidades. Así que modestamente, para quiénes aún no sois del pajarito azul, no perdáis más tiempo. Os lo dice alguien que tardó en llegar, pero que ahora ve en toda su magnitud lo que twitter supone a nivel empresarial, y por supuesto, también profesional y personalmente.

Directos de Talking About Twitter 2015 – TATGranada15

Vivir el presente, saborear el momento

Vivir el presente, saborear el momento

vivir el presente

“El verdadero milagro no reside en caminar sobre el agua, o sobre el fuego o el aire… el verdadero milagro es hacerlo sobre la tierra, en el aquí y ahora” – Maestro Zen Lin Tsi

Tal vez una de las cosas que en general más nos cueste, empezando por quién escribe, sea el ser capaces de vivir realmente el momento. De aprovechar el presente, de sacarle todo el jugo a lo que estamos haciendo en el aquí y ahora. Sencillamente, no sabemos, nos cuesta mucho, por lo que al final, pasa la vida mientras dejamos de disfrutar y sobre todo de sentir muchas cosas que tienen su presente y que además es efímero y no lo sabemos saborear.

Creo que existen cuatro tipos de perfiles al respecto, o más bien, todos nos solemos mover en estos estadios diferentes. El primero es el de vivir sólo pensando en el pasado. Nos torturamos con lo que no fuimos capaces de hacer. Nos martirizamos recordando aquel momento en el que tomamos una decisión equivocada. Nos lamentamos por aquel tren que dejamos escapar, por ese instante que no supimos aprovechar. De esta manera nos asentamos en una melancolía constante, regodeándonos en nuestro propio dolor y en nuestra propia miseria. Sufrimos pensando en lo que pudo ser, y no fue, porque no supimos aprovechar. Permitid que os diga que esto es una tremenda estupidez. Y que conste que lo digo desde la mayor de las humildades por haber estado mucho tiempo en ese estadio. En el del lamento constante por no haber hecho, por no haber dicho, por no haber actuado… y mientras me anclaba en esta especie de espiral del desastre que había sido todo, seguía acumulando momentos y situaciones de no haber hecho, de no haber dicho, de no haber actuado, con lo que al final simplemente se consigue estar en una constante mirada hacia el pasado, además con dolor, pensado que ya no puede haber futuro. Sinceramente tremenda estupidez y pérdida de tiempo. A lo hecho pecho, a aprender y a sacar las conclusiones que nos permitan avanzar y no quedarnos parados en una especie de “cuéntame” atemporal. Este estilo de pensamiento, o este estadio, porque puede que sea sólo temporal, podríamos definirlo como el de la “melancolía y el dolor como forma de vida, centrando nuestra existencia en lo que pudo ser, pero no fue”.

Otro estilo o estadio, es el de “en el pasado todo fue mejor”. Me divertía más, tenía mejores amigos y amigas, la gente me quería más, el tiempo era mejor y los bollos estaban más buenos, hasta la climatología era mejor. A este tipo podríamos llamarle “pejigueras”. El ahora es peor por definición que el ayer. Todo lo de antes era mejor, todo lo que sucedía en mi vida era más auténtico. Y perdonad la sinceridad, pero… esto es otra gran estupidez. Filtramos en el recuerdo sólo los momentos buenos, las sensaciones agradables, los olores exquisitos, y nos olvidamos del dolor que hubo, de la miseria y de la peste, porque queramos o no, esto también forma parte de nuestra vida, y hemos de saber aceptarlo y superarlo. Así que esta actitud es igualmente negativa, porque tampoco nos permite ser capaces de seguir adelante, de sacar lo mejor de lo que nos sucede a cada instante, de aprender de lo que no nos sale, para conseguirlo la próxima. Queridos y queridas, esta actitud es inútil y además machacante para nuestro espíritu.

Y luego quedan dos más. El modelo “vivo pensando en que el futuro será mejor”, que son aquellos que piensan que por arte de magia las cosas se solucionarán mañana, lo que hace que no sean capaces de afrontar y exprimir el hoy y el ahora, lo que les lleva a entrar en el limbo del absurdo y a comportarse como niños que sueñan con la llegada de los reyes magos, sin asumir su responsabilidad y su adultez. Actitud igual de negativa que la de quiénes están tan atemorizados y atemorizadas por lo que va a pasarles mañana que tampoco se centran en disfrutar, de lo bueno, de lo malo y de hasta lo peor que puede tener el hoy.

En definitiva en todas estas situaciones, nos olvidamos de vivir, de sentir, de aprovechar el momento. Son actitudes que además son incompatibles con la felicidad, que es un estadio exiguo que se sólo se puede sentir en el aquí y el ahora. Os aseguro que todo esto no es teoría. Para nada. Después de haber estado siendo parte de los cuatro perfiles de los que hemos hablando, haber pasado por el martirio constante de pensar en que si se hubiera hecho esto o lo otro, el presente sería diferente. De haber vivido en el autoengaño de creer que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. De haber recurrido al opio, de “seguro que mañana todo se solucionará”, o haber sentido la parálisis del miedo por el “mañana será peor”. Después de todo eso, decido VIVIR AQUÍ Y AHORA. Mirar hacia atrás sólo para aprender de los errores, y tomar nota de los aciertos. No se puede cambiar el pasado, así que perdamos el menor tiempo posible pensado en él. Y además, mirar hacia delante, sólo para marcar metas que conseguir, con el pleno convencimiento de que el mañana empieza por lo que se hace hoy.

Así que la decisión está clara. Disfrutar del momento, sentir el momento, ya sea con risas o con lágrimas, en soledad o en compañía, pero viviéndolo. Sólo así no tendremos la sensación de que el tiempo se nos escapa irremediablemente, mientras que lo desaprovechamos.

Para terminar en palabras del Dalai Lama “sólo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada, uno se llama ayer y otro se llama mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir”.

¿Vas a vivir, o vas a seguir muriendo en vida?